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Descubrimiento del Homo antecessor revoluciona teorías de evolución humana

El descubrimiento de un homínido tan primitivo como el Homo antecessor revolucionó las teorías de la evolución humana Características de La Sierra de Atapuerca Hallazgos en Atapuerca, España, confirman acción caníbal hace 800 000 años

Autor:

Juventud Rebelde

 «Descubrir al Homo antecessor significó un umbral histórico que me hizo renacer», dice Eudad Carbonell, codirector del proyecto Atapuerca. Foto: Flor de Paz Europa fue habitada desde hace aproximadamente un millón de años, según han revelado fósiles óseos de la especie Homo antecessor encontrados en la Sierra de Atapuerca, una región geográfica localizada a 15 kilómetros de la ciudad de Burgos, en el norte de España, y donde también se había confirmado antes la presencia del Homo heidelbergensis, con 400 000 años de antigüedad.

Esta comarca es considerada hoy el mayor depósito arqueológico del Pleistoceno, debido a la significativa muestra de fósiles óseos aportados al registro continental. Sin embargo, la más importante contribución que ha hecho a la humanidad el equipo de científicos que trabaja en este proyecto desde hace más de 30 años, ha sido demostrar que el Homo antecessor fue el primer europeo y el ancestro común de los neandertales y del Homo sapiens.

Encontrado por primera vez en el año 1994, este antiquísimo homínido se convirtió desde entonces en referencia imprescindible para los estudiosos del tema y revolucionó las teorías de la evolución humana, al adelantar en unos 500 000 años el poblamiento del Viejo Continente.

Para el científico español Eudald Carbonell Roura, codirector del Proyecto Sierra de Atapuerca y Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Técnica de 1997, la utilidad y trascendencia del yacimiento pleistoceno de Burgos, al que ha dedicado la mayor parte de su vida, está en que constituye la clave para entender la evolución humana en Europa durante el último millón de años.

Este eminente arqueólogo, a quien contacté en la Universidad de Rovira i Virgili, en Tarragona, se declara amigo de Cuba desde sus primeras palabras; muestra entusiasmo ante la presencia de una periodista de esta tierra lejana y quiere compartir sus conocimientos con los científicos de la Isla.

Le digo a modo de broma que la antigüedad de Cuba es la modernidad de Europa. Sonríe y asiente, pero le seduce la idea de rastrear los caminos por donde anduvieron los aborígenes cubanos. Comienza nuestro diálogo.

—¿Cuáles son las nuevas expectativas acerca de la Sierra de Atapuerca, teniendo en cuenta que estas montañas todavía pueden guardar en sus entrañas numerosos testimonios de la existencia de otros hombres primitivos?

—Sabemos que en Europa existe población desde hace dos millones de años, aunque yo pienso que es más remota, por la antigüedad de las numerosas herramientas que hemos hallado. Para confirmar esta hipótesis, nos falta encontrar restos de homínidos de igual antigüedad y así completar el puzzle de la evolución humana en el continente.

«Llevamos 30 años trabajando en la Sierra y podríamos llegar a descubrir restos de hasta 1 800 000 años (de inicios del pleistoceno) y también de neandertales».

—¿Qué significaría para la historia del hombre que en Atapuerca se encontraran restos de neandertales?

—Sin duda sería muy importante porque así habríamos hallado en un mismo sitio todas las especies que vivieron en Europa en el último millón de años. Esto nunca ha sucedido en nuestro continente, esperamos que en los yacimientos del Portalón y del Mirador lo encontremos. Sería fantástico para la ciencia.

—¿Qué otros aportes ofrecen estos yacimientos al conocimiento sobre nuestros orígenes?

—Además de las especies de homínidos, hemos localizado la fauna que acompañaba a los humanos en el Pleistoceno (desde hace dos millones de años hasta hace 10 000 años). No debemos olvidar los miles y miles de útiles de piedra que nos han permitido conocer la técnica que utilizaban aquellos homínidos para fabricar sus herramientas, y cómo estas han evolucionado con el tiempo.

—Como ser humano y como científico, ¿qué siente al estar en contacto con restos de seres que vivieron un millón de años atrás?

 El Homo antecesor, hallado por primera vez en la Sierra de Atapuerca, fue el ancestro común de los neardertales y del Homo Sapiens. Foto: Flor de Paz —Descubrir el Homo antecessor significó un umbral histórico que me hizo renacer. Cada descubrimiento es como un nacimiento y en cada nacimiento hay una transformación de la persona que da lugar o contribuye a él.

«Un equipo científico, por ejemplo, se renueva de alguna forma cuando hace un descubrimiento, vuelve a poner el marcador en cero, se propone una nueva meta.

«El profundo conocimiento histórico sobre nuestros orígenes es una vuelta al objetivo, lo que nos ha permitido construir nuestra conciencia humana, esa que ahora nos permite analizar estos antiquísimos restos de homínidos. Y en ese sentido, los científicos hemos de ser muy apasionados cuando pensamos y muy fríos cuando trabajamos».

—Usted concede gran importancia al rol que ha desempeñado el desarrollo de la técnica en la historia de nuestra especie ¿Por qué?

—La tecnología nos ha humanizado y su socialización contribuye al progreso de manera acelerada, aunque este no sea igual para todos. El problema está en el comportamiento poco evolucionado de nuestras relaciones sociales.

«Todo el género homo ha practicado la técnica. Hemos inventado desde un tocadiscos, un teléfono móvil hasta Dios. Lo hemos inventado todo.

«La técnica es la base de la evolución humana y lo que nos diferencia de los animales. Un cerebro grande y la capacidad técnica; la conciencia es un producto de la técnica».

—Según sus propias afirmaciones, el hombre se transformará a sí mismo mediante los avances de ciencias como la genética y la bioquímica.

¿Dónde queda Atapuerca? —Por supuesto, somos un laboratorio natural. Nuestra capacidad para entender nuestro funcionamiento y modificarlo puede humanizarnos más de prisa.

—Sin embargo, también ha afirmado que la auténtica deshumanización llegará con las primeras modificaciones directas sobre nuestros genes.

—Para humanizar hay que socializar la ciencia y la técnica. Lo más importante es la conciencia de especie.

—¿Cree que con la aplicación de los avances de la genética y los conocimientos que irá ofreciendo cada vez más el Proyecto Genoma Humano nuestra especie resultará beneficiada o perjudicada? ¿Cómo piensa que pueda influir la aplicación sistemática de estas biotecnologías en procesos como el de la selección natural?

—Si lo analizamos desde el punto de vista moral, es importantísimo que la selección cultural avance y matice a la selección natural, por la crueldad que genera el proceso de humanización.

La aplicación de la biotecnología debe hacerse en el marco de la socialización de estas tecnologías y teniendo siempre en cuenta la mejora de la vida de nuestra especie. Nunca deben utilizarse estos medios para generar desigualdad, opresión o explotación. Si se emplean en bien, sin duda resultaremos beneficiados.

—Entonces, ¿está de acuerdo con la clonación terapéutica?

—Por supuesto, cualquier avance científico que ayude al bienestar de la especie tiene que ser aplicado. Es importante que todos tengamos acceso sin restricción a estos adelantos, sobre todo los congéneres necesitados.

—En el ámbito social y cultural ¿cómo prevé el futuro de nuestro género cuando numerosas amenazas apuntan contra su perdurabilidad?

—Nuestra especie es única; es la última que queda del género Homo. A mi me gusta decir, y por eso lo repito continuamente, que somos la última hoja de un árbol con el tronco y las ramas podridas y caídas. Si esta última hoja cae, nuestra conciencia perecerá con ella. Debilidad y fortaleza es una dicotomía con la que tenemos que aprender a vivir.

—¿Qué significa para usted tener un pensamiento evolucionista?

—Soy darwinista y marxista, como método, no como dogma. Yo no creo, yo pienso. Por lo cual pienso como marxista y entiendo el mundo en continuo cambio. Como evolucionista pienso que hay un proceso del azar que nos ha convertido de homínidos y un proceso de género que nos ha convertido en humanos. Este último integrado por el conocimiento, la solidaridad, la cooperación y socialización de la ciencia y de la técnica. Ese es el proceso de la evolución, que no es un sueño, es una realidad. Ese es mi sueño.

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