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Lengua maltratada en bytes

La confianza excesiva de las personas en las herramientas gramaticales que ofrecen los procesadores de texto ha hecho descuidar a no pocos el necesario aprendizaje de la escritura del idioma español

Autor:

Amaury E. del Valle

Infalible para algunos confiados, a más de uno han apenado los errores ortográficos cuando se han hecho visibles en cartas, documentos o en trabajos escolares, y no faltan los que discuten a algún profesor de gramática que la palabra está escrita correctamente, «porque lo revisé con Word y no tenía problemas».

Y es que el mundo digital también ha traído la confianza, y en ocasiones hasta la vagancia idiomática de no pocos, que confían más en los diccionarios digitales que traen incorporados programas de escritura como Word, que en el aprendizaje correcto de las más elementales reglas de ortografía y redacción.

El mal parece que se extiende cada vez más, máxime cuando el uso de la computadora para escribir es ya casi una constante a cualquier nivel educativo, donde los estudiantes descansan para la realización de los trabajos en la supuesta sapiencia del Word.

Sin embargo, aun cuando detrás de la utilidad de los diccionarios que trae incorporado el valioso procesador de texto se encuentre el conocimiento lingüístico de varios eruditos, —en el caso del español de la Real Academia de la Lengua—, como cualquier programa no son infalibles, y pueden ocasionar que salgan escritos con graves errores… no de la computadora, sino de quien escribe.

Rojo o verde, pero equivocado

El diccionario del procesador de textos Word, el más conocido y extendido en el mundo por formar parte del paquete Microsoft Office, que comercializa el gigante del software Microsoft, cuenta con varias decenas de miles de términos incorporados, y un centenar de reglas ortográficas.

Así, quien escribe ve subrayadas con una línea en rojo la palabra que no está incluida dentro de las referencias, y con una verde cuando el diccionario considera que se ha violado alguna regla de concordancia o de redacción.

El esfuerzo para hacer posible esto ha sido mayúsculo, pero también millonario, ya que Microsoft contrató los servicios de instituciones y académicos en todo el mundo para poner a punto los diccionarios de Word en varias lenguas, y así asegurarse un prestigio que explota comercialmente.

No todo, en cambio, es color de rosa. Ni el conocimiento o términos incluidos son totales.

Así, ya sea por estar mal configurado, por incorrecta utilización o porque no tiene el término objeto de controversia declarado, en no pocas ocasiones el diccionario comete imprecisiones que a la personas con lagunas gramaticales pueden pasarle inadvertidas.

Harina de otro costal son las palabras que se escriben de forma diferente en el castellano de los países de América Latina, y que por estar elaborado el diccionario fundamentalmente con los términos reconocidos por la Real Academia de la Lengua Española aparecen como incorrecciones cuando en realidad no lo son.

Así sucedía, por ejemplo, con términos como chofer o video, que en el castellano «más español» se escriben con tilde, la cual no se usa en Latinoamérica.

La problemática se ha ido solucionando, aunque no del todo, con la colaboración de lingüistas latinoamericanos con el gigante del software, lo que le ha permitido disponer de variantes de diccionarios para las diferencias del habla española en diversos países.

Ortografía automática

La mala configuración del diccionario incluido en el Word es uno de los problemas más frecuentes causantes de errores en la escritura digital.

Aunque por defecto muchas veces ya viene configurada la revisión gramatical y ortográfica en el paquete de Office, es importante que cuando este se instale se declare la variante de español a utilizar cuando se trabaje con programas como Word, Outlook, Power Point y otros.

También se puede activar la opción abriendo un documento de Word en versiones anteriores a la del 2007 y en Herramientas activar la revisión automática mientras se escribe un documento. En el caso del Word 2007 esta se incluye en el panel superior bajo el acápite Revisar.

Para lo anterior, se puede activar el cuadro de diálogo Opciones del menú Herramientas, y una vez allí «Revisar gramática con ortografía».

En cualquier caso, siempre tenemos también la opción de «Ortografía y gramática», ya sea buscándola en las posiciones anteriormente señaladas o apretando la tecla F7, prevista para que la active automáticamente.

El usuario del procesador de texto Word debe tener presente que es posible personalizar el diccionario incluido en el programa, dando agregar a un término cuando este no está incluido y es marcado como error, lo que es válido también para señalamientos en verde de problemas gramaticales o falta de concordancia.

Esa facilidad es muy conveniente para poder incluir en el diccionario personalizado palabras técnicas que el corrector ortográfico no reconoce, como, por ejemplo, acrónimos o nombres propios.

Incluso otras facilidades como buscar sinónimos, disponibles solo con un clic derecho sobre la palabra en cuestión, son poco utilizadas, a pesar de que ayudarían mucho a quienes se encuentran en la disyuntiva de no repetir la misma palabra e incluso si tienen dudas sobre su real significado.

Aun así, ni el diccionario de Word ni el de otros procesadores de texto como OpenOffice son infalibles, ya que como toda obra humana es susceptible de corrección, y más aún cuando se trata de versiones viejas de estos programas, cuyos diccionarios no están actualizados.

¿Máquina inculta?

Una simple búsqueda en Internet nos revela que actualmente existen on line más de una veintena de diccionarios diversos de la lengua española, ya sea de variantes regionales, de sinónimos y antónimos, de modernismos y hasta de hablas populares y jergas, como el lunfardo, porteño, gaucho y otros.

Ante tanta abundancia, parecería casi increíble que existan todavía en la red de redes tantas dificultades con la escritura en Español, máxime entre quienes más «conectados» están, que muchas veces son los que mayores errores cometen.

Sitios de conversaciones en línea o chat, mensajes de correo electrónico e innumerables páginas web, exhiben las faltas de ortografía a quien acceda a ellos, lo cual muchas veces hace dudar de la seriedad y la preparación de sus autores.

Lo más peligroso, en cambio, no es solo el desconocimiento que existe sobre las múltiples herramientas digitales para mejorar la expresión escrita, sino la confianza ilimitada que algunos tienen en ellas, lo que, como señalamos anteriormente, les hace pensar que no hace falta estudiar el español para saber escribirlo.

Confiar en la infalibilidad de un programa puede ser muy peligroso, sobre todo si de esto se hacen cómplices padres y maestros que, como sucedió en su momento con la calculadora, dejan de la mano de la computadora el aprendizaje de la correcta escritura.

El español, la segunda lengua que más personas hablan en el mundo, es muy rica como para intentar reducirla a bytes, por más serio que sea el empeño puesto por quienes lo han pretendido.

Nadie puede culpar a la computadora por un error cometido, ya que la máquina no se equivoca. Es quien la usa el que no sabe escribir correctamente.

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