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Reynaldo Álvarez Lemus: «mi narrativa es poesía, y viceversa»

El escritor cubano, que presentó Mi chiringolo en la 20 Feria Internacional del Libro, cuenta sobre los privilegios del trabajo con los niños

Autor:

Claudia Arteaga Pérez

Reynaldo Álvarez Lemus, procedente de Pinar del Río, escritor de literatura infantil y ganador de diversos premios literarios, dirige el proyecto de teatro Carita Sucia para los niños. Pero en esta 20 Feria Internacional del Libro, el también miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) se presenta, sobre todo, como autor de Mi chiringolo, título que vio la luz este miércoles en el Pabellón Cuba, sede nacional de la Asociación Hermanos Saíz.

—Reynaldo, ¿qué fue lo que lo impulsó a desarrollarse como escritor?

—Comencé a escribir cuando estaba en el Conservatorio. Tenía un amigo músico y un buen día empecé a componer canciones. Fueron esas canciones mis primeras creaciones, de ahí surgió todo.

—Además de escritor de literatura infantil, usted es poeta, actor, ilustrador, y graduado de música en la especialidad de guitarra clásica. ¿Por qué desde hace un tiempo solo se dedica a la escritura?

—Realmente no es así, es verdad que soy muy conocido como escritor, pero continúo ejerciendo igual mi labor de actor. Actualmente dirijo mi proyecto de teatro Carita sucia, para los niños.

—De los diversos géneros literarios que existen, ¿cuál es su preferido?

—Debería ser la narrativa, pero por todos poseo la misma pasión. Todos tienen para mí la misma poesía, la misma magia, por lo que no puedo elegir entre uno y otro, pues mi narrativa es poesía, y viceversa.

—Con su libro La noche de los papalotes, usted alcanzó los premios Ismaelillo de la UNEAC 2002 y Rosa Blanca 2004. ¿Por qué escogió la noche, y por qué papalotes?

—Bueno la noche es buena para todos los eventos (sonríe), como dice Enrique Pérez Díaz, y concuerdo con él: la noche es mágica, con sus lechuzas, sus grillos, su hermosura y perfección; y los papalotes, para mí, expresan la capacidad de soñar, de volar, de alejarnos de la realidad y escaparnos a otro mundo, a pesar de que ya a muchos no le guste empinarlos. O sea, es la relación perfecta noche-papalotes, magia-sueños, noche de aventuras.

—Ha recibido a lo largo de su trayectoria como escritor importantes premios literarios como La Edad de Oro, 1995; Pinos Nuevos, 1997; Ismaelillo de la UNEAC, 2002; y La Rosa Blanca, 2004. Todos gracias a su literatura infantil...

—Prefiero la literatura infantil por la magia, por el asombro diario que me provoca, porque alimenta el espíritu, porque hay que saber decir las cosas, por las lecturas entre líneas, por el aspecto poético que le impregno siempre; porque no es una lectura seca, fría y directa, como la destinada a los adultos. En mi literatura infantil no me queda nada por decir, suelto mi alma, la lleno de sueños, de fantasía.

—¿Le resulta fácil escribirle a los niños y que estos entiendan el mensaje transmitido?

—Los niños se identifican mucho con mi literatura, y sí, creo que entienden mi mensaje, mis historias. El centro de mi obra son los niños. Mis escritos pueden ser leídos por todas las generaciones, y cada una de ellas les va a dar una interpretación: los adultos lo ven a su manera, los jóvenes de otra, pero los niños siempre le dan la interpretación correcta, la que es.

—¿Por qué surgió el proyecto de teatro Carita Sucia?

—Sentí la necesidad de acercarme más a los niños, pues veía sus inquietudes, satisfacciones e insatisfacciones como propias, y la lectura es buena. Sí, es muy buena, pero no hay roce directo, es alejado, así que con este grupo de teatro, todo es directo, real y fantasioso a la vez. Veo a los niños en vivo, sus expresiones, sus miradas, siento que los comprendo más, y que puedo ayudarlos, hacerlos reír.

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