Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Faustino Pérez: paradigma de revolucionario

Autor:

Armando Hart Dávalos

En un modesto hogar en Zaza del Medio, en la antigua provincia de Las Villas, perteneciente hoy a Sancti Spíritus, nació Faustino Pérez el 15 de febrero de 1920. Los que le conocimos y compartimos con él una profunda amistad guardamos recuerdos imborrables de su personalidad y sentimos la necesidad de transmitir a las generaciones más jóvenes algunos de los hechos más sobresalientes de su vida, dedicada por entero al triunfo de la causa revolucionaria y al avance del socialismo en Cuba.

Como he señalado en la semblanza que le dedico en mi libro Perfiles fue un hombre hecho de una sola pieza, revolucionaria y patriótica. Limpio, auténtico, sagaz. Poseía serenidad al hablar y sabía escuchar a los demás. Guardaba el fuego de un temperamento rebelde e intransigente frente a toda injusticia.

Desarrollamos en el combate contra la tiranía una amistad entrañable; juntos habíamos estado en el Movimiento Nacional Revolucionario, y con idéntica concepción política habíamos participado en diversas contingencias. Ambos nos incorporamos a la organización del Movimiento 26 de Julio desde mediados de 1955.

Tras la partida de Fidel, Raúl y otros compañeros hacia México quedó en Cuba organizando el Movimiento y recaudando fondos para la expedición que se preparaba. Viajó a México en varias oportunidades cumpliendo instrucciones de Fidel, y en octubre de 1956 asumió la dirección político-administrativa de un campamento donde se preparaban los combatientes y vino a Cuba como expedicionario del Granma.

Luego del combate de Alegría de Pío, fue uno de los dos expedicionarios que permanecieron junto al Comandante en Jefe hasta reencontrarse con el grupo de Raúl en Cinco Palmas. El 23 de diciembre de 1956 es enviado a cumplir misiones en la clandestinidad, desde las que protagonizó riesgosas acciones, entre estas el traslado del periodista Herbert Matthews a la Sierra Maestra, y el secuestro de Juan Manuel Fangio. Llegó a ser Jefe del Movimiento 26 de Julio de La Habana.

Faustino se convirtió con el tiempo en el líder natural de la lucha clandestina en La Habana; era respetado por los grupos de acción y tenía una gran capacidad de relación con todos los medios sociales y políticos. Frank en Oriente y Faustino en La Habana son, en mi opinión, los símbolos más altos de la clandestinidad en apoyo al combate en la Sierra Maestra.

Tenía las fibras humanas necesarias para relacionarse con las demás personas e influir en ellas. Esto último era el centro de su vocación revolucionaria. Era un genuino político martiano. Aunque mantuviera criterios diferentes era capaz de discutir, actuar y entender a los demás. Nada más ajeno a todo sectarismo que su conducta y vida como revolucionario.

Tras el fracaso de la huelga de abril de 1958, participa en la Sierra Maestra en la reunión con Fidel para analizar las causas de aquel revés y Faustino dio muestras una vez más de su honestidad y firmeza revolucionaria. Regresa a La Habana para entregar la dirección a otros compañeros y se reincorpora el 28 de junio de 1958 a la Sierra Maestra, bajo las órdenes de Fidel, donde finaliza la guerra.

Veamos algunos puntos sobresalientes de su destacada trayectoria revolucionaria después del Primero de Enero de 1959. Al constituirse el Gobierno Revolucionario desempeñó el cargo de Ministro de Recuperación de Bienes Malversados y a finales de ese año había logrado recuperar bienes por un valor de 400 millones de pesos.

A principios del año 1960 se le encomendó organizar y dirigir el Servicio Médico Rural en la Sierra Maestra y estuvo al frente de una zona de operaciones en la lucha contra bandidos en el Escambray. Recordemos que Faustino terminó sus estudios de doctor en Medicina durante la dictadura, ejerciendo sin título porque se negaba a recibirlo con la firma de un ministro de Batista. Como ministro de Educación tuve el honor de entregarle en 1959 su título de Doctor. Fue fundador y jefe de Sanidad Militar del Ejército del Centro y en esa función participó en los combates contra la invasión mercenaria por Playa Girón.

En agosto de 1962 se le encomendó por Fidel la tarea de organizar el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos y bajo su dirección se construyeron decenas de presas y otras obras de este tipo.

También se desempeñó entre 1969 y 1973 como Secretario del Comité Regional del Partido en Sancti Spíritus y como Embajador de Cuba en Bulgaria de 1973 a 1976.

Desde su constitución en octubre de 1965 fue miembro del Comité Central del PCC y diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular desde 1976.

En 1977 es nombrado Jefe de la Oficina de Atención a los Órganos Locales del Poder Popular, adscrita al Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros, responsabilidad que ocupó hasta 1989.

Con su salud resentida y contando ya con 70 años solicitó y asumió la dirección de un programa de desarrollo agropecuario y social en la Ciénaga de Zapata.

Falleció en diciembre de 1992 con una historia intachable como revolucionario. En frase elocuente, Pedro Miret lo caracterizó ante su tumba como «humilde y desafiante». ¡Qué difícil es unir en una sola alma estas dos virtudes! Si a lo desafiante no va unida la humildad desaparece toda posible virtud. Lo que integra estos valores es el sentido humanista de la vida que él poseía con ternura y firmeza.

Hombre cabal en el sentido más estricto de la expresión, su pasión por el trabajo con el pueblo era una de sus principales cualidades. Es a veces difícil encontrar conjugados el carácter combatiente y la capacidad de comprender a las personas en sus variados matices. Solo lo logran quienes tienen un sentido concreto de lo humano como lo primero y más importante que debemos defender los revolucionarios.

En el aniversario 90 de su natalicio renovamos nuestro compromiso con la causa que juntos defendimos, y confirmamos, una vez más, la sentencia del Apóstol: «La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida»1. ¡Y Faustino la cumplió bien con creces! Por eso su ejemplo permanecerá vivo y fructificará en la memoria de las presentes y futuras generaciones de cubanos.

1José Martí. Obras Completas, t. 6. P. 420

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