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AMLO: con el mazo dando

El nuevo Presidente de México cumple… y aprovecha el tiempo. Él podría verse como la contracara de la expoliación social, la cual significa en otros países latinoamericanos la vuelta de la derecha ultrarreaccionaria y extremista

 

 

Autor:

Marina Menéndez Quintero

 

Para evaluar su irrupción en la presidencia no ha hecho falta esperar los tres meses que habitualmente se aguardan. Menos de un mes de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) al frente del Gobierno de México bastan para mostrar que es real y factible la que ha llamado Cuarta Transformación, por más que estén por delante aún todos los desafíos.

Tal vez porque prometió no relegirse y solo tiene seis años para hacer más justo y equitativo al país, López Obrador pareciera ir a la carrera. Asumió el 20 de noviembre y ya puso en vigor el inicio de una de las medidas más trascendentales de su Gobierno.

Su deseo de universalizar el acceso a la salud y que la atención y las medicinas sean gratuitas, comenzó esta semana por el llamado sur-sudeste, la zona mexicana más empobrecida.

En un acto sencillo celebrado en Mérida, la capital de Yucatán, los Gobiernos de ese y otros siete estados de la región —Guerrero, Veracruz, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche y Quintana Roo— se comprometieron con el plan, sustentado sobre un presupuesto enviado por el Gobierno central y ascendente a 90 000 millones de pesos mexicanos (unos 4 300 millones de dólares) y una inversión adicional de 25 000 millones de pesos.

Ello, y la correcta ejecución del dinero por parte de los gobernadores —como ha llamado a hacer un mandatario que se erige, antes que todo, como paladín contra la corrupción— deben garantizar médico y medicinas a quienes hoy no tienen seguro social, dejando de lado un sistema que supuestamente avalaba los medicamentos esenciales, para que en lo adelante la salud, en verdad, llegue a todos, y llegue a ser gratuita.

No resulta tarea fácil el cambio en una nación donde el médico se ha basado, mayormente hasta hoy, en la asistencia privada que cobra hasta una inyección en un hospital al precio de un dólar, por más que en los últimos años el seguro social tratara de garantizar lo más perentorio, y también los hospitales públicos. 

El Presidente le ha llamado a eso nuevo Sistema de Salud para el Bienestar, y debe estar consolidado en dos años, con la incorporación paulatina de ocho nuevos estados cada seis meses.

Resultará difícil conseguir que los presupuestos sean siempre bien empleados y habrá que ver si Andrés Manuel López Obrador logra que el Estado tenga para ello lo suficiente. Ha anunciado que todos los cambios se financiarán de lo recuperado gracias al dinero que se iba en derroches, gastos superfluos y mal empleo por funcionarios corruptos, y ratificó recientemente que no habrá «gasolinazos», ni alzas en los impuestos.

AMLO sigue confiando en que la austeridad logrará los fondos para su plan de salud, y también para dotar de mayores reservas financieras la educación.

 Para abrir cien universidades y, entre ellas, escuelas Normales, ha dispuesto 1 000 millones de pesos. Necesitamos apoyar las escuelas para la formación de maestros (…) después de todo el desprestigio que la administración neoliberal infligió a los profesores, dijo poco más o menos en conferencia de prensa.

Por más que el derecho a la salud y a la escuela constituyen una gran preocupación, no ha sido su único derrotero en estos días.

También en la región sur puede decirse que colocó la primera piedra de la infraestructura sobre la cual rodará el llamado tren maya: un servicio de ferrocarril que enlazará las localidades sureñas, donde perviven, la gran mayoría en la pobreza, los descendientes de una de las civilizaciones originarias más importantes del continente americano.

Ritual Indígena para el tren maya con la presencia del presidente Andrés Manuel López Obrador. Foto: Chiapas Paralelo

El tren maya tocará cada ruina de los antepasados, y llevará el turismo, calculado en esas zonas en unos diez millones de visitantes, a cada lugar. Él confía en que ayudará a crear nuevos puestos de trabajo.

Su conciencia de la necesidad de mitigar las diferencias entre el norte y el sur del país también se reflejó en el presupuesto del próximo año, que prioriza al sur-sudeste como «un acto de justicia, porque ha sido la región del país más abandonada y ya le llegó la hora».

También pensó en los trabajadores y decretó un alza del salario mínimo de un 16 por ciento, persuadido de que si no hay ingresos no existen mercado interno, ni ingresos. Además, dijo, se pasará a tener un salario digno, y se saldará una deuda histórica con los trabajadores peor pagados.

El incremento se eleva a 50 por ciento en las zonas fronterizas con Estados Unidos, una diferencia que quizá obedezca al deseo de que sus nacionales se queden en México y no emigren a la vecina nación.

Precisamente, la acción más trascendente de estos primeros días, por la repercusión que debe tener para su país y Centroamérica, tal vez sea la materialización de su enfoque para detener la migración ilegal, y la decisión de irse a otro país de sus ciudadanos, y los de los países vecinos.

Cinco mil millones de dólares serán dedicados en 2019 a proyectos productivos en Centroamérica. Ya presentó el plan a la administración del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien dijo que analizaría el proyecto. Ojalá lo apoye… y olvide el muro. También en ese aspecto Andrés Manuel López Obrador está siendo consecuente.

Ciertamente, pueden estarse abriendo para México las puertas del desarrollo social que estuvieran cerradas durante decenas de años, y la recuperación de una economía donde el modelo neoliberal casi llegó a reprivatizar su principal conquista, ganada por Lázaro Cárdenas cuando nacionalizó el petróleo.

Está en el morral, casi lista para ser sometida a la opinión popular, la anunciada creación de una Guardia Nacional que será en lo adelante la que se ocupará de la seguridad de todo México, y dejar al ejército y al resto de los cuerpos armados, para encomiendas de otra índole. 

Con el propósito de que el período alcance, AMLO, quien insiste en que no se repostulará, trabaja 16 horas al día para que este mandato se duplique en los hechos y seis años le rindan por 12, según declaró hace apenas dos días a los periodistas. Pero el tiempo es el tiempo, y en la vida real solo tiene un sexenio.

Sabedor de que quien venga detrás puede volver a trastocarlo todo, aspira a una Asamblea Constituyente y, de hecho, ya ha emitido decretos para que quede escrito con tinta y en forma de leyes, cada paso reinvindicador que está dando.

Él constituye hoy la contracara de los procesos derechistas y neoliberales que se ceban en la población argentina de la mano de Cambiemos y Mauricio Macri y, sobre todo, de las estrecheces y avatares que se ven caer sobre el pueblo de Brasil cuando, el 1ro. de enero, asuma el intolerante y reaccionario Jair Bolsonaro. 

Esperemos que esa oposición mexicana respetuosa hasta hoy del arraigo popular que demostró el aplastante triunfo de AMLO en las urnas, no le ponga zancadillas ni lo boicotee. Y que no se viren contra él las mafias que hasta hoy lucraron con el dinero público.

Que dejen hacer a Andrés Manuel López Obrador. Y que en 2024 haya llevado a feliz puerto al hermano pueblo mexicano. Ese puede ser un buen deseo para América Latina en este fin de año.

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