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Qué ingenioso hidalgo Don Cervantes

En efecto, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, hacerse escritor. . .

Autor:

Juventud Rebelde

Ese misterio por el que las palabras hilan en el aire mundos espirituales, a la manera en que las pitonisas griegas creían tejer el destino, sigue siendo un secreto a la altura de nuestro muy irreverente y vertiginoso siglo. El modo en que una cadena de sonidos o signos puede desatar universos de vida casi maciza en su color, la clave de la creación y la destrucción en un segundo verbal, se convierte por eso en el poder de unos pocos iluminados, a creer de nuestra mayoría de comunes mortales, y esa razón basta para idolatrar u odiar a los artífices de esos mundos. 

El escritor que nació un día como este, en 1547, es del bando de los idolatrados. Los muy...

Pariente del hidalgo que le sobbreviviría para siempre y que la rapidez de la vida milenial aun no ha sepultado, ese caballero andante de todos, Miguel de cervantes nacía en Alcalá de Henares hace unos 468 años cumplidísmos este viernes lluvioso. Por eso Juventud Rebelde no deja pasar la hora, para dedicar a ese paridor de palabras vivas, unas pocas letras tan comunes.

Los ingredientes

España le recibió al mundo en el siglo XVI. Cuarto hijo de un modesto médico, Rodrigo de Cervantes, y de Leonor de Cortinas, vivió una infancia marcada por los acuciantes problemas económicos de su familia, que en 1551 se trasladó a Valladolid, a la sazón sede de la corte, en busca de mejor fortuna. Sería allí donde se iniciaría en el mundo de la instrucción el joven Miguel, acaso en un colegio de jesuitas.

Cuando en 1561 la corte regresó a Madrid, la familia Cervantes tomó el mismo camino, sin dejar la esperanza de un cargo lucrativo. La inestabilidad familiar y los vaivenes azarosos de su padre, apresado en Valladolid por sus deudas, determinaron que su formación intelectual, aunque extensa, fuera más bien improvisada. Aun así, parece probable que frecuentara las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca, puesto que en sus textos aparecen copiosas descripciones de la picaresca estudiantil de la época.

En 1569 salía de España, probablemente a causa de algún problema con la justicia, y se instalaría en Roma, donde ingresó en la milicia, en la compañía de don Diego de Urbina, con la que participó en la batalla de Lepanto, el combate naval contra los turcos donde fue herido de un arcabuzazo en la mano izquierda, que le quedó anquilosada.

Cuando regresaba de vuelta a España tras varios años de vida de guarnición en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia (donde había adquirido un gran conocimiento de la literatura italiana), la nave en que viajaba fue abordada por piratas turcos (1575), que lo apresaron y vendieron como esclavo, junto a su hermano Rodrigo, en Argel. Allí permaneció hasta que, en 1580, un emisario de su familia logró pagar el rescate exigido por sus captores.

Ya en España, tras once años de ausencia, encontró a su familia en una situación aún más penosa, por lo que se dedicó a realizar encargos para la corte durante unos años. En 1584 casó con Catalina Salazar de Palacios, y al año siguiente se publicó su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un puesto de comisario real de abastos que, si bien le acarreó más de un problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el abigarrado y pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra maestra, el Quijote.

El ingenioso Hidalgo

La primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha apareció en 1605; el éxito de este libro fue inmediato y considerable, sin embargo no le sirvió para salir de la miseria. Al año siguiente la corte se trasladó de nuevo a Valladolid, y Cervantes con ella, para poder seguir mendigando favores. Mientras los grandes poetas del Siglo de Oro, empezando por Francisco de Quevedo o Luis de Góngora, gozaban de una sólida posición o de la protección de aristócratas, y el mejor dramaturgo de la época, Lope de Vega, podía incluso vivir de su obra, la justa fama que le había dado la difusión del Quijote sólo sirvió a Cervantes para publicar otras obras que ya tenía escritas: los cuentos morales de las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso y las Comedias y entremeses.

En 1615, meses antes de su muerte, envió a la imprenta el segundo tomo del Quijote, con lo que quedaba completa la obra que lo sitúa como uno de los más grandes escritores de la historia y como el fundador de la novela en el sentido moderno de la palabra.

A partir de una sátira corrosiva de las novelas de caballerías, el libro construye un cuadro tragicómico de la vida y explora las profundidades del alma a través de las andanzas de dos personajes arquetípicos y contrapuestos, el iluminado don Quijote y su prosaico escudero Sancho Panza.

Las frases más queridas

Por supuesto que la obra cumbre de Cervantes y de la lengua hispana no es reductible a unas pocas frases sin contexto. El libro más traducido después de La Biblia fundó el camino de la novela en español, y sembró en el imaginario un personaje que encarnaba múltiples lecturas, lo que lo haría sobrevivir y trascender para siempre a su autor. A modo de breve homenaje, citemos algunas de las palabras más queridas del hidalgo andante-escribiente.

«Yo sé quién soy--respondió don Quijote--, y sé que puedo ser no sólo los que he dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aun todos los nueve de la Fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno por sí hicieron, se aventajarán las mías».
Parte 1, Capítulo 5

«Señor, una golondrina sola no hace verano».
Parte 1, Capítulo 13

«Aunque bien sé que no hay hechizos en el mundo que puedan mover y forzar la voluntad, como algunos simples piensan; que es libre nuestro albedrío, y no hay yerba ni encanto que le fuerce».

 Parte 1, Capítulo 22

«Cuanto más, que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano».
Parte 1, Capítulo 25

«Cada uno es hijo de sus obras».
Parte 1, Capítulo 47

«No hay libro tan malo--dijo el bachiller-- que no tiene algo bueno».
Parte 2, Capítulo 3

«Cada uno es como Dios le hizo y aun peor muchas veces».

Parte 2, Capítulo 4

«La mejor salsa del mundo es la hambre».
Parte 2, Capítulo 5

«Este mi amo, por mil señales, he visto que es un loco de atar, y aun también yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el refrafán que dice: "Dime con quién andas, decirte he quién eres", y el otro de 'No con quien naces, sino con quien paces».
Parte 2, Capítulo 10

«No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería. Anda despacio; habla con resposo; pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala. Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto, ni cumple palabra. Ten cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos, ni de erutar delante de nadie».
Parte 2, Capítulo 43

«La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres».
Parte 2, Capítulo 58

«El que hoy cae, puede levantarse mañana».
Parte 2, Capítulo 65

 
 
 
 
 
 
 

 

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