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Luces y texturas de lo inadvertido

El joven fotógrafo Yunior Yanes intenta, con su muestra personal Ciudad oculta, descontextualizar los objetos, los espacios y los lugares, para otorgar un nuevo significado a La Habana

Autor:

Lourdes M. Benítez Cereijo

«Una buena fotografía se obtiene sabiendo dónde pararse», decía el reconocido maestro estadounidense Ansel Adams. Y es que precisamente lo importante es poder identificar y definir aquello que puede ser invisible para los demás. Se trata de reinterpretar y de reconocer las diferencias, en lo que la mirada percibe de memoria.

Así lo asume el joven artista del lente Yunior Yanes, quien por estos días exhibe su primera muestra personal Ciudad oculta, en la galería Ciudades del mundo (25 y L, Vedado).

Como un aprendiz que a golpe de imagen intenta convertirse en artista, se define el novel fotógrafo que toma a La Habana como objetivo de su lente. En su obra busca mostrar la polifonía de perspectivas y los detalles de lo inadvertido.

«La ciudad constituye un reflejo muy vívido de la historia y las realidades de sus gentes; refleja sus sueños, sus esperanzas y hasta sus contradicciones. Solo basta aguzar la vista e interpretar las señales que nos envía continuamente en forma de luces, colores, sombras, texturas y símbolos».

Para Yanes —quien siente una fascinación especial ante la posibilidad de concentrar en determinados espacios físicos multiplicidad de intereses, puntos de vistas, costumbres y experiencias—, el hecho de haber nacido en Sitiecito, un pequeño pueblo de la provincia de Villa Clara, ha determinado, en gran medida, su manera de ver y entender La Habana. «Para cualquier persona del interior del país, esta ciudad se erige siempre abrumadora y sorprendente. Ha sido la protagonista de la mayor parte de mi obra. He intentado capturar su espíritu a través del lente de mi cámara, como un acto de homenaje hacia un sitio que nos acoge, que nos representa y que, en muchos casos, nos conecta con el resto del mundo.

«Intento transmitir también la variedad de formas y estilos que están presentes. Me inspira la luz, la combinación de espacios abiertos con la más cruda urbanización y la presencia de lo tradicional y lo moderno».

—¿Qué adviertes detrás del lente y qué pretendes transmitir?

—Cuando hago fotografía fuerzo la imagen con acercamientos o distanciamientos del objeto fotografiado hasta los límites permisibles. Me aproximo a detalles que me resulten llamativos, sin importar que ponga en riesgo la identificación o comprensión del significado real de lo que está siendo fotografiado. El proceso lo complemento con el tratamiento digital de la imagen, como herramienta para reforzar colores, sombras y texturas.

«Descontextualizar los objetos, los espacios y los lugares me resulta muy atractivo; otorgarles un nuevo significado, hacerlos casi irreconocibles resulta un juego que me provoca mucha satisfacción, soy abstracto por vocación».

En la exposición Ciudad oculta se percibe cierto gusto o recurrencia a lo simétrico, a lo lineal y a la sencillez, lo cual tiene su argumentación en el interés de Yunior Yanes por la arquitectura, el diseño y el minimalismo, como tendencia dentro de las manifestaciones artísticas contemporáneas.

Afirma que su formación con los profesores Rufino del Valle y Ramón Cabrales, junto a la obra del notable fotógrafo español Pedro Coll, han contribuido a apreciar y reforzar estos conceptos con más fuerza.

«Considero que en nuestra sociedad el sentido estético se orienta en gran medida por lo exuberante, por lo cargado en adornos, en disfraces. Afortunadamente, existe también un grupo numeroso que valora la belleza de lo simple y lo sencillo».

—La Habana ha sido representada desde todas las manifestaciones del arte, incluida la fotografía, que la ha abordado desde disímiles perspectivas. ¿Qué la distingue en tu obra?

—Quise distanciarme en Ciudad oculta de las miradas más tradicionales, de sus íconos más conocidos, de su rostro más visible... Sorprende cómo muchas personas, fundamentalmente extranjeros, nos definen a partir de estos clichés visuales con los que se ha dibujado a La Habana.

—¿Qué lado menos conocido de un lugar tan conocido exhibes en tu Ciudad oculta?

—Pretendí alejarme también de la visión pesimista que muchas veces vemos repetida, pues no todos los lugares de La Habana están rotos, sucios o destruidos.

«Quise mostrar simplemente el lado más cotidiano. Me interesa dirigir la atención al detalle, al color, a las formas. Intento sorprender al espectador al presentarle lugares que están ubicados justo en la esquina de su casa y que en muchas ocasiones, por habitual, no puede identificar, haciéndolos invisibles, ocultos».

—En la muestra, el elemento humano está implícito, aunque no visiblemente reflejado.

—La ciudad muestra lo que hemos hecho o hacemos con ella. Aunque en mis fotos no aparecen de forma explícita las personas, sí se muestra su accionar en el entorno urbano, sea para bien o para mal.

«La fotografía social es un tema que se ha trabajado mucho, sobre todo en el quehacer cubano contemporáneo. Resulta muy importante dejar evidencia gráfica, para futuras generaciones, de cómo hemos sido los cubanos de este tiempo. No obstante, lo que más me preocupa es reflejar lo que fuimos capaces de conservar y construir».

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