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¿Como la vida misma?

La mayoría de los cerca de doscientos comentarios de los cibernautas, que respondieron a la convocatoria de JR de intercambiar con actores de la telenovela Aquí estamos, coincide en que este espacio aborda temas medulares de nuestra sociedad actual, hasta ahora poco tratados

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Ya está comprobado: basta con que un espacio como la telenovela se disponga a reflejar las luces y las sombras del día a día de los cubanos, y enseguida entre los televidentes se enciende la polémica. Sucedió con Diana, La cara oculta de la luna, con Doble juego..., y ahora con Aquí estamos, dirigida por Rafael «Cheíto» González y Hugo Reyes, quien asumió el guión junto a Alfredo Felipe Pérez.

JR, pendiente de los criterios apasionados de los cientos de sus seguidores, decidió convocar a su redacción digital a un grupo de los actores, quienes con Cheíto al mando accedieron a dialogar con los cibernautas fieles a nuestro sitio web, como José Miguel Otero Suárez que aunque ya peina canas, «no recuerda haber podido disfrutar anteriormente tanto de una telenovela cubana».

Como norma, Gretel Cazón (Estrella), Denis Ramos (Shidalta), Yazmín Gómez (madre de Paula), Néstor Jiménez (padre de Paula), Faustino Pérez (Carlos, padrastro de Adonis), Yaíma Morfa (Sandra), Nilda Collado (Adela, uno de los espíritus) y Cheíto González, se encontraron con reflexiones como las emitidas por quien firma como «Tito23», para quien «Aquí... se erige como un torrente continuo de vivencias personales en la retina del cubano. Ver reflejados tantos sucesos de la cotidianidad en tan breve espacio supone un mérito inigualable. Un guión estudiado, profundo, analizado con sagacidad; diálogos inteligentes, relevantes, productivos. Una banda sonora de ensueño y un elenco que ha sacado petróleo de la roca viva. Todos los personajes llevan en sí el resumen de un sinnúmero de caracteres que a diario caminan por nuestra sociedad».

Y continúa «Tito23», cuya opinión resume el sentir de la mayoría: «Cada uno (de los actores) hace ostensible su capacidad histriónica de modo envidiable. Se pusieron casi cosida la piel de los personajes que interpretan. La inseguridad, el triunfo, lo absurdo, el interés, lo banal, los intentos de que el corazón prevalezca por encima de la conciencia, la “lucha”, el sosiego, la amistad, las oportunidades y sus oportunistas, la realidad, las dificultades, los sueños, el engaño, la traición, el desamor, el Malecón y La Habana…».

Igual que consideran no pocos, para «Tito23» sería ideal que existieran personas como Adonis, «a pesar de su dureza aparente»; o como Yoyi, «con su enorme calidad de hermano y ser humano», mientras piensa que no son escasas las Paulas, que «por momentos dan tumbos hacia “nuevos” conceptos de vivir la vida».

A «Nury» le ha gustado «el enfoque y el tratamiento que se le ha dado a cada uno de los personajes, pues nos están dando la imagen de lo que pudiera estar pasando (y sabemos que sucede así más de lo que quisiéramos) con no pocos jóvenes, los cuales, sin embargo, viven con miles de interrogantes, disyuntivas, incomprensiones, indecisiones, ambiciones, desorientación, traumas afectivos; con buena, deficiente o ausente orientación por parte de la familia y de la propia sociedad.

«Encuentro muy acertada la idea de que a pesar de todos sus conflictos, la trama los haga converger en un punto en el que sale a flote lo mejor de cada uno de ellos: la vocación por el teatro. Y en este punto también se ha sabido mostrar con cuántos obstáculos hay que lidiar a veces para lograr los sueños, mas queda claro que el tesón y el sacrificio son el mejor camino para llegar a alcanzarlos».

De aquí, de allá

No faltaron entre los lectores quienes hicieran sus señalamientos a esta producción que finaliza ya la próxima semana. Entre ellos se halla «Lisy»: «Si bien es cierto que la telenovela ha tocado temas medulares de nuestra sociedad actual, hasta ahora poco tratados por su naturaleza (díganse prostitución y homosexualidad/bisexualidad, por ejemplo), también lo es que hay algunos detalles que menoscaban el resultado final. Me refiero, por ejemplo, a la falta de fuerza en escenas climáticas de un capítulo, o a los finales de capítulos poco irrelevantes».

De cualquier manera, «Lisy» no quiso dejar de felicitar el desempeño de los jóvenes actores (han estado a la altura de los consagrados, dice la generalidad), pero sobre todo a actrices de la talla de Alina Rodríguez «en el rol de la madre prepotente que pone el dinero por encima de todo (que las hay, ¿eh?)» y de María Teresa Pina, «siempre tan natural».

En el grupo de «Lisy» también aparece «SNC», quien a pesar de reconocer que «me encanta, pues soy una joven de 20 años y veo lo que se vive, no quiero dejar de mencionar algunas cosas con las que no simpatizo: la novela dura muy poco tiempo como para pasarse tanto viendo a los fantasmas conversando (aunque han tocado temas muy importantes, de veras llega a aburrir, y no por mala actuación); tampoco se aprecian problemas materiales en las personas: el único personaje que de veras los tiene es el ex presidiario, y el tratamiento que se les dio a los padres de Pedro no me satisface, porque cada vez que sale un “guajiro” los ponen brutos y en casas de madera».

Silvia Machado solo no puede entender por qué los capítulos no se retransmiten en la madrugada como sucede con La favorita, que considera muy inferior. «Apoyo mucho esta serie valiente; con personas de razas, situaciones económicas, tipos de familias y preferencias sexuales diferentes. Ya soy mayorcita, pero estoy con Aquí estamos», afirmó. Según «Reinier» a la telenovela «solo le faltó tratar el tema de la discriminación racial, que duele decirlo, pero está presente aún como fenómeno social».

«Roberto», quien se asume como un «telenovelero obligado por no tener otra opción a esa hora», manifiesta que no cree que esta producción sea «lo mejor que se ha hecho en la TV cubana, cuando existen Sol de batey, Tierra brava, Pasión y prejuicios, Doble juego y muchas otras más. A mi juicio fue necesario que transcurrieran muchos capítulos para poder “engancharse” con la trama. Sin embargo, hay que reconocer que los conflictos manejados son nuestro reflejo».

«Mary», en tanto, no le encuentra lógica ni simpatía «a esos difuntos», mas el reconocido actor Néstor Jiménez esclarece que «una telenovela no es un reflejo de la vida real, está llena de situaciones de ficción, resultado de un proceso de creación, que responde a cánones y a elementos propios de un guión, y su objetivo es “recrear” las situaciones de la vida real, no plasmarla tal y como es, o tal y como la vivimos».

«La escena donde aparecen los difuntos intenta mostrar cómo los conflictos de los actores de antes son similares a los que enfrentan los jóvenes de la actualidad», explica Nilda, quien también expone que no depende de ella la frecuencia con la que aparece en la pantalla doméstica. «Ojalá estuviéramos en todas las telenovelas, porque me encanta trabajar en ellas y compartir con las nuevas generaciones, cuyo desempeño en este caso fue excelente. Creo que el relevo está asegurado».

¿Otra vez el mismo tema?

Varios, como «Chelo», coincidieron en preguntar «si es que está “de moda” dar tanto bombo al homo-bisexualismo?», a lo cual Néstor Jiménez responde: «Pienso que es una muestra de que la sociedad cubana es pluricultural y plurisocial, y de alguna manera es sano que la televisión muestre todas las incidencias de la vida cotidiana, claro, con un sentido artístico, que en definitiva es el objetivo de todo creador».

Faustino Pérez (Carlos) subraya que sencillamente «son seres humanos que han existido siempre, y tienen todo el derecho de que se reflejen sus problemas; más como en esta telenovela, donde está tratado de una manera elegante y sutil». A ello, la primera actriz Nilda Collado interroga: «¿Y por qué no, si existe? No se puede tapar el sol con un dedo. No ha sido ofensivo el tratamiento que se le dio, lo que pasa es que hasta hace muy poco era un tema tabú».

Yaíma Morfa, la Sandra de Aquí estamos, se niega a creer que se trate de «hacerle tanta propaganda a la homosexualidad en la televisión», como afirma «Félix». «Pienso —dice esta muchacha que también incursiona en la radio—, que sí es necesario hacerle entender a las personas que los homosexuales son personas iguales a los demás: sufren, lloran, ríen y tienen problemas como cualquier otro.

«Y es que, aunque no lo parezca, aún nuestro pueblo tiene una mentalidad y una visión un poco retrógrada en cuanto a estos temas que consideran “diferentes” y que quizá no se les puede tocar de cerca. Se debe hacer conciencia y es bueno que los medios pongan empeño en esto.»

En este sentido «Aníbal» apunta: «Veo que todavía una buena parte del público no acaba de asimilar el tema del homosexualismo. Lo entiendo, porque sé que las mentalidades no cambian así de un día para otro, ni por las consignas sobre la diversidad ni por las actividades en el Pabellón Cuba dirigidas por CENESEX. Es hora ya de que nos demos cuenta de que la sociedad es un abanico de personas diferentes».

A diferencia de lo que sucedió con el «escabroso» tema, muchos sí agradecieron que en la telenovela tuviese fuerza un personaje como el padrastro de Adonis, que interpreta Faustino, quien aprovecha para decir, a propósito de su «hijastro» que «los jóvenes en Cuba tienen diversas maneras de pensar, y alguien como Adonis pertenece a esta realidad. Si bien tienen ciertos rasgos negativos en cuanto a su comportamiento social, poseen muchos valores humanos. Lo que ocurre es que a veces no acaban de encontrar su camino, y en ocasiones no somos capaces de arrastrarlos, de motivarlos».

En cuanto a su propio papel en Aquí estamos, Pérez asegura que ha sido uno de los más difíciles que ha enfrentado. «Tuve que estudiar desde la manera de hablar hasta la manera de mirar. Un personaje extremadamente complejo que me llevó un profundo estudio de muchos patrones para conocer sus interioridades. Lo difícil era incorporarlo. Me parece magnífico que alguien como Carlos encuentre un lugar en la telenovela. Porque es importante que entendamos que todo ser humano tiene derecho al cambio, a reincorporarse nuevamente a la sociedad».

De la reacción de la gente señala: «Me ha ido muy bien. Ya me bautizaron como “Puro”. Y, por supuesto, todo el mundo me ve tan ligado a Adonis que me preguntan dónde lo dejé. Una señora, con lágrimas en los ojos, me rogó un día que lo ayudara, que no lo dejara solo, porque sabía que yo tenía buenos sentimientos».

Denis, alias Shidalta, también ha estado entre los «suertudos», gracias al cariño que ha recibido de los televidentes. «Me siento muy contento de haber interpretado este personaje, y la acogida ha sido buena e inteligente», dijo.

A pesar de poseer una experiencia anterior con un personaje similar a Shidalta (el Ahmed de Historias de fuego), Denis cree que es muy positivo que se hagan visibles estas complejas problemáticas que enfrenta su «héroe». Por eso se preparó nuevamente con mucha responsabilidad. «Tuve un encuentro con una psicóloga; y antes de empezar a grabar con una amiga estudiante de Psicología y además con la especialista que asesoró el guión. De ese modo me introduje en el mundo del consumo. Tuve entrevistas con muchachos con los mismos problemas del personaje y observé a algunas personas que conocía que tenían traumas similares».

La preocupación mayor de «Mayre» es que «todos los problemas sociales que enfrentan los personajes de la novela son generados por conflictos con los padres. ¿Es que acaso esa generación de padres no ha sabido educar a los hijos, protegerlos, orientarlos, crearles valores?».

Historias quizá no contadas

Cuenta Yazmín Gómez que llegó a Aquí estamos, porque la convocaron para hacer justo ese personaje. Y entre las cosas jocosas que le sucedieron durante la filmación, se detuvo, entre risas, en una: «Néstor se pasó todo el rodaje con un par de zapatos disparejo, cada pie tenía un diseño diferente, y se vino a percatar en la última semana del rodaje (alrededor de ocho meses)».

Aunque ambos nunca habían trabajado juntos como pareja en la televisión, sí habían coincidido en otras producciones. «En general —explica Yazmín— todas las escenas fueron complejas, porque los dos siempre teníamos mucho texto, pero en particular la más difícil fue la de la separación. Me han dicho que ha gustado mucho, pero en realidad buena parte del mérito es del guión. Cuando este es bueno, la línea de pensamiento es lógica y todo sale muy orgánico».

Para Néstor constituyó un placer compartir el set con Yazmín, tanto que aprovechó para confesar «que la Gómez es el amor secreto de mi vida. No se imaginan las veces que he corrido detrás de ella por todo 23 y barrios adyacentes, pero nunca me ha aceptado como pareja real. Ahora en la novela me di gusto por partida doble, pues era mi esposa. Algo así como: ¡Toma, al final caíste en mis brazos…! (sonríe). No, en serio, Yazmín es una excelente actriz, mi amiga del alma, y la paso genial con ella trabajando, es inteligente, suspicaz y bella».

Interrogado sobre las razones por la cual («para bien de los dramatizados, que conste, dice «Ernesto») Néstor está una y otra vez introduciéndose en los hogares cubanos, el histrión «jura»: «no hago nada para que los directores me escojan; evidentemente hace muchos años que trabajo en la televisión y tengo ya un currículo amplio y responsable, y eso es una seguridad para cualquier director».

Denis, entre tanto, coincide con «Julio Enrique» en que Shidalta ha sido uno de los roles que más le ha exigido en su todavía corta carrera. «Tuve que aprender a patinar, narra este joven que cursa el 2do. año en el Instituto Superior de Arte, por curso para trabajadores. Me pasé dos meses entrenando con un profesor del Equipo Nacional de Patinaje. Y sí, tengo anécdotas: siguiendo al entrenador no me di cuenta de que una rama de un árbol permanecía inclinada en la acera, y entretenido con el móvil, cuando miré al frente no tuve otra alternativa que apoyar el codo, y me pasé un mes con el hematoma. Cuando grabé la escena del accidente, el maquillaje de la herida me lo hicieron en el mismo codo.

«Shidalta me ha enriquecido mucho. Gracias a él he tenido la oportunidad de aprender cosas que no sabía, de experimentar otras sensaciones que no había sentido ni en el escenario ni en la vida».

El personaje de Gretel Cazón, sin embargo, no ha encontrado mucho apoyo con las féminas como «Carol», quien considera que «Estrella se entregaba demasiado en las relaciones amorosas, es decir, vive más la vida de sus parejas que la de ella misma». No obstante, esta bella muchacha considera «que es muy importante la entrega en una relación. Lo que sucede es que esa entrega debe ser proporcional a lo que se recibe. Uno debe escuchar a la otra persona y darle su espacio. De cualquier manera, amar siempre implica un riesgo».

Para Gretel el teatro es la base en la formación de un actor, y agradece tener esa experiencia. «Es el espacio donde se puede estudiar un personaje de manera minuciosa, y donde el actor puede autoinvestigarse, conocerse y desarrollar las herramientas y las técnicas que necesita para llevar adelante su carrera.

«Mi anhelo —enfatiza— es poder interpretar siempre. Y que me den personajes bien construidos, con conflictos, diferentes. Para mí encarar un personaje es un acto sagrado, y requiere una entrega total. El actor debe darle todo lo que tiene, y mientras más crezca como persona, más completa será su interpretación».

Con pequeñas apariciones en la TV, en propuestas como La cara oculta de la Luna, donde defendió a la Cary de la última historia, o en series al estilo de Patrulla 444, Yaíma se dejó «provocar» sobre todo por las lectoras de JR, y le confesó a una tocaya suya: «cuando me dijeron que tenía que trabajar con Roberto Perdomo me emocioné mucho, porque considero que es un actor con una trayectoria bien sólida, y, como si fuera poco, como mujer también me impresiona, ja, ja, ja…

«La verdad es que fue muy gratificante compartir la escena con él. Nos compenetramos mucho con nuestros respectivos personajes y siempre discutíamos mucho acerca del porqué de las reacciones de estos en cada momento».

Según Yaíma no tuvo en Aquí estamos una escena más dura que aquella que tuvo lugar en la casa de Cecilia. «Cuando me entregaron los guiones y me anunciaron que tenía que enfrentarme con Alina Rodríguez, me entró una especie de pánico, porque es una actriz a la cual yo admiro muchísimo. Entonces me pregunté: ¿Cómo se le da una “galleta” a Alina Rodríguez?

«Traté de investigar cómo se comportaría una mujer de una clase digamos acomodada, en una situación como esa y se encuentra con una familia como la de Cecilia. De todos modos, mi investigación no sirvió de mucho, pues al llegar al set, Alina me lo cambió todo, y yo me dije: “Tengo que imponerme, porque si sigo con la idea que traje, no me voy a ver en la escena”. Hicimos dos ensayos para montarla, donde nos dimos todos los golpes, y luego, en el momento de la grabación, casi ni nos tocamos…

«Parece que la escena, después de todo, no quedó tan mal. Al menos siempre me preguntan por ella, y quedé como Sandra, “la que se pone bajita y con la chancleta en la mano”».

Mirando desde casa

Ahora, con la cabeza «más fría», y con la posibilidad de autoevaluar su desempeño, estos populares actores están en condiciones de explicarles a «Jaknel» si se sienten satisfechos con los resultados. Este opina: «yo sé que ustedes siempre se piden un poquito más pero…». Néstor admite que «a pesar de que todo artista constantemente se exige más y más, incluso después de ver el trabajo terminado», la mayoría quedó complacida con la obra final.

«Realmente —continúa Yaíma Morfa— ha causado un impacto grande en la población, lo cual de alguna manera se esperaba. Además de entretener, si este trabajo de crítica social ayudó a algunas personas a mejorarse como seres humanos, pues cumplimos con uno de los propósitos».

«Sí, puedo decir que estoy satisfecha, y sobre todo con el elenco joven, admite Yazmín. Me sentí muy estimulada, viéndolos tan serios y tan talentosos, con tanto profesionalismo a pesar de que muchos por primera vez aparecían en pantalla, asumiendo personajes de tanta complejidad».

Contrario a lo que supone «Diansa», Yazmín está segura de que «con el cubano sí se puede. Por eso me sentí tan bien haciendo la novela, participando en situaciones de nosotros, “los que aquí estamos”, con la mayor honestidad que un dramatizado lo permite. Sin juzgar si está bien o mal. Cada cual debe analizar la vida que lleva, el porqué llegó hasta aquí, y hasta dónde quiere llegar y cómo».

Recordado por conducir también los pasos de una entrega anterior tan polémica como La cara oculta de la luna, ahora que dirige Aquí estamos, Rafael «Cheíto» González subraya que «le gusta dirigir este tipo de obra crítica. En ella es posible abordar situaciones de nuestra realidad que son polémicas, pero es imprescindible trabajarlas y enfrentarlas con valentía en la Televisión».

«Lo más importante es que está comprobado que este tipo de propuesta es muy eficaz para mover el pensamiento, crear conciencia, propiciar el debate y la reflexión», expone Cheíto, quien comenzó en el medio en 1959 como ayudante de escenografía y dos años después se convirtió en camarógrafo, labor que desempeñó por más de 25 años.

«Eso siempre es muy saludable para la sociedad. Las encuestas que se realizaron, por ejemplo, después que concluyó La cara oculta…, donde se abordaron situaciones relacionadas con el sida, evidenciaron que constituyó un alerta para la población. Pudimos constatar que cumplió con su objetivo de sensibilizar a las personas».

Para Daniel Noa «lo mejor de Aquí estamos es precisamente eso: que estamos todos aquí, en esta Cuba de hoy, juntos, distintas generaciones, con virtudes y defectos; unos y otros en una sociedad con aciertos y errores que se muestra tal cual es y nos permite buscarnos en cada prototipo y ver nuestras imperfecciones, no con actitud contemplativa sino de reflexión para lograr el paso a lo mejor de cada quien.

«Aquí estamos se mueve en el camino de la invitación al trabajo honesto y del disfrute de los valores culturales, y en la comprensión y convivencia con lo diferente, por motivos de elección o por mandato natural.

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