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Crónicas caribeñas

Escribiré sobre un libro de Alejo Carpentier, pero no acerca de alguna obra narrativa del recurrente escritor, más bien intento comentar Crónicas caribeñas

Autor:

Luis Sexto

Escribiré hoy sobre un libro de Alejo Carpentier. Y no me reseñaré ninguna de las obras narrativas del recurrente escritor. Intento más bien comentar a Crónicas caribeñas. Y no acudo para empezar a un término manido, ni indigno del autor de El siglo de las luces, al calificarlo de interesante, porque es exacto el valor que le atribuyo.

Crónicas caribeñas —con sello de la editorial Letras Cubanas— contiene la reunión de diversos textos publicados en periódicos y revistas. El tema, en su amplitud, se refiere a los países que el mar Caribe humedece. Y por la cultura universal de Carpentier, este volumen cosió páginas de música, pintura, ciudades, pintores, escritores, artistas de teatro y un etcétera largo, porque como sabemos la cultura de Carpentier carecía de linderos visibles.

Por lo tanto, en Crónicas caribeñas aparecen visiones  del universo del mar Caribe. Y me parece que son crónicas por su acercamiento libérrimo y muy personal a temas y personajes. Y, sobre todo, por las descripciones a veces líricas, en una prosa entrecruzada por una emoción contenida. En Carpentier, escritor de saberes clásicos, la contención es un mandamiento a cuya obediencia se atenía.

Tanto como estudioso de la cultura del Caribe, el autor de El recurso del método fue escritor atento a los valores de esa misma cultura. No olvidemos que en El reino de este mundo, una de sus novelas, trabaja con ambientes y personajes haitianos, y en Los pasos perdidos con elementos venezolanos… Y podríamos seguir mencionando obras vinculadas con nuestra región y que él reconociera como mundo real maravilloso. 

Como ya califiqué de interesante a Crónicas caribeñas, puedo agregar que lo interesante no siempre aparece espontáneamente, sino que el escritor o el periodista han de buscar y saber hallar lo interesante de hechos o aspectos cualesquiera, y sobre todo poseer la maestría para apresar el interés del lector.

Hay mucho que aprender disfrutando de una prosa ágil, dúctil, amena. Carpentier nunca escribe lo que sobra, sino lo que le falta al lector por aprender. Y por esa razón, suele convertir lo importante en un enunciado interesante, incluso, convierte lo menos importante en interesante. Esa es la virtud de todo escritor culto, culto no solo en datos, sino culto por saber que nadie lee para perder el tiempo, sino para ganarlo mediante el conocimiento de lo que ignora, o casi ignora.

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