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Tiempo de autopsia

El mundo que los guionistas le crearon a la doctora Megan Hunt, la protagonista de la serie Cuerpo de evidencia, es «de horror y misterio»

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Como diría una vecina mía, con ese humor negro que la caracteriza: «debía haberse pegado una soga». Porque el mundo que los guionistas le crearon a la doctora Megan Hunt es «de horror y misterio», concluiría como siempre, muy ocurrente ella. Para quienes no saben de quién estoy hablando, les explico que se trata de la protagonista de la serie Cuerpo de evidencia, cuyo último capítulo fue transmitido la semana pasada por Multivisión, si no he entendido mal.

Según la hoja de vida que le inventaron a la heroína de esta ficción de 2011 —y que aprecié hace ya un tiempo— para que pudiera convertirse en la primera mujer en ocupar el cargo de jefa de su especialidad en el prestigioso hospital universitario de Filadelfia, la eminente neurocirujana tuvo que consagrarse durante años a vivir para su profesión, una decisión que le costó no solo su matrimonio, sino además la custodia de su hija de siete años.

Ese fue el personaje que le entregaron a Dana Delany, una magnífica actriz llena de facilidades histriónicas, cuando la convencieron de que, después de tres temporadas, abandonara el fabuloso vecindario de Wisteria Lane en Mujeres desesperadas, soltara el traje de Katherine Mayfair y se pusiera el de esta Megan Hunt, con un mundo espiritual hecho trizas y una carrera brillante que, para colmo de males, se va a bolina tras un accidente automovilístico que la deja con parestesia, una enfermedad que por momentos la aturde y, lo peor, le afecta el control de sus manos.

Pero si el (la) amig@ que me lee cree que ahí se acabaron las calamidades de esta criatura, pues se equivoca. Aunque si se pone «creativo» de seguro le hallará otro buen castigo: como consecuencia del trauma físico que sufrió sobre su conciencia también pesará la muerte de un paciente. Con ese historial a cuestas y con el «encargo», además, de que su Megan Hunt debía ser algo así como la versión femenina de ese rompecorazones de la fanaticada seriéfila nombrado Gregory House (Hugh Laurie), la multipremiada actriz por China Beach, tomó las riendas de Cuerpo de evidencia como también se tradujo al español Body of Proof—, donde ya la encontramos como la «complicada» médica forense que intenta reconstruir su existencia.

Y digo un encargo porque no es un secreto que Cuerpo de evidencia terminó siendo una especie de Frankenstein que la ABC le pidió a Matthew Gross que buscara quién podía armar una historia a lo House con el objetivo de levantar el rating de la cadena. Fue cuando el productor de Hollywood le echó garras a Chris Murphey, cuyo mejor aporte al audiovisual había sido el remake de Karate Kid. El otro ingrediente que no debía faltar en el experimento era el más que exitoso CSI, y el guionista captó de inmediato el concepto, consciente de que la protagonista tenía que ser la estrella de ABC, Dana Delany, amada por la audiencia que no había podido olvidar su admirable teniente McMurphy (China Beach).

Por esa razón Cuerpo de evidencia es tan evidente. No hay nada novedoso en este procedimental forense que salió al aire justo cuando las sagas de CSI estaban en su mejor momento, y que se desarrolla a la manera clásica: en cada capítulo aparece una muerte que solo la lumbrera de Megan Hunt podrá solucionar y de paso extraerá lecciones que la conducirán en el camino de la redención y el perdón.

Ella aquí es la superexperta, la «resuelvecrímenes», mientras que los integrantes del equipo que la acompañan son unos absolutos ineptos. De hecho, en esta serie el resto de los personajes están casi de adorno: su jefa, la doctora Kate Murphy (Jeri Ryan), cuyo rol es no saber si darle palmaditas en la espalda a su incontrolable subordinada por ser un genio, o recriminarla por pasarle todo el tiempo por encima; su compañero de andanzas y confidente, el expolicía que debía haberse convertido en su mejor partido, pero que no lo fue, Peter Dunlop (Nicholas Bishop); sus colegas, los doctores Elliot Gross (Geoffrey Arend) y Curtis Brumfield (Windell Middlebrooks), quienes sirven para que ella pueda «alardear» de sus sorprendentes hallazgos; los detectives Bud Morris (John Carroll Lynch) y Samantha Baker (Sonja Sohn): el primero chapado a la antigua y refunfuñón; y la segunda, una admiradora ferviente de los métodos de la todoterreno...

En resumen, que por guion, la encomienda de todos, incluidos los muchos secundarios que entraron y salieron a lo largo de 42 capítulos (bueno, también algunos de los ya mencionados) era propiciar que la protagonista encantara a los televidentes mientras se olvidaba de las normas y asumía el control de la investigación que la policía parece incapaz de seguir (ella hasta interroga a los familiares y sospechosos, haciendo la labor de los detectives). Su participación aquí se estableció, sobre todo, a partir de la relación que ellos establecen con el personaje principal.

No obstante, aunque no pinten ni den mucho color en la trama, hay que decir que se esfuerza por cumplir con su tarea el reparto de actores y actrices que rodean a la Delany, llamada a destellar con ese rol de ser inteligente pero arrogante, ataviado siempre de una manera tan exquisita que uno no consigue imaginarla moviéndose a su aire buscando pistas en la escena de crimen, sin que estropee sus trajes caros y sus altos tacones. Pero esta actriz tiene poder, amarre, y eso, al final, es lo que cuenta, aunque no abunde la originalidad en Cuerpo de evidencia.

Que alrededor de diez millones de espectadores todavía la siguieran cuando la cadena decidió cancelarla (para la mayoría estaba justo en su mejor momento) expresaba a las claras que de algún modo funcionaba, y ello se debió no creo que a los casos por resolver ni a lo interesante que pudieran resultar los métodos puestos en práctica, sino al comprobado encanto de esta bella mujer, que igual merecía una mejor oportunidad, en lugar de haber estado todo el tiempo intentando desmarcarse de las pautas de tantas series de este corte vistas.

De cualquier forma, debemos reconocerle a Cuerpo de evidencia su capacidad para no aburrir. Si no se tienen demasiadas exigencias puede gustar. Es más, las tres entregas que llegó a materializar y que consiguieron convocar a una cifra de espectadores nada despreciable, demostraron que la ABC domina perfectamente la fórmula y que sus productores le saben al negocio.

Por el mismo camino

Con 12 temporadas (2005-2017), Bones, también de tipo procedimental, se adentró en el tema de la antropología forense. Como Megan Hunt, la doctora Temperance Brennan (Emily Deschanel) posee la extraordinaria habilidad para descifrar claves ocultas en los cuerpos de las víctimas. Y como el personaje real en el que se inspiró dicha ficción, Kathy Reichs, trabaja en un instituto como especialista y además escribe novelas de misterio. Huesos fue producida por Hanson y Barry Josephson, y tuvo también a David Boreanaz en el rol estelar (Seeley Booth, agente especial del FBI).

Las primeras

Se dice que la primera serie forense, con uno de estos especialistas como centro encargado de desentrañar misteriosos asesinatos con sus conocimientos, se produjo en 1976, con Quincy, la cual tuvo a Jack Klugman como actor principal. Otro importante momento llegó en 2001 con Crossing Jordan (Jill Hennessy), donde la médica que le daba nombre a esta ficción se ocupaba de estudiar los cadáveres que llegaban a su puesto de trabajo. Sí, porque el protagónico aquí fue asumido por una mujer, algo que no era común en la TV de la época. El empujón definitivo para agenciarse el gusto de los televidentes lo dio CSI: Las Vegas, con el increíble equipo dirigido por Gil Grisson (William Petersen).

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