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El olor de la imposibilidad

No siempre se resuelven los conflictos ventilados aquí, correspondencia mediante. Por cada victoria que prevalece, por cada problema que se erradica luego de revelarse, hay unas cuantas derrotas. Y el polvo de ellas, cuando se muerde, sabe amargo. Muy amargo.

Que conste: no hablo de soluciones imposibles, ni mucho menos de peticiones al margen de las complejas realidades del país. Por eso vuelvo al caso denunciado aquí el 23 de diciembre de 2007 por la doctora Felicia Montes de Oca Fernández, vecina de Tulipán 357 A, entre Vista Hermosa y Mariano, en el municipio capitalino de Cerro.

Entonces, Felicia narraba las afectaciones a la salud, la higiene y la paz vecinal, por parte de la Base de Transporte de Servicios Comunales del municipio, que colinda con su casa: los carros recogedores de basura parquean allí, y despiden un mal olor irresistible, aun cuando retornen vacíos. A veces llegan cargados y permanecen horas allí, lo cual genera en el vecindario problemas respiratorios, náuseas, irritación de la vista, dolores de cabeza y laringitis. Tienen que vivir encerrados.

En la base hay un taller mecánico. Y los camiones constantemente despiden monóxido de carbono, que, junto a la contaminación de la soldadura, la pintura que se derrama, el petróleo y otros gases tóxicos, hacen irrespirable la atmósfera. En gestiones, desde 1997, los vecinos han quemado todas las naves, y Servicios Comunales les ha manifestado que no cuenta con un sitio para trasladar esa base.

Hasta aquí lo denunciado entonces, que concitó la respuesta de Mariana Hechavarría, jefa de Divulgación de la Dirección Provincial de Servicios Comunales en Ciudad de La Habana: el 10 de marzo de 2008, la funcionaria aclaraba en carta a esta sección que, según el director de Comunales en el municipio, esa queja es reiterada, pero no está en sus manos la solución del traslado. El caso se notificó al Consejo de la Administración Municipal de Cerro, el cual manifestó que «en estos momentos se hace imposible trasladar de local dicha entidad, pero se harán las gestiones y propuestas pertinentes para el cambio de dicho taller automotor, adonde no afecte el medio ambiente y a la comunidad...».

Y aseguraba Hechavarría que se habían tomado una serie de medidas como el mantenimiento y limpieza de áreas afectadas, arreglo de los salideros, destupición de la rampa del área de mecanización, y la orientación de que se parquearan los carros al fondo del taller, y con las tolvas cerradas y sin residuos; entre otras.

Más de lo mismo

He aquí que ahora me escribe Juana Victoria Fernández, madre de la doctora Felicia Montes de Oca, quien reitera que a partir de lo publicado entonces, se personó en su casa el Vicepresidente del Gobierno municipal que atiende la Construcción. Y en una segunda visita, el funcionario les planteó que ya tenían el lugar para trasladar la base, y solamente faltaba habilitar el comedor.

Pero todo quedó en palabras y ningún paso parece haberse dado desde entonces hasta acá. «Ha pasado el tiempo, y nada de nada. Seguimos sufriendo esta situación, y el deterioro de nuestra salud», manifiesta Juana, y también envía copia de la respuesta que le dio la máster Odalys Goicochea, jefa de Unidad de Medio Ambiente del CITMA en Ciudad de La Habana a su reclamo; en la cual le concede la razón en cuanto a las afectaciones, y asegura que en reunión efectuada le entregaron la documentación a Servicios Comunales del municipio, con el fin de mitigar los impactos negativos sobre la población aledaña.

Testimonia Juana que «en estos momentos hay aumento de carros grandes de basura, que trabajan con petróleo, se guardan en ese taller de noche, y que al arrancar echan gran cantidad de humo, hacen ruido. Esto ocurre a partir de las cuatro de la mañana —prosigue la lectora—. Así que es toda una noche respirando los malos olores, y además el sobresalto brusco de la madrugada. Hay veces que esos carros vienen con basura y otras no, pero todos despiden un tufo desagradable que la pone a una muy mal. Esto hace intolerable nuestra vida cotidiana».

Y las últimas líneas son para comentar que continúa incrementándose el número de respuestas que llegan a la sección. No están lejanos los años en que muchas entidades miraron por encima del hombro problemas publicados aquí, lesionando con esa indiferencia la credibilidad de los lectores; y el repunte puede ser una expresión, como hemos dicho otras veces, de que somos más celosos al aquilatar lo que representa la participación ciudadana.

Acuse continuará entregándose al deber de publicar esas respuestas del mismo modo en que ventila las denuncias. No hay, pues, que desesperarse; y ojalá el afán por responder aprisa no desvíe a los funcionarios del propósito de enviar respuestas integrales, verdaderas, y lo que es mejor: agilizar la solución de los problemas y evitar que tantos de ellos carenen aquí.

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