Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

De la música hay que aprenderlo todo

Así afirma a Juventud Rebelde Emilio Vega, destacado pianista y percusionista, seleccionado como mejor productor discográfico durante el Cubadisco 2007

Autor:

Oni Acosta Llerena

El Cubadisco 2007 nos dejó muchas sorpresas, bien merecidas además. Entre ellas fue el reconocimiento como Productor del Año a Emilio Vega, un destacado pianista y percusionista, quien ha sido el creador sonoro de discos de Warapo, David Blanco, Anaís Abreu, Félix Baloy, Niurka Reyes y muchos músicos más.

Perteneciente además a una estirpe musical, Emilio nos descubre algunas interrogantes sobre su vida y la producción musical.

—Emilio, ¿cómo tomaste la noticia del premio de Cubadisco?

—Fue una sorpresa, se estaba preparando todo a espaldas mías; yo veía caras con mucha contentura pero no sabía exactamente por qué, y yo pensaba que por lógica no podía ser, pues este año no nominaron ningún disco mío. Lo que sí creía era que iba a entregar algún premio, por mi condición de productor discográfico, pero cuando dijeron mi nombre en el Karl Marx no podía creerlo, porque en realidad no lo esperaba.

—¿Cuándo comienzas a producir discos?

—En 1996 con una producción de la EGREM, Evelyn, que la hice junto a Julián Fernández. Después vino Sin límite (Bis Music) de María Antonieta, pero esta vez en solitario. Luego se sucedieron muchas más: empecé a trabajar junto a Tony Pinelli e hicimos Las más famosas de Cuba I y II; de hecho quien me introduce en ese mundo es precisamente Tony, quien me animó siempre a dar el paso.

—¿Cuál es la tarea de un productor musical?

—Es quien crea el producto, el que guía el disco. El productor fija un camino, busca al director musical, decide cuál será la sonoridad del fonograma; ubica los temas de una manera coherente, lógica, y no creas que es fácil: hay que hacer un trabajo de mesa muy complejo. A veces tienes que poner y quitar algunos temas en dependencia de la visión de futuro o de la pegada que puedan tener, basado en la experiencia que uno tiene como productor. Es decir, que debe saber qué puede o no funcionar musicalmente.

—Tú les has producido mucho a baladistas, cantantes de pop, música popular bailable, fusión... Además del talento, ¿cómo logras un sello o un equilibrio para cada uno de esos géneros y su posterior impacto?

—Mira, el productor tiene que tener ese don. Yo poseo un mundo musical amplio, que viene desde mi niñez, y gracias a eso admiro y conozco toda la música, además de haberla estudiado académicamente. Como artista he pasado por muchos lugares: fui músico de jazz, de rock, hice música bailable, electroacústica, contemporánea, sinfónica y todas estas experiencias te van abriendo campo, te iluminan el espectro sonoro y musical. Por eso creo que cada productor debe tener esas vivencias, esas aristas.

—Háblame de tus influencias.

—La primera fue mi padre, Pedro Vega, autor de canciones como Herido de sombras, entre muchas otras. Tuve mucho contacto con personalidades de la música que iban a mi casa a verlo, y te hablo de Fernando Álvarez, Pacho Alonso, Celeste Mendoza, y yo me iba nutriendo de todo aquello.

—¿Podría decirse que te inicias en la música gracias a tu papá?

—Sí, y también porque mi tronco familiar es de músicos, desde mi abuelo, mis tíos, etc.

—¿Qué estudiaste exactamente?

—Comencé a estudiar percusión en la Manuel Saumell, luego estuve en el Amadeo Roldán hasta que me gradué del ISA. Pero mientras estudiaba hacía mis «cosas» en la calle.

—¿Cómo cuáles?

—Por ejemplo, fui fundador del grupo Proyecto de Gonzalito Rubalcaba, también del coro Cohesión de Zenaida Romeu; fui percusionista durante dos años de la Sinfónica Nacional. Grabé mucho junto a Edesio Alejandro y Juan Piñera, recuerdo que como pianista dejé registrado muchos de los capítulos de Toqui. Trabajé como percusionista con la maestra Digna Guerra y su Coro Nacional. Ya después de graduado del ISA, hice el servicio social en Santiago de Cuba, y fui profesor del conservatorio Esteban Salas y timpanista de la Sinfónica de Oriente. Estuve en Moncada, en Irakere, en Diákara cuando la época de Silvio, pero algo que me ayudó mucho fue trabajar en cabarets, como el Capri, Parisién, Copa Room. Creo que de la música hay que aprenderlo todo, y después tú defines a qué te quieres dedicar. Cuba tiene un mundo musical muy grande con más de cien géneros. Es una virtud ser productor musical en nuestro país, por los ritmos y tradiciones que nos han legado los grandes de siempre.

—Pero no solo haces producciones discográficas, también eres director musical...

—Sí, luego de más de diez años produciendo he comenzado recientemente a dirigir musicalmente, como el concurso Adolfo Guzmán, también los conciertos de Anaís Abreu y de los discos que hago. En estos momentos tengo propuestas de la TV para dirigir musicalmente algunos programas.

—¿Tienes algún team de músicos con el cual te sientes más cómodo grabando?

—Sí, yo les digo el «team Vega», aunque también trabajan con Ceruto, Joaquín, Germán, Dagoberto y otros productores. Todos vienen con mucho oficio, con ciertas características porque ser músico de estudio requiere ser más abiertos, leer más rápido, tener un dominio y una rapidez mental increíble, porque uno va con algunas ideas a los estudios, pero otras las hace ya en caliente en la grabación. Llevo años con ellos y con otros que se han incorporado, pero por ahí tengo a Raúl «El chino» Verdecia en las guitarras, Eduardo Sardiñas, Efraín Ríos, Ruy López-Nussa, Bejerano, Lavoy, Emilio y Emilito del Monte, Robertico García, Alfred Thompson, Tomás Ramos «El panga», Miguel Ángel «Pan con salsa», Frank Rubio, Roly Luna, Alexander Abreu... En fin, son muchos y no cabrían ni en diez páginas. Y lo mejor de todo es que somos excelentes amigos y eso se nota. Cuando uno oye el disco se siente una riqueza sonora, un sabor, y eso es porque disfrutamos mucho cuando trabajamos juntos, porque te repito, somos todos grandes amigos.

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