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Sumbe en la memoria

A 34 años de la heroica resistencia de un contingente de civiles cubanos que impidieron entregar la ciudad costera y caer en manos del enemigo un 25 de marzo de 1984, el recuerdo y la gloria lo mantienen vivo

Autor:

Valentin Rodríguez

Qué lejos estaba de imaginar el joven médico Norberto García Mesa que después de regresar eufórico de la boda de la hija del Director del Hospital 17 de Setembro de la provincia de Kuanza Sur en los hangares del aeródromo local, el estruendo de los morteros y la fusilería pesada de las tropas de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), lo despertarían antes del amanecer entre sobresaltado y confuso, pensando que eran los fuegos artificiales de los Carnavales de la Victoria, que transcurrían ese fin de semana.

Casi a medio vestir apenas pudo atinar a ponerse el uniforme verde de las Fuerzas Populares de Defensa y reunirse en el punto de concentración en el que el profesor Héctor Pineda —responsable de armamento— le entregó una flamante PPSH sin el disco puesto y ante la demora en cargarlo que llevaría varios minutos y sin la pericia de combatiente, reclamó un M52. De allí salió presto hacia uno de los puntos de resistencia donde se encontraba el edificio de la Uneca, cerca de la playa.

Gracias a una persistente gestión —me contaba el Dr. Norberto García—días antes del ataque contrarrevolucionario, Orlando González llevó desde Luanda las armas empleadas por sus compañeros, al frente de los cuales estuvo hasta que fue gravemente herido.

El sábado 24 de marzo se inició en la ciudad de Sumbe el Carnaval de la Victoria y en horas de la noche de ese mismo día, los cubanos despedirían a varios cooperantes que concluían su misión, información que seguramente la UNITA poseía, y por lo cual ejecutaron el ataque a la ciudad en el amanecer del domingo, calculando que no existiría ninguna resistencia organizada.

El domingo 25 de marzo de 1984, en la costera ciudad de Sumbe, capital de la provincia de Kuanza Sur, a unos 400 kilómetros de Luanda, en la República Popular de Angola, un grupo de maestros, constructores y médicos cubanos, junto a combatientes angolanos, rechazaron heroicamente un intenso ataque sorpresivo de fuerzas de la  UNITA, en número superior a los 1 500 efectivos y con todo tipo de armamentos.

La dirección central de la UNITA se proponía dar un golpe contra un objetivo donde no existieran fuerzas regulares de defensa, que influyera en el curso ulterior de la guerra, al tomar por vez primera una importante capital provincial relativamente cerca de Luanda, secuestrar un significativo número de rehenes entre colaboradores civiles de distintas nacionalidades y dirigentes locales, para trasladarlos a la base principal en Jamba, manipular la opinión pública internacional y ejercer presión sobre el Gobierno de Angola.

En la ciudad no habían tropas regulares de las Fuerzas Armadas Populares de Liberación de Angola (FAPLA) ni de la Misión Militar Cubana. Además de los habitantes del lugar estaban en la ciudad un grupo de cooperantes civiles de diferentes nacionalidades, entre ellos 230 cubanos.

Al diseñar su plan de ataque a Sumbe, la UNITA no supo valorar la empatía lograda en Kuanza Sur entre la dirección angolana y la colaboración civil cubana. Esta estrecha coordinación permitió constituir el Comando Unificado de Defensa (CUD), que bajo el mando del comisario provincial José Francisco Ramos da Cruz, integró todas las fuerzas bajo un plan general para hacer frente al ataque, bajo un solo anillo defensivo  dividido por sectores para hostigar al enemigo por varios flancos.

Después de cinco horas de enfrentamientos, las fuerzas de la UNITA habían conseguido penetrar en unas tres cuartas partes de la ciudad y tomar el aeropuerto, pero no lograban quebrar los tres puntos de resistencia donde se encontraban los cubanos, que continuaban batiéndose heroicamente. La rápida reacción e intervención de la aviación y de las tropas cubanas de asalto enviadas por la Misión Militar en Luanda, hizo huir a los enemigos, quienes fueron perseguidos y sufrieron numerosas bajas.

Pude apreciar al conversar con el Dr. Norberto García Mesa, la convicción del deber cumplido, la marca que ha dejado Sumbe en él, y el recuerdo de sus compañeros caídos heroicamente. Visiblemente emocionado cuando recuerda ese acontecimiento que marcó su vida revolucionaria, lo narra como si el suceso hubiera transcurrido pocas horas antes.

Han pasado 34 años de aquella memorable victoria y no pasa al olvido. Sumbe constituye una página histórica de la juventud cubana en el cumplimiento de misiones internacionalistas. El heroísmo demostrado por nuestros colaboradores civiles, quienes se enfrentaron valientemente a fuerzas militares bien pertrechadas y muy superiores en número, dignifica la voluntad de todo un pueblo de defender los ideales, aun al precio de sus vidas. 

Recordar la historia es un deber tan sagrado como defender el presente, por eso entiendo al Dr. Norberto García cuando evoca aquel pasaje con la vehemencia de quien podría repetir la hazaña si fuera necesario.

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