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José Miguel Fernández fue un emergente de oro. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 05:41 pm

La base por bolas intencional es una jugada que te puede salvar un partido, o te puede «embarcar el play», como diría mi vecino. Entra en esa categoría de movida estratégica, casi ajedrecística, en la que el mánager que la ordena debe sopesar —en pocos segundos— no pocas probabilidades y posibilidades, asumir riesgos, y saber que puede salirle extraordinariamente bien o estrepitosamente mal. Así es el béisbol.

Este jueves, en el Victoria de Girón matancero, los Cazadores artemiseños y los Cocodrilos locales trenzaron un interesante y cerradísimo duelo, aun cuando la diferencia final aparente otra cosa.

Allí los visitantes contaron nuevamente con una buena apertura, en este caso protagonizada por Geonel Gutiérrez, quien espació seis imparables en poco más de cinco entradas, permitiendo una sola anotación; pero también con una precaria ofensiva que dejó en base a ¡14 corredores! En fin, lo de casi siempre.

Habían logrado los artemiseños conseguir mínima ventaja gracias al oportuno imparable de Osmel Fraga en el tercer capítulo, pero en lo adelante todo fue pura escaramuza. En el cuarto, con hombres en segunda y tercera, Víctor Mesa ordenó desde el alto mando matancero transferir intencionalmente a Michel Rodríguez para lanzarle a Dayán García, y este roleteó por el cuadro para ceder el tercer out.

Tres innings más tarde y con un solo out en la pizarra, Juan Carlos Torres vio pasar cuatro bolas malísimas para llenar las almohadillas, antes de que fallaran el novato Diosbel Arias y el propio Michel.

Todo lo contrario sucedió en la octava entrada, cuando el debutante mánager  Dany Valdespino se inclinó por similar variante con válidos argumentos —según mi modesta opinión. Sin embargo, su fortuna no fue la misma y eso le costó el partido.

Con el juego empatado y un hombre en segunda, el timonel artemiseño prefirió bolear a Guillermo Heredia —había conectado dos imparables, uno de ellos doble— para enfrentar a Lázaro Herrera. Entonces el enmascarado yumurino conectó un doblete que rompió el abrazo.

Sin embargo, lo peor estaba por llegar. Con Heredia anclado en tercera, se dio la orden de «pasar» intencionalmente a Yadiel Hernández para llenar las bases y lanzarle a Tamayo, quien había salido como corredor sustituto por Yoandy Garlobo. Fue entonces que Víctor «apostó» todo a la calidad y experiencia de José Miguel Fernández, y el camero, hasta entonces en el dique seco por lesión, no le hizo quedar mal. Su cuadrangular, con marca de grand slam, sentenció el destino de los Cazadores y dejó más claro, si eso fuera posible, las diferencias entre ambas novenas.

En resumen, cada equipo regaló literalmente tres boletos, una cifra importante, aunque alejada de cualquier récord en este acápite. Según los archivos del inquieto Benigno Daquinta, el 25 de enero de 1972 el lanzador pinareño José M. Sánchez —tiene además la marca individual— transfirió intencionalmente a seis camagüeyanos. Un año después, el también vueltabajero Juan Carlos Oliva llevó «voluntariamente» hasta primera base a ocho jugadores de Industriales, pero este partido duró 14 entradas.

Esta vez Heredia recibió la mitad de los cuatro boletos que a propósito le otorgaron al tunero Osmani Urrutia el 9 de febrero de 2007, en juego frente al equipo más occidental del torneo. Entonces igualó la cifra de bases intencionales otorgadas al pinareño Juan Carlos Linares, en un juego ante Holguín, pero que se había extendido a 13 innings. ¿Qué les parece?

Ataque pirata

Todo parecía indicar que los Piratas de la Isla de la Juventud seguirían sin hacer la cruz, aun cuando jugaban por primera vez en sus predios del Cristóbal Labra.

Sus rivales, los Elefantes cienfuegueros, habían extendido su ventaja en el noveno episodio con una carrera más, que parecía la clásica puntilla. Pero en los últimos suspiros del juego, los discípulos de Armando Jhonson se lanzaron «al abordaje» de la nave sureña para marcar tres veces y forzar el extrainning.

En el capítulo 12 llegó la definición cuando Luis Felipe Rivera abrió con doblete. El relevista Leorisbel Sánchez sacó par de out sucesivos y casi al borde de la Regla IBAF para deshacer el abrazo, el cañonazo de Rodmy Proenza desató la fiesta en el predio pinero.

También «rasparon» un triunfo a última hora los Industriales de Lázaro Vargas. Imparables de Correa y Rudy Reyes antecedieron la debacle pinareña, que llegó en forma de un lanzamiento escapado para el empate y un costoso error del receptor Lorenzo Quinatana para la que en definitivas hizo la diferencia.

Los anfitriones vueltabajeros intentaron dar el tiro de gracia, pero un desafortunado corrido de bases de Saavedra –hasta entonces héroe con su cuadrangular- echó por tierra todas las aspiraciones.

Por su parte, Ciego de Ávila consiguió su primer triunfo al someter sin muchas complicaciones a los Indios guantanameros, Villa Clara aventajó a Sancti Spíritus en duelo de vecinos y Mayabeque salió airoso en su visita a Camagüey.