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¿Balada triste de trompeta?

El sueño de Andy González Leyva, después de ganar el primer premio del prestigioso concurso Musicalia es estudiar en el Instituto Superior de Arte, para lo cual deberá vencer las pruebas de ingreso de Historia, Español y Matemáticas

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Su mejor carta de presentación fue la impresionante defensa que hiciera del Allegro, el Largo y el Vivace del Concierto para trompeta y orquesta, de J. Neruda. Entonces el joven holguinero Andy González Leyva regaló a la atónita audiencia, junto a la Orquesta de Cámara del Conservatorio José M. Ochoa, dirigida por el maestro Oreste Saavedra, una interpretación que sobresalió por la nítida expresividad de su ejecución, por sus agudos de gran brillantez, por su talento extraordinario para parecer un consagrado aunque ahora apenas empieza. Entonces supe que se trataba del muchacho del cual hablaban con orgullo sus profesores, el mismo que terminara su nivel medio con la máxima calificación y felicitaciones, y que ganara el primer premio del prestigioso concurso Musicalia, que convoca no solo a jóvenes estudiantes de la Facultad de Música de la Universidad de las Artes de Cuba, sino también a otros de escuelas de música de nivel medio.

Entre estos últimos estaba, en mayo de 2009, Andy González, quien asegura a Juventud Rebelde que participó en el certamen de pura casualidad. «Un buen día me encontraba como de costumbre estudiando mi instrumento en la casa, cuando mi mamá me anunció que estaba de visita la especialista que fuera representante de la Orquesta Sinfónica de Holguín. Bajé a saludarla y me preguntó: ¿Y la trompeta?, a lo que yo le respondí: Bien, muy bien. Oye, me dijo, ¿tú sabes que en La Habana se hace un concurso todos los años en el ISA nombrado Musicalia? Al ver mi desconocimiento me dio un número para que la llamara, con el fin de hacerme llegar las bases y el programa. Y así lo hizo».

Dos semanas después González Leyva, quien anhela integrar una orquesta sinfónica reconocida, donde pueda desempeñarse como músico y como solista, estaba en la capital en busca de su maestro Franklin Brus, quien lo puso en contacto con nada más y nada menos que Emilio Heredia y Jorge Rubio, trompetistas principal y alternante, respectivamente, de la Orquesta Sinfónica Nacional.

«Todo lo que soy, se lo debo a mis maestros, quienes no han reparado en tiempo ni esfuerzos para hacerme mejor instrumentista. Y esa vez no fue la excepción. Después de aquel primer encuentro viajé otras dos veces a La Habana, hasta que estuve listo para el certamen, que duró tres días. Como ocurre en todos los concursos, resultó una experiencia muy estresante, pero me enriqueció mucho, aunque fuera inevitable que poco a poco fueran eliminando participantes hasta que quedamos cuatro: el que obtuvo el tercer lugar, los dos que compartieron el segundo, y yo que quedé en primero.

«Te puedes imaginar lo nervioso y feliz que estaba, pues escuché mi nombre y todavía no lo podía creer. Para mí significó mucho, sobre todo cuando los profesores del ISA, encabezados por la decana de la Facultad de Música, se reunieron conmigo y me hicieron una serie de preguntas sobre historia de la música, armonía, solfeo, etc. Y me dijeron que ya no tendría que preocuparme por las pruebas del ISA...».

—Entonces, estás feliz...

—Bueno, estuve felicísimo hasta que supe que todo había cambiado y que ya no solo tendría que hacer un examen de Historia y Español sino además de Matemática, lo que acabo de confirmar cuando leí lo que publicó JR.

Andy mira su realidad y se debate entre hacer o no las pruebas de ingreso a la educación superior, que significaría en lo personal, la posibilidad de superarse académicamente como artista, en fin, de lograr perfecionarse  aun más en la trompeta, el instrumento al que le dedica la mayor parte de su tiempo.

—¿Te desilusionaría no estudiar en el ISA?

—Por supuesto, estaba muy feliz porque al menos veía muy cercana la posibilidad de entrar al ISA: el sueño, la meta de todo aquel que durante tantos años se prepara en una academia o en un conservatorio.

«¿Por qué es importante el ISA? Porque, como bien se manifiesta en su denominación, nos permite superarnos aún más. Y no solo por lo nuevo que recibirás de otros profesores, sino porque te permite estar en contacto con una vida cultural mucho más intensa. Aquí en Holguín, por ejemplo, a pesar de que existen destacados concertistas, agrupaciones de cámara, orquesta sinfónica, hay que esperar a que se desarrolle la Jornada de Conciertos para poder disfrutar de la música clásica. El ISA te posibilita crecer no solo como músico sino como artista, y como ser humano».

—Y entonces, ¿qué harás en lo adelante?

—Seguir aferrado a la trompeta, estudiando día a día, dando lo mejor de mí.

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