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Caverna Santa Catalina, refugio para los murciélagos de Cuba

El joven Joel Monzón González, director del proyecto Cubabat para la Conservación de los murciélagos y sus hábitats, asegura que ninguna especie de quirópteros está de más en el mundo, pues todas tienen un valor ecológico

Autor:

Iris Oropesa Mecías

MATANZAS. La caverna Santa Calina, ubicada en el consejo popular Carbonera, de Cárdenas, ha recibido la condición internacional de protección de los murciélagos.

A propósito del relevante reconocimiento —otorgado por la Red Latinoamericana y del Caribe de Conservación de los murciélagos—, supimos que las colonias de estos animales en la provincia de Matanzas sufren las consecuencias del cambio climático, mientras recientes estudios confirman un decrecimiento a nivel mundial de estas poblaciones.

Joel Monzón González, director del proyecto Cubabat para la Conservación de los Murciélagos y sus hábitats, asegura que la caverna Santa Catalina, área protegida en la que actúan la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre y la Sociedad Espeleológica de Cuba, se convirtió en el cuarto Sitio Importante de Conservación de los murciélagos del país.

«Es una caverna grande y la importancia está en que el mundo ya nos identifica no solo por tener una rica, variada y diversa fauna de murciélagos, sino que fortalece a los especialistas y a los no estudiosos a trabajar en acciones protectoras a favor de la conservación», explica el también presidente del Consejo Científico del Comité Espeleológico de Matanzas y licenciado en Biología.

Al inquirirlo sobre qué especies de quirópteros deben ser protegidas, nos contestó que todas tienen un valor ecológico y ninguna está de más en el mundo.

—¿Qué te impresiona más?

—La ecolocalización, o sea, la visión ultrasónica, y la óptica. Los fisiólogos han detectado que utilizan los dos sistemas, a larga distancia van ecolocalizando y a medida que se acercan a la presa dejan de usar el ecosonar y emplean la vista.

«No son ciegos los murciélagos; es una mala interpretación y desconocimiento de muchas personas. Incluso cuando hay mucha luna no salen, porque tienen fotofobia. El reflejo lunar les afecta la visión y entonces descansan. Son fascinantes. Todavía queda mucho por investigar».

—¿Cuántas especies habitan en el país?

—En Cuba habitan 26 especies —vivientes— y de estas hemos avistado 22 en Matanzas. El más abundante en la Isla es el Artibeus jamaicensis (frutero grande); en el norte de Matanzas los más comunes son los insectívoros, efectivos depredadores y controladores biológicos de insectos, principalmente de mosquitos.

—¿Qué te preocupa?

—En Cuba el principal problema en la conservación son las visitas a las cuevas de forma descontrolada. A veces se trata de personas que no tienen interés científico; van por curiosidad, porque las cuevas son el traspatio de la ciudad de Matanzas, les tiran piedras y les perturban el descanso a los murciélagos. Por eso son importantes las acciones de educación ambiental.

«Otro problema es el desconocimiento sobre sus refugios, y que a veces no nos llega la información y en estos se promueve emprender acciones constructivas de desarrollo para viviendas o campos de golf; a veces nos enteramos tarde y nuestra intervención ya no va a resolver el problema.

«En esos casos se desplazan, pero muchos pierden la vida en el traslado y migración, buscando nuevos refugios, porque ya desde que el hombre empieza a accionar de forma continua a través de ruidos y otras contaminaciones, los murciélagos se trasladan de sus refugios naturales, y todo eso podría incidir en una extinción local que atentaría contra la biodiversidad.

Murciélago Artibeus jamaicensis. Foto: Daniel Hargreaves

«El tercer problema está dado por el poco conocimiento sobre los murciélagos urbanos y las acciones que se pueden ejecutar en pos de su conservación. Hay especies que no son cavernícolas y que por el paso evolutivo se han adaptado a coexistir en las ciudades, pero no nos damos cuenta de que esos murciélagos son los que nos limpian de insectos las mismas localidades.

«En Cuba se han identificado como urbanos entre cuatro y cinco especies, y en la ciudad de Matanzas, tres.

«Viven en las mismas construcciones, en las grietas, sobre todo en el área colonial de las ciudades. Es cierto que a veces forman grandes colonias que perturban la tranquilidad del ser humano y se piensa que van a transmitir alguna enfermedad; entonces la primera acción es eliminarlos, al verlos como vectores.

«Eso es lo que se enseña; la ignorancia es el peor enemigo de los murciélagos. Ellos son mamíferos, y de vida silvestre. Como cualquier otro puede transmitir enfermedades al ser humano; o sea, no son una amenaza mayor».

—¿Se les atribuye la rabia?

—Estudios de análisis estadísticos en Cuba desde 1982, cuando se crea el laboratorio para estudio de la rabia, han demostrado en sus resultados que son de los mamíferos que menos rabia han transmitido a los seres humanos.

«En 25 años de trabajo con murciélagos nunca he conocido de un ataque de murciélagos a espeleólogos. Los casos son de personas que se les han acercado y los han tocado. Ellos reaccionan».

—¿En Varadero conviven armónicamente con el turismo?

—En Hicacos viven varias colonias en cuevas. El Centro de Servicios Ambientales de Matanzas trabaja en su sección de áreas protegidas, liderando tanto la conservación como el desarrollo de turismo de naturaleza. Ellos divulgan y educan, y a la vez son exquisitos con las investigaciones.

Murciélago Mormoops blainvillei. Foto: Carlos Mancina

«Los murciélagos se han acomodado de forma eficiente para su supervivencia allí, aunque sea un sector demasiado antropizado. Y se han establecido estrategias para su conservación; es algo que pasa poco en el resto del país».

—¿Tus sueños como Director del proyecto Cubabat?

—Que se declare un Área de Importancia de Conservación de Murciélagos en Matanzas. Hay que fundamentar un expediente y quizá en dos o tres años obtengamos esa condición.

«Tenemos relaciones de trabajo con organizaciones como la canadiense Experiencia Animal Internacional, con el Zoológico de Toronto, la Organización Mundial para la Conservación de los murciélagos, la Red Latinoamericana y del Caribe homóloga, y una organización del Reino Unido, que mucho pueden aportar en ese sentido».

 

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