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El Zaandam, otro crucero en apuros mendigando puerto

Una embarcación turística con 1 800 personas a bordo, 42 de ellas enfermas, se dirige a la Florida en incierta navegación por las procelosas aguas de la  COVID-19

Autor:

Juana Carrasco Martín

 

UN crucero de la línea Holland America, llamado Zaandam, que transporta 42 personas con síntomas similares «a la gripe» se dirige hacia Fort Lauderdale, en el estado norteamericano de Florida, a donde debe llegar el próximo lunes, pero no está claro si se le permitirá atracar. La información actualizada que publica la línea de cruceros en su cuenta en Facebook, dice que «los planes aún se están ultimando», en referencia al destino final de la nave, y sobre la real situación de los 13 pasajeros y 29 miembros de la tripulación reportados como enfermos.

También se informa que otro barco de Holland América, el Rotterdam, planea reunirse con el Zaandam frente a las costas de Panamá el jueves 26 para transferir suministros, personal y kits de prueba de coronavirus.

Lo peor se escucha ya en el condado floridano de Broward, donde algunos de sus comisionados aseguran que será bloqueado el atraque del Zaandam para evitar una potencial propagación de la enfermedad, y esperan —además— las orientaciones de los Centros de Control de Enfermedades y Prevención, el organismo institucional a cargo de las situaciones epidémicas en Estados Unidos.

La odisea del Zaandam va dejando una estela de egoísmo y desprecio a la vida humana, de irresponsabilidad e incapacidad en los puertos que se le cierran, situación de la que hace poco tuvimos noción en Cuba, donde acogimos a pasajeros y  tripulantes del crucero MS Braemar y les enviamos al Reino Unido con todas las medidas de seguridad que dictan los protocolos de la Organización Mundial de la Salud y el Ministerio de Salud Pública pero, sobre todo, poniendo en práctica reglas y costumbres muy especiales de solidaridad y humanismo que, evidentemente, parecen formar parte genética de los cubanos y de nuestro sistema socialista de verdadera hermandad.

El Zaandam partió de Argentina el 7 de marzo, y su destino final sería San Antonio, en la costa central de Chile. Poco después de levantar anclas, la línea Holland America decidió suspender todas sus operaciones de cruceros para que los pasajeros desembarcaran lo antes posible, ante la declaración de pandemia para la Covid-19 y las drásticas medidas que iban tomando los países ante la amenaza de expansión del virus SARS-CoV-2.

La nave recibió permiso para atracar en Punta Arenas, Chile, pero definitivamente el 14 de marzo se les negó el desembarco, cuyo objetivo era buscar vuelos de regreso a sus países. Desde entonces navega por el Pacífico «mendigando un puerto», como afirmaba una publicación salvadoreña, y con «la esperanza de llegar a tierra y los pedidos para no ser olvidados», priman entre los 1 243 pasajeros y los 586 tripulantes.

A la vista de Valparaíso, el bello puerto chileno, estuvo anclado del 20 al 21 de marzo. Recibieron provisiones, combustible y medicamentos para los enfermos, que han sido aislados y sus contactos cercanos puestos en cuarentena.

Todos los pasajeros han sido obligados a permanecer en sus camarotes y reciben las comidas por servicio de habitaciones. La bandeja se le deja en la puerta.

En el diario de a bordo de cualquiera de quienes navegan en el Zaandam, además de las angustias, estarán las coordenadas, y quizás describan así: «el barco sigue rumbo norte, navegamos frente a Perú, no nos permitieron atracar porque “buques con personas con epidemias o enfermedades infecciosas no pueden llegar”, nos dijeron bajo condición de anonimato fuentes oficiales en Lima».

La empresa naviera busca asegurar una reserva para transitar por el Canal de Panamá, con el puerto floridano de Fort Lauderdale como esperanza para el 30 de marzo.

Syed Irtiza Hasan y su familia en el crucero Zaandam. Foto tomada de Facebook

Zaandam es el más reciente de varios cruceros que han tenido dificultades para encontrar un lugar para atracar. Al menos nueve personas han muerto después de estar en el Diamond Princess, de la línea Carnival, que fue puesto en cuarentena frente a las costas de Japón en febrero. De las 3 711 personas a bordo de ese crucero, 712 han contraído el coronavirus. Otro en apuros fue el Grand Princess, que estuvo varado frente a la costa de San Francisco, California, durante varios días.

Ahora, los turistas del Zaandam que abordaron el crucero de lujo para disfrutar un viaje a través de los fiordos del extremo sur del continente, y de las pequeñas caletas de pescadores, hasta llegar a zona de paisajes patagónicos, llevan un derrotero que pasaría por los puertos de Salaverry (Perú), Manta (Ecuador), y el ya mencionado Canal de Panamá, navegarán por las azules y cálidas aguas caribeñas, por Oranjestad (Aruba) y Half Moon Cay (Bahamas) antes de llegar a Ft. Lauderdale.

Pero ya no es un viaje de placer y está bien lejos del disfrute, les acompaña la pesada carga de la incertidumbre que está dejando la COVID-19 y la deshumanización.

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