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Una vida dedicada a hacer reír

En julio falleció el destacado humorista gráfico argentino Roberto Fontanarrosa, inventor de la historieta de humor delirante

Autor:

Juventud Rebelde

Roberto Fontanarrosa contaba una vez que revisó su árbol genealógico y encontró que la mamá de Cristóbal Colón portaba su propio apellido, por lo que asegura que él mismo es descendiente directo de Colón. Y podemos creerle, ya que en cierta forma Fontanarrosa fue un redescubridor de la historieta. Nació en Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina en 1944. Falleció en su ciudad el 19 de julio de 2007, pocos años después de habérsele diagnosticado una esclerosis lateral amiotrófica, una dolencia autoinmune que ataca las células neuromotoras. Todo comenzó con una parálisis en el brazo izquierdo que se extendió al derecho y a las piernas. En enero de 2007 dejó de dibujar, y pasó a hacer los guiones que ilustraba su amigo Cristóbal Reinoso (Crist). Su fallecimiento produjo consternación mundial, porque si había alguien vivo, en todo el sentido de la palabra, era Roberto, el reinventor de la historieta.

Su mayor mérito fue haber inventado la historieta de humor delirante, donde también se colaba algo de poesía y filosofía. Cada cuadrito suyo estaba lleno de frases desternillantes y paralelismos locos. Usó la parodia como su medio de expresión, copiando socarronamente las historias de superhéroes, gauchos valientes y mafiosos sanguinarios, y dándole un vuelco hacia el humor absoluto, y se adivinaba que él mismo se divertía muchísimo haciéndolo. Tuvo la misma calidad como dibujante de chistes, como historietista y como escritor de cuentos y novelas. Su producción fue impresionante, pero el mayor deleite era verlo en charlas y conferencias donde hacía gala de su agudeza, de su ingenio, de sus respuestas rápidas y de su capacidad de quitarle solemnidad a toda situación. Adonde él iba, la sala se llenaba de bote a bote, y había cola en la puerta. Lo seguían chicos y grandes. Y él andaba por la vida con la seguridad de quien sabe que lanzará la palabra exacta en el momento exacto para tener a toda la audiencia rendida a sus pies. Y la gente lo adoraba, agradecida de tener delante suyo a este maestro de ideas ingeniosas. Él es el único que pudo darse el lujo de hablar de las malas palabras en el Congreso de la Lengua Española, que acabó a carcajada limpia. Y no porque fuera payaso ni contador de chistes, sino porque deslumbraba con su natural irreverencia y su lógica brillante.

Autor de 33 libros de humor (sin contar aquellos donde participó como ilustrador), creador de infinidad de historietas, columnista del diario Clarín y colaborador creativo en el grupo cómico- musical Les Luthiers, el Negro (como lo llamaban familiarmente, por su oscura barba) era una máquina de crear. Sus cuentos han sido adaptados al teatro y a la televisión en múltiples versiones, y siempre han sido garantía de éxito. En 2002 pudo viajar a Turquía como jurado del Festival Aydin Dogan Vakfi (noticia que tuve el honor de transmitirle personalmente). Muy gentilmente, a su regreso, me envió una tarjeta con un dibujo suyo. En 2005, lo volví a llamar porque me pidieron que lo convocara como jurado para el festival Humor en las cataratas, de Foz de Iguazú, Brasil. Pero esta vez me dijo: «ya me cuesta mucho desplazarme, así que lamento mucho no poder ir».

En el último año recibió infinidad de premios y honores en Argentina y en el exterior. Fue galardonado con un premio a las letras en el Hay Festival, de Cartagena de Indias, Colombia, como reconocimiento a su obra entera. Recibió el homenaje de sus colegas humoristas en un website lleno de dibujos dedicado a su afición por el club de sus amores.Fontanarrosa con F de fútbol. (http://homenajealnegro.blogspot.com).

Para disfrutar de su obra pueden consultar su sitio: www.negrofontanarrosa.com

Recibió un premio en el Senado de la Nación con la Mención de Honor Domingo Faustino Sarmiento —nombre del presidente del siglo XIX que más trabajó por establecer y difundir la enseñanza pública en su país— , la máxima distinción que entrega la Cámara Alta.

Asimismo, se le concedió el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional de Córdoba, la más antigua de Argentina, y durante la entrega del prestigioso premio Clarín-Alfaguara de novela (cuyo jurado integraron Rosa Montero, José Saramago y Eduardo Belgrano Rawson), patrocinado por el diario de mayor circulación en Argentina, se le entregó el Premio a la trayectoria como escritor, que ya habían recibido Juan José Saer, Ricardo Piglia y Griselda Gambaro.

En noviembre de 2006, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le otorgó el premio La Catrina, que anteriormente fue ganado por Sergio Aragonés, Quino y Rius. En cada uno de estos eventos, no perdió su espíritu, su humor, ni su sonrisa.

Un eximio escritor, un fino humorista, un impresionante dibujante y un hombre simple, directo, divertido, fanático confeso del fútbol como cualquier rosarino, que siempre conservó el estilo de barrio y los modos de la gente común, logrando que todo el mundo se sintiera identificado con él. Todo eso fue Fontanarrosa. ¿Cómo no lo vamos a extrañar?

* Ilustradora y humorista argentina

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