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Extravíos y torceduras

Tiene sobradas razones para desconfiar de la Vivienda, Lucila Gladys Vernes, una señora de 82 años que reside en calle C número 50, entre 5ta. y 6ta., Habana Nueva, Guanabacoa, Ciudad de La Habana, y fue combatiente de la lucha clandestina antes del triunfo de la Revolución.

Cuenta Lucila que en noviembre de 2007 se dirigió a su Consejo Popular a solicitar los materiales que le faltaban para la terminación de su vivienda en construcción. Y la sorpresa fue que la técnica ya no trabajaba allí. Pero peor fue cuando buscaron su expediente, y aparecía la casa como concluida: ya no le tenían que suministrar materiales.

En la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda (UMIV), el director, Oriol, le confirmó que su vivienda aparecía como terminada, al igual que otras en la misma situación. Esos casos, precisó, estaban analizándose por la Dirección Provincial de la Vivienda, y esperaban orientaciones.

Transcurridos varios meses, y sin respuesta, Lucila fue a la Dirección Provincial de la Vivienda, y allí la atendió su directora, quien le envió una nota a Oriol orientando que se le diera solución inmediata a ese caso.

La nota, firmada por la funcionaria y acuñada, la entregó la afectada al propio Oriol, quien le manifestó que había que esperar, pues estaban inmersos en tareas relacionadas con los huracanes. Ella entendió razonablemente.

Pero al concluir la temporada ciclónica de 2007, y ver que a mediados de 2008 no tenía respuesta, ella volvió a la UMIV, y se enteró de que ya el director no era Oriol, sino Lázaro. Este la atendió y la remitió a Reglita, a la cual Lucila visitó varias veces infructuosamente, sin respuesta alguna de sus materiales.

Un día, esta funcionaria le comunicó que su expediente estaba extraviado (¡…!). Entonces Lucila se dirigió a la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) en su municipio: allí le orientaron que viera al funcionario que en el Gobierno atiende a los combatientes.

Casualmente, este funcionario atendió a Lucila en presencia del director de la UMIV. «Después de analizar una vez más mi caso—subraya—, y dado que no aparecía el expediente, la solución que se encontró fue mandar nuevamente al técnico a la casa a realizar una nueva carta técnica (es el documento donde se defectan los materiales que faltan para concluir la vivienda). El técnico vino, revisó la documentación existente, y planteó que había que esperar una respuesta. Y esta es la fecha que no hay ninguna respuesta de mis materiales», concluye.

Una vez más se reafirma que, junto a las inevitables carencias materiales en cuestión de vivienda en Cuba, hay demasiadas torceduras por enderezar en los trámites burocráticos. ¿Por qué se «extravía» un expediente con tanta facilidad? ¿Cómo pueden declarar como terminada una casa que no lo está? ¿Quién se beneficia con ello? ¿Cómo se puede incumplir tanto con un ciudadano, incluso cuando la directora provincial oriente resolver de inmediato su caso?

Sesenta sacos de problemas

Alexis Brizuela (San Carlos 8522, entre Medio y Río Matanzas) vive en una casa muy deteriorada, la cual clasificó para ser rehabilitada en el 2005, según aprobó la Unidad Municipal Inversionista de la Vivienda.

Sin embargo, en estos cuatro años Alexis se ha desgastado para que le asignen los materiales, y solo ha conseguido 60 sacos de cemento que duermen el sueño eterno en su casa, y ya están endureciéndose.

Alexis ha gestionado en la UMIV, porque esa es una familia humilde, que vive del salario. Pero hasta ahora no ha habido nada más. Desesperado fue a la Dirección Provincial de Vivienda, y le respondieron que ahora están en construcción de edificios y no tienen arena para otorgar. «¿Qué me hago yo con ese cemento?», pregunta Alexis.

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