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La próxima película de Washington en Somalia

Los últimos ataques piratas contra barcos comerciales disparan las temperaturas en el Cuerno Africano, y todo parece indicar que Somalia puede convertirse nuevamente en la diana de las bombas estadounidenses

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

En 2001, el cineasta norteamericano Ridley Scott regaló a Washington una versión bastante tergiversada de la intervención norteamericana en la guerra que vivía Somalia en la década del 90. Black Hawk Down (La caída del halcón negro) pretendió presentar de forma muy realista una gran mentira: los marines del Pentágono llegaron a Somalia para salvar al pueblo del hambre. Sin contar cómo Estados Unidos azuzó ese conflicto dando apoyo a algunas de las facciones en pugna, el film se regodeó en los constantes combates entre somalíes y unidades de comandos Rangers y Delta Force del ejército yanqui, así como la matanza de 18 marines estadounidenses.

Pronto, a las familias norteamericanas llegará un reality show que se encargará de presentarles la «justa» presencia del Pentágono en las costas somalíes y el Golfo de Adén, donde los piratas no dan respiro a los buques comerciales.

Hasta el momento, las patrullas de barcos de guerra de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de la Unión Europea (UE), aunque sembraron en alguna medida la cautela en muchos piratas, no logran anular sus arriesgadas aventuras en estos mares —por los cuales transitan anualmente unos 20 000 buques comerciales—, poniendo en tela de juicio la efectividad de los planes militares.

Los últimos ataques piratas contra barcos comerciales disparan las temperaturas en el Cuerno Africano, y todo parece indicar que Somalia puede convertirse nuevamente en la diana de las bombas estadounidenses.

Washington se tomó el asunto de una manera mucho más personal desde que el pasado 8 de abril los delincuentes somalíes atacaran el portacontenedores Maersk Alabama, de la empresa estadounidense Maersk Line, con 20 norteamericaos a bordo. El capitán de la embarcación, Richard Phillips, encarnando a cualquier héroe de folletines hollywoodense, se ofreció como rehén a cambio de la vida y la libertad de sus compañeros. Durante cuatro días, Phillips fue prisionero en un bote salvavidas hasta que el pasado domingo fue liberado por una operación de los francotiradores de la Fuerza de Intervención Especial de la Armada (Navy Seals), en la que murieron tres piratas y un cuarto fue capturado.

Esta será, precisamente, la historia que abrirá el programa Pirate Hunters: USM (Cazadores de Piratas: Marina de Estados Unidos), que producirá el canal de televisión por cable Spike TV, después de negociar durante varios meses con la Marina el permiso para introducir sus cámaras en los buques de guerra desplegados en el Golfo de Adén.

Piratas, persecuciones, rescates, chantajes, amenazas... la trama promete suficiente adrenalina para los televidentes de Spike, sobre todo cuando la acción en alta mar puede ser mucho más tensa: el presidente estadounidense Barack Obama apeló a sus aliados y enfatizó su compromiso en la lucha contra la piratería, mientras los antihéroes de la futura serie prometieron ser mucho más agresivos, especialmente contra Estados Unidos.

Desde el pueblo costero de Eyl —centro de acción y abastecimiento de piratas— Abdi Garad, jefe del grupo de piratas que secuestró a Phillips, calificó a los efectivos norteamericanos de mentirosos por haber matado a sus compañeros a pesar de que se había aceptado liberar al rehén sin rescate, y anunció que atacaría especialmente a los ciudadanos norteamericanos que viajan por «nuestras aguas». Desde ese mismo punto de la geografía somalí, otro cabecilla, Jamac Habeb, comentó a AP: «A partir de ahora, si capturamos buques extranjeros y sus respectivos países intentan atacarnos, mataremos (a los rehenes)», y agregó que las fuerzas estadounidenses «se han convertido en nuestro enemigo principal».

La amenaza no es bla bla bla. Este miércoles, el Liberty Sun, un barco mercante de la Liberty Maritime Corporation de Nueva York, fue atacado con cohetes y tiroteado, aunque pudo escapar gracias a los músculos de la Marina, contó CNN.

Por su parte, Washington se prepara para reforzar aún más su presencia en las costas somalíes y en el Golfo de Adén. Oficiales del Pentágono, citados por el diario estadounidense Boston Globe, explicaron que se encuentra en estudio un acercamiento mucho más agresivo hacia la piratería en el Cuerno Africano, que no descarta una operación en territorio de Somalia para enfrentar en tierra a los grupos piratas refugiados en zonas costeras de ese país. Barcos destructores, helicópteros y tropas de EE.UU. y sus aliados arremeterán con mucha mayor fuerza.

Así también lo afirmó el vicealmirante William Gortney, comandante del Centro de la Fuerza Naval y de las Fuerzas Marítimas Combinadas: «La última solución para la piratería es un desembarco en tierra firme», dijo a CNN Gortney, quien agregó que entre el abanico de posibilidades que maneja el Pentágono para su intervención en Somalia, se encuentra la petición de un permiso a Naciones Unidas por parte de Washington, como mismo hizo el año pasado para dar luz verde a la presencia de los barcos de guerra de la OTAN y la UE en esa región.

Ojalá las nuevas ideas del Pentágono no estén «tan bien diseñadas» como sus bombardeos contra zonas del sur somalí en 2007, que en lugar de quitar la vida a los presuntos terroristas de Al-Qaeda, con el potente avión AC-130, mataron e hirieron a muchos civiles y ocasionaron cuantiosos daños materiales a esas comunidades.

Los detalles pronto darán la vuelta al mundo, cuando Spike TV comience a transmitir en vivo la espectacular persecución de piratas. Esperemos entonces, la próxima película de Washington en Somalia...

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