Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Leucofeo

Autor:

Enio Echezábal Acosta

Alguien me comentó que, si querías ver al astro rey en Lima, la única forma de hacerlo era mirando en una billetera. Resulta que la moneda local, llamada Nuevo Sol, es lo único que suena a luz en este lugar, cuya escala cromática está dominada la mayor parte del tiempo por el color gris.

Para aquellos acostumbrados al implacable sol caribeño, resulta difícil pensar en un territorio que tenga ese «fondo de pantalla» sobre cada uno de sus 2672 kilómetros cuadrados.

Dicen los que han nacido aquí, que además de estar presente en el lugar hacia donde se mire, el ambiente leucofeo dura todo el año. Primavera, verano, otoño e invierno se confundirían desde la distancia para un extranjero, aunque en vivo los síntomas sí son apreciables.

La grisura, de alguna forma dueña y señora del tiempo y el espacio, es algo que los limeños aprenden a amar con el tiempo. Resulta que su origen no es tóxico, como pasa en Ciudad de México. Tampoco procede de la suspensión de gotas de agua en un gas, igual que ocurre en la neblinosa Londres. Un romántico podría decir que se trata de una cuestión mística, al mejor estilo real y maravilloso de Carpentier. Pero no lo es.

Realismo mágico aparte, el panorama de la capital de Perú es una consecuencia de la corriente de Humboldt, cuyas bajas temperaturas se transmiten a las aguas costeras cercanas a la ciudad. Lo demás es una conjunción entre el frío de la superficie marítima, que impide el ascenso del aire caliente (proceso conocido como convección), y la influencia de las cordilleras de los alrededores, que «encierran» la plana ciudad y provocan la aparición de nubes densas y bajas, las cuales levitan a menos de 500 metros de la tierra.

Por si fuera poco, basta con bajar la vista del magnético cielo, para darse cuenta de que Lima tiene todavía muchos más colores por llenarnos la mirada. No es que vayamos a sentir una explosión de tonalidades exóticas, como podría pasar en el Río de Janeiro o en el Tahití que enamoró al pintor Paul Gauguin.

Aquí las cosas se presentan de una manera más modesta, posiblemente porque se ha buscado una coherencia entre lo de arriba y lo de abajo. Los edificios, más o menos modernos, no suelen destacar por sus atractivas «pieles», y sí por sus variados diseños.

No obstante, en estos días de bajas temperaturas, la palidez natural de la sede panamericana ha quedado relegada por el calor que se percibe en todas partes. La cita multideportiva continental ha inyectado viveza y sabor a la Perla del Pacífico.

Foto: Enio Echezábal Acosta

Fotos: Osvaldo Gutiérrez Gómez (ACN)

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De igual forma le invitamos a ver el Suplemento especial que JR preparó con vista a estos Juegos Panamericanos: A Lima, siempre por más (Suplemento Especial PDF)

 

 

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