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Los estadios «calientes» de Cuba

Hay instalaciones donde es más fácil conectar un jonrón que en otras. En 1997 aparecieron las primeras explicaciones fundamentadas sobre el asunto y los expertos en sabermetría se dedicaron a los análisis, las comparaciones y los estudios de las características de los estadios

Autor:

Benigno Daquinta

Varias veces, cuando yo era niño, le escuché decir a don Miguel Cuevas (para los que no lo recuerdan, el Omar Linares de nuestras primeras series nacionales) que aunque Ciego de Ávila era su ciudad, no le gustaba jugar allí porque la pelota «no caminaba». Mi inocencia no me permitía entender aquella expresión, y siempre hacía la misma pregunta: «Si la pelota no tiene piernas, ¿cómo va a caminar?».

Miguel Cuevas, uno de los grandes con el madero, era un estudioso de las características de los terrenos. Foto: Juan Moreno.

Con el transcurso de los años entendí aquel criterio de Cuevas. Que hay estadios donde es más fácil conectar jonrón que en otros, y que, como se dice en el argot beisbolero, los hay de pitcheo y los hay de bateo.

Por entonces, todo era una especulación. Aún nadie se había aventurado a hacer un análisis estadístico, científicamente serio que explicara el fenómeno de por qué la bola «caminaba» más en unas instalaciones que en otras.

Pero en 1997 comenzaron a aparecer explicaciones fundamentadas sobre el asunto. Todo surgió a partir de que Larry Walter, del equipo de los Rockies de Colorado, en las Grandes Ligas norteamericanas, fuera nominado como Jugador más Valioso.

Entonces, los expertos en sabermetría se dedicaron a los análisis, las comparaciones, los estudios de las características de los estadios, y determinaron la manera en que el parque Coors Field, de los Rockies, afectaba la producción ofensiva y de pitcheo. A esa estadística se le denominó Park Factor (factor de ajuste del parque).

Se ha demostrado que en los resultados de los juegos también influyen, y de manera notable, elementos como el tipo de instalación, la temperatura, la humedad que hace en ellos, la ubicación (a favor o en contra del viento), la altitud a nivel del mar, entre otros.

Como Norteamérica es una región grande y se juega béisbol en todo el territorio, las diferencias entre varias ciudades suelen ser significativas y, por ende, también ocurre lo mismo en las instalaciones deportivas, en este caso, los terrenos de béisbol.

En Cuba, sin embargo, los cambios no son tan marcados porque es un país pequeño. Las diferencias de temperaturas y demás variables climatológicas no resultan tan llamativas.

Quizá lo que más influye en nuestro béisbol sean las dimensiones del terreno, pues las reglas no definen claramente las dimensiones de los jardines.

El libro de reglas del béisbol al referirse al terreno de juego solo determina las distancias mínimas para ubicar las cercas en los estadios construidos a partir del 1ro. de junio de 1958. O sea, 325 pies desde el plato hasta las cercas sobre las líneas de foul por las bandas derecha e izquierda, y 400 pies por el jardín central. Debido a esta libertad de reglas, observamos una gran diversidad de diseños en los terrenos de las provincias.

Pero, ¿cuál es el estadio donde se conectan más jonrones en Cuba? Antes de que usted haga su análisis, debo pedirle que tome en cuenta también las nóminas de los equipos de cada territorio. O sea, los atletas que se desempeñan con más frecuencia en cada estadio. Si es un plantel con muchos bateadores de fuerza es obvio que aumenten las probabilidades de disparar conexiones de vuelta completa.

Para colmo, con los constantes cambios que ocurren en nuestra estructura competitiva, se hace más difícil un trabajo que abarque un período mayor de tiempo. Me explico, en las series 50 y 51 todos los elencos efectuaban aproximadamente 90 partidos, a partir de la 52 juegan 45 y después son eliminadas ocho novenas.

Por tanto, solo tomé los jonrones conectados en los estadios de las cabeceras provinciales en la etapa clasificatoria de las últimas tres temporadas y aquí les va el resultado.

Foto: Juan Moreno.

Para suerte de nuestro pasatiempo nacional ya hay dos jóvenes que sí llevan este tipo de estudio de manera científica: Alejandro Aldama y Camilo Quinta. Con el primero estuve conversando y me decía que si Alfredo Despaigne jugara en el José Ramón Cepero, y Yoelvis Fiss lo hiciera en el Mártires de Barbados, probablemente conectarían la misma cantidad de jonrones por Serie.

Como es natural, todo eso está basado en determinados algoritmos matemáticos de la sabermetría, que hasta para nosotros que trabajamos con las estadísticas nos resulta muchas veces difícil de entender.

Mis cuentas, en cambio, son más sencillas, para que cualquier aficionado del béisbol pueda comprender. Alguien podría decir que en el Mártires de Barbados es donde más batacazos se conectan porque Granma tiene bateadores de fuerza; pero, entonces, cómo explicar el caso del Nguyen Van Troi, si Guantánamo no tiene tantos hombres que se distingan por el poder de sus muñecas.

Me gustaría pensar que a la «blanca, redonda y caprichosa pelota», como diría el dramaturgo y crítico de teatro Amado del Pino, le gusta «caminar» más en las tierras calientes, pues son los estadios de las provincias orientales donde mayor cantidad de películas de largometrajes vemos.

Incluso, en los últimos cinco años en Bayamo se han desaparecido 285 pelotas y en el Van Troi 272. Para un trabajo posterior quedaría buscar los jonrones que conectan los equipos visitantes por estadios. A lo mejor, Alejandro y Camilo se embullan.

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