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El vals de los maltratos

«Solo quiero que no le suceda a otra muchacha», expresa en su carta Beatriz González, de calle 27 número 74, entre 18 y 16, reparto Pueblo Nuevo, en Holguín. Cuenta que el pasado 22 de diciembre su hija celebró la fiesta de los 15, en el Palacio de los Matrimonios de esa ciudad. Y fue muy triste todo: El auto alquilado a esa institución nunca apareció, por lo cual, la quinceañera llegó tarde al lugar, pero sí tuvo que concluirse la fiesta a la hora acordada, a pesar del incumplimiento del Palacio. No brindaron el servicio de música, y el que al fin la ofreció, desapareció cuando menos se esperaba. El buffet estaba mal elaborado, y aun así, les cobraron de más. La filmación del video pagada a esa entidad es pésima. Cuando se fue a recoger el ramo de flores, no había flores. El administrador del Palacio prometió responder el 29 de diciembre acerca de tantos problemas; pero el 22 de enero, cuando me escribió, Beatriz seguía esperando...

Asignadas... y luego retiradas: «¿En quién podemos confiar?», preguntan Alicia Corzo y María Caridad Scull, trabajadoras de la Unidad Territorial Avícola de Güines, con una permanencia de 35 y 27 años respectivamente. En el 2006 se les asignó a las dos, por parte de la delegación de la Agricultura en la provincia de La Habana, la posibilidad de construir sus propias viviendas, y se le comunicó a ese colectivo. La obra comenzaría en el 2007. Pero el tiempo pasó, y ellas comenzaron sus gestiones en la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda en Güines: no aparecían sus nombres. Se dirigieron a la delegación provincial de la Agricultura, y no pudieron contactar con el funcionario correspondiente; hasta que, por teléfono, les informaron que se había reducido el número de viviendas, y ya ellas no tenían ese derecho. Entonces entregaron su reclamación en el Ministerio de la Agricultura el 31 de agosto de 2007. Y aún no habían recibido respuesta el 22 de enero, cuando me escribieron. Con razón, cuestionan: «¿Cómo se puede asignar una vivienda ante un colectivo y después retirarla, sin más explicaciones, jugando con la necesidad y los principios de un trabajador? ¿Por qué el Ministerio de la Agricultura en cinco meses no ha dado respuesta a nuestra inquietud?».

No tiene precio: Desde la capital, Aloida Ortega quiere reconocer todo lo que se hizo en el Hospital Militar Manuel Piti Fajardo, de la ciudad de Santa Clara, por su mamá, Inés María Ruiz. La señora finalmente falleció, pero esa familia quiere agradecer el esmero y el cariño con que fue atendida Inés María durante más de dos años, pues tenía una severa afección del corazón, y se le complicó con las vías respiratorias, por lo cual ingresó allí en cuatro ocasiones. La señora estaba inválida y había que hacérselo todo. Y nunca le fallaron a esa familia. Aloida reproduce una larga lista de nombres, que van desde los médicos hasta camilleros, y personal administrativo y de servicio de ese centro, que siempre le tendieron una mano y la apoyaron, desde el conocimiento científico y desde el corazón, que es tan necesario en la Salud Pública.

Ancianos en peligro: Gema López me escribe desde calle 13 número 363, entre Tejar y Pocito, en el barrio habanero de Lawton. Y refiere que el cercano hogar de ancianos 28 de Enero, que ocupa la manzana Dolores-Tejar-calle 12-calle 13, solo tiene acera por la entrada principal, que está en Dolores: las otras tres calles carecen de aceras y parterres. Sucede que los viejitos beneficiados con el Hogar de Día, se dirigen hacia allí a buscar sus comidas, y se ven en la necesidad de transitar por las calles, aun antes de llegar a la manzana del asilo. Como algunos de ellos tienen dificultades con la audición, la vista y la locomoción, en cualquier momento puede producirse una tragedia. Incluso el cruce de la calle Dolores, la que interrumpe la Avenida de Acosta en un cuchillo y está a menos de diez metros de la calle 12, tiene frente un servicentro, con movimiento irregular de vehículos. «El lugar está pidiendo a gritos un paso peatonal, con su debida señalización», señala Gema, una de esas cubanas que siempre piensan en nuestros venerables ancianos.

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