Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los hilos invisibles del 7 de diciembre

Autor:

Armando Hart Dávalos

Fue Martí el que nos habló de los hilos invisibles que unen a los hombres en la historia. La fecha del 7 de diciembre nos ofrece un elocuente ejemplo de esa afirmación del Apóstol. Hace ahora 75 años nacía, en el edificio de la Primera Iglesia Bautista, en Santiago de Cuba, Frank País García, que pasaría a la historia de Cuba como uno de sus hijos más queridos y admirados y al que Fidel consideró como «el más limpio y capaz de todos nuestros combatientes».

Treinta y ocho años antes, ese mismo día, caía en Punta Brava, a las puertas de La Habana, el General Antonio Maceo y Grajales, figura legendaria de las dos guerras por la independencia, protagonista de la Protesta de Baraguá. Había realizado la gran hazaña militar de la invasión para traer la guerra al Occidente del país enfrentando la abrumadora superioridad de la maquinaria militar que España llegó a tener en Cuba, y con el más moderno armamento de la época.

Ambas figuras constituyen símbolos de esa síntesis de lucidez en el pensar y capacidad y coraje para el hacer. Ellos representan, como he planteado antes, puntos culminantes del pensamiento ético cubano y del papel esencial de la familia en la formación moral y ciudadana.

En Antonio Maceo está presente esa manera peculiar con la que las masas explotadas de origen africano del Caribe reinterpretaron el pensamiento más elaborado de la cultura occidental que llegaba a Cuba desde Europa, que se conoce como la modernidad. Aquí cristalizó lo que he llamado la cultura Maceo-Grajales; una cultura familiar que tiene a figuras como Antonio Maceo y Mariana Grajales, una cultura de cohesión, que también tiene un pensamiento ético. El medio familiar desempeñó un papel decisivo en la creación de la recia personalidad del joven Antonio, el primero de los nueve hijos del matrimonio de Marcos y Mariana, y del patriotismo y espíritu de sacrificio de sus hermanos. En él sobresale tanto el coraje en el combate, como su apego a los principios y su lucidez política. Recordemos que Martí señaló que tenía tanta fuerza en el brazo como en el pensamiento.

En Frank País me interesa destacar tres elementos clave que intervinieron en la formación de su personalidad: la familia, con una profunda raíz ética cristiana y una tradición de esfuerzos en defensa de los pobres de la Tierra que representan tanto el padre como la madre de Frank; la escuela, de los bautistas primero, de la que su padre fue maestro, y más tarde de la Universidad de Oriente, institución que precisamente celebra su aniversario 60. El tercer elemento es la comunidad en la que se sintetizan y alcanzan a la vez altos niveles estos principios, es decir, la tradición patriótica y revolucionaria de la ciudad «rebelde ayer, hospitalaria hoy y heroica siempre».

Por demás, Frank era un hombre de acción y, al mismo tiempo, de sensibilidad artística y talento organizativo. Reunía virtudes difíciles de integrar en una sola persona, como son la capacidad de organización, de acción, y de pensamiento. Es difícil precisar si era un político con vocación militar o un militar con vocación política. Para él las palabras disciplina, organización, civismo, libertad tenían un valor sagrado, conjugándose en su mente y en su acción, guardando un magnífico equilibrio. Tenía a la vez una abierta y sincera vocación de dirigente. Quien hablara dos veces con él sabía que había nacido para mandar. Y mandaba, con moral espartana y noble espíritu de justicia.

Maceo y Frank subrayan la necesidad de investigar, como un requerimiento esencial para el presente y el futuro de la Revolución, los rasgos definitorios de la autoctonía nacional cubana, en especial en la antigua provincia de Oriente, y su alcance mundial.

En este aniversario 75 del natalicio de ese paradigma de revolucionario y patriota que fue Frank País, renovemos el recuerdo emocionado a su memoria y levantemos su ejemplo para que continúe actuante en nuestra época y hacia el futuro.

Para ambos, Frank y Maceo, figuras esenciales de nuestra historia, el homenaje imperecedero por su amor a Cuba y su radicalidad fundamentada en sólidos principios éticos, que nos viene de una larga tradición y que en nuestros días encuentra su continuidad histórica en los cinco patriotas cubanos, Gerardo, Antonio, René, Fernando y Ramón, ejemplos vivientes de principios éticos y de firmeza revolucionaria en medio de las difíciles condiciones que les han sido impuestas por el imperialismo. Para ellos, nuestra solidaridad y nuestro compromiso de seguir luchando hasta su regreso a la Patria.

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