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Donde palabra y poesía se imaginan

El volumen Peregrinaje del silencio, del poeta Maikel Rico, viene a sumarse con ventaja al mapa extenso e intenso de la nueva poesía cubana, mientras su autor se nos revela desde ya como una de las voces a las que hay que seguir y procurar

Autor:

Frank Padrón

Peregrinaje del silencio (2013) redimensiona nuevas y viejas inquietudes que integran el cosmos poético de Maikel Rico (La Habana, 1977). El libro, merecedor del premio de poesía en el concurso nacional que auspicia el Centro Hermanos Loynaz de Pinar del Río —ve ahora la luz por su sello editorial y fue presentado en la sala Alejo Carpentier del recinto ferial— se suma a otros anteriores, como Donde no siempre estamos solos (Ediciones Unicornio 2011), Premio Félix Pita Rodríguez 2010 al que, dicho sea y no de paso, han seguido otros reconocimientos en importantes lizas literarias, entre ellos un accésit en Ciudad de Zaragoza, 2013.

La propia poesía, esa que desvela y perturba pero a la vez salva, y en general la escritura redentora y oxigenante, constituyen el gran tema de estos 29 poemas donde el sujeto lírico se desnuda desde lo más hondo; él demuestra ser un laborioso artífice «con el animal perdido/ que es la sombra/ humana/ de la palabra», según estampa en el poemario.

Después vuelve la hoja y escribe, según confiesa, porque es ese su alimento y savia; y también se dice en auto-conversación que «relees páginas enormes echadas sobre ti mismo» porque a veces «la letra surge en el desorden de estos papeles sucios y apagados/ en los que he perdido el nombre/ y la esperanza».

También escribe en piedra pómez, o «leyendo versos de Michaux/ pu(e)de sentir un odio visceral hacia los sueños», para llegar a una desgarradora confesión: «Soy el ser más solo del poema que no existe».

De modo que la interacción de la escritura (propia o ajena) con todo el humano devenir, los reflejos que hay de ella en cada acto vital, que a su vez la incorpora en dialéctica e inextricable ósmosis, están presentes en casi todos los textos que integran el corpus poético, pues siempre el autor «repas(a) esas minucias que la palabra aleja o incorpora/ a un mismo juego».

Pero a la vez, otros dos grandes temas serpentean entre aquel: el amor a la mujer amada y la huella que la misma vida va dejando no solo en la escritura sino, sobre todo, en el hombre que hay detrás de ese otro que juega con las palabras.

La esposa, y no una fémina en abstracto, protagoniza muchos de estos versos, aun cuando la interrelación entre ese y otros ítems sea difícil de deslindar. Así en textos como Desnuda y sin saberlo, Peregrinaje del silencio, Alba, Escrito en otro nombre, Posibilidad u Hoja dibujada, también aparecen la ciudad con sus resplandores y penumbras, el tiempo como el gran condicionante de todo(s), el prójimo, en tanto variaciones del propio escribiente, la soledad y la memoria, ambas catalizadores incomparables de la creación.

El sujeto lírico es un observador curioso e inquieto que deviene lúcido testimoniante. Mientras las evocaciones tienen el poder de (a)traer otros tantos recuerdos y vivencias.

Maikel se nos muestra como un poeta muy bien dotado para la complejidad metafórica; sus versos no solo evitan lugares comunes sino que combinan tropos y procedimientos asociativos que pulsan la polisemia y las lecturas varias.

Lejos de sus reflexiones queda el optimismo ramplón o, por el contrario, la tan socorrida postura del aeda sufriente y trágico: lo mismo los zarpazos existenciales que las alegrías fugaces o duraderas lo (y nos) sorprenden sereno, expectante y vital, presto siempre a plasmar cada vivencia, cada puente que lo lleva a otros sitios escriturales y líricos, lo que no deja de sorprender gratamente en un joven poeta.

De modo que Peregrinaje del silencio viene a sumarse con ventaja al mapa extenso e intenso de la nueva poesía cubana, mientras su autor se nos revela desde ya como una de las voces a las que hay que seguir y procurar.

Felicidades entonces al autor por saltar del silencio al murmullo compartido que es, en definitiva, la poesía, y también a Ediciones Loynaz por hacernos partícipes del hallazgo.

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