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Estados Unidos, la valla y los frutos de la ira (+ Video)

Tanto la nueva barrera construida alrededor de la Casa Blanca como la estrella de Donald Trump en el bulevar de Hollywood tienen un aspecto bien diferente. Ahora son recordatorios de que el pueblo estadounidense está hambriento de justicia

Autor:

Juana Carrasco Martín

Pareciera que ninguna otra acción podría superar en cuanto a demostración contra el  racismo al inmenso mural pintado en amarillo a lo largo de dos largos bloques de una avenida de Washington en las inmediaciones de la Casa Blancas con el lema Black Lives Matter que ha dado  ese nombre a la plaza; sin embargo, la creativa de las respuestas de un pueblo hambriento por expresar su deseo y necesidad de justicia, se multiplican.

Este lunes conocemos  que las amenazas trumpianas y las fuerzas represivas desplegadas por todo el país no ha podido detener las manifestaciones pacíficas, las que continúan  floreciendo no solo en Estados Unidos, también otras ciudades del mundo.  Y dos en especial llamaron nuestra atención por su simbolismo.

Ferviente constructor de muros que aíslen y dividan, físicos, políticos o mentales,  no  podía esperarse menos en la «defensa» de la Casa Blanca que la construcción de una valla de metal de 1, 7 millas de largo, pero poco duró en su primario objetivo cuando los manifestantes la han transformado en el Memorial Black Lives Matter. Ahora, los mensajes contra el racismo, contra la brutalidad policiaca, contra la desigualdad y por la justicia la cubren de tal manera  que nada se ve de la estrucltura de oscuro y duro metal.

Adornado con carteles hechos a mano, ramos de flores, fotos de hombres y mujeres asesinados a manos de policías impunes —linchamientos de nuevo tipo como antes los hacia el Ku Klux Klan, ahora disfrazados de «la ley y el orden»—, la barrera de seguridad gana otro significado bien diferente y de este no solo son testigos quienes participan directamente en las protestas en la capital estadounidense, lo comparte millones de personas en el mundo gracias al video subido a las redes sociales por un reportero del diario The Washington Post, y la breve filmación tiene ya mas de cinco millones de visualizaciones, sin contar las veces que  otras cuentas lo han compartido en Twitter, Facebook  y otros medios.

Paradoja para quien llego a esa Casa Blanca, entre otras promesas, con la de construir un muro que separe más aun a Estados Unidos de sus vecinos del sur del Rio Bravo, fundamentado en la xenofobia y el racismo.

Kai Gamanya, un participante en las protestas, hablaba de lo gratificante que fue colgar su mensaje y ver como el pueblo transformaba la barrera física en un símbolo de protesta, publicaba Common Dreams. Para Gamanya, el tributo a las vidas perdidas y la justicia que ahora se exige, «es como si toda la nación estuviera llorando, y toda esta valla está llorando».

Common Dreams explicaba: «… la forma en que los manifestantes y visitantes transformaron la estructura de división y separación en un símbolo de revuelta y expresión apasionada dio a muchos observadores un sentimiento de esperanza y orgullo».

En un tuit que comentaba lo ocurrido Shannon Watts, activista fundadora de Moms Demand Action, lo decía todo en dos frases: «¿De quién es la valla? ¡Es nuestra valla!»

Entretanto, en el Paseo de la Fama de Hollywood, la acera a lo largo de Hollywood Boulevard y Vine Street, en esa ciudad de California, en cuyo suelo están colocadas más de 2000 estrellas de cinco puntas con los nombres de celebridades a las cuales la Cámara de Comercio de Hollywood le rinde honores, tuvo lugar otra mueca de burla y protesta a quien irrespeta a diario al pueblo estadounidense.

Donald Trump, el 45 presidente, magnate de los negocios inmobiliarios, casinos y campos de golf —324 en la lista de las personas más ricas del mundo y 113 en los Estados Unidos, según la revista Forbes con datos de 2016) y otrora celebridad de un reality show televisivo, tiene —por ese último oficio que le ha dado enormes facultades para la manipulación y el engaño—, una estrella rosada de terrazo sobre mármol negro, por la que supongo ha pagado los 40 000 dólares que cuesta tener allí su nombre, solo que los manifestantes la han pintado de negro, un pequeño saquito verde con deposiciones de perro está en su centro y otros letreros la circundan. Asi luce a partir de esta semana.

Por ese bulevard pasaron el fin de semana cientos de miles de personas. No eran turistas desafiando la pandemia de Covid-19, eran estadounidenses indignados en marcha, exigiendo justicia para George Floyd y en protesta activa contra la brutalidad policiaca, sistémica, institucional y estructural en Estados Unidos.

Donald Trump va recogiendo los frutos de la ira. Mala cosecha para un año electoral.

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