Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿Quién tiene la culpa?

Bárbara Rodríguez tiene la sensación de que ha quedado «colgada de la brocha», como se dice en buen cubano, por el mal trabajo y la irresponsabilidad de alguien que ahora nadie sabe quién es.

La lectora, quien reside en Libertad 457 altos, entre Juan Delgado y Goicuría, en el barrio capitalino de Santos Suárez, cuenta que en el 2005 realizaron en su cuadra, los trabajadores sociales, como parte del programa de sustitución de equipos eléctricos, el censo correspondiente de los electrodomésticos. Y allí quedó registrado su refrigerador.

Posteriormente, la presidenta del CDR hizo un nuevo censo, a pedido de los trabajadores sociales. Y en enero de 2008 se produce el cambio de los refrigeradores. Pero el equipo de Bárbara no aparecía esta vez en la lista que ellos traían, a pesar de que había sido censado dos veces y que sí aparecía en la copia que conservaba el CDR.

Los trabajadores sociales le manifestaron a la afectada que no tenían la culpa, y la remitieron al Puesto de Mando, donde también le dijeron que ellos no tenían la culpa. Le aconsejaron que debía esperar y, si acaso, fuera al Gobierno municipal.

En el Gobierno, una compañera llamada Matilde le notifica que aparece su caso en la computadora, pero con todos los equipos modernos. Y además, que ella no tenía la culpa de ese error, pues se perdieron muchas planillas. Le sugirió que fuera a la sede de la Dirección de Trabajadores Sociales, en Cojímar.

El 30 de enero Bárbara fue a Cojímar con una carta del CDR, y allí la atendieron, tomaron nota de su caso y recogieron la carta. Le dijeron que en 15 a 30 días mandarían un trabajador social con un técnico para verificar y arreglar lo del censo, y poder cambiarle el refrigerador.

La visitó un trabajador social, pero no apareció la solución. Había que esperar.

En abril pasado fue a una reunión de su CDR un representante del Gobierno municipal, y aseguró que el cambio de los refrigeradores pendientes se haría en mayo, «lo que no dijo fue de qué año», señala la remitente.

Con razón, Bárbara está bastante molesta:

«Como ustedes ven, nadie tiene la culpa. ¿Y qué culpa tengo yo de que un mal trabajo eche a perder algo tan bien organizado por nuestro Gobierno? ¿Cómo puedo resolver mi problema?», manifiesta Bárbara.

La segunda misiva la envía Dominador U. Elías Rodríguez, de la localidad Julia, en la provincia de Granma. Afortunadamente, él sí pudo cambiar su refrigerador e hizo los trámites para agilizar el pago del mismo. El problema vino al final...

Dominador fue a la sucursal del Banco Popular de Ahorro (BPA) de Mabay, y en unos pocos meses liquidó el costo del equipo, para no pasarse tanto tiempo pagando un crédito con intereses. En el último desembolso, le pidió a la cajera que le dijera cuál era el saldo. Esta le comunicó que debía ser en Bayamo.

Días después, fue a liquidar, y le salió un saldo de 1 002,46 pesos, lo cual evidencia que continuaban cobrándole el interés. Le explicaron que esos pagos al contado debían haberse hecho en Bayamo y no en Mabay, algo que Dominador no comprende, pues si uno y otro son BPA, debe haber transferencias entre ambos.

Lo cierto es que en la prensa Dominador leyó que cuando se liquida con antelación, se rebajan los intereses. Y se pregunta qué fundamento tiene que se los sigan cobrando.

La tercera carta la envía Yohanni López, de Martí 33, en Ceiba Mocha, Matanzas. Él ha seguido las instrucciones de ETECSA de recargar la tarjeta propia, pero asegura que en la ciudad de Matanzas existen muy escasos puntos para poder realizar esa operación.

En la parte céntrica de la ciudad, asegura, solo existe el Telepunto, y cuando llega la fecha de cobro de la factura telefónica, no hay quien pueda recargar. Entonces uno no puede seguir los consejos de ETECSA y tiene que comprar una nueva. ¿Por qué no incrementan los puntos?

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