Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La lección de la vida

Emilia Tolosa Rodríguez (Cosme Torres 32, entre 18 y 20, Vázquez, Puerto Padre, Las Tunas) es una profesora jubilada que se sensibilizó sobremanera con un reciente alegato de este redactor porque a las personas se les haga sentir siempre el reconocimiento por todo lo que dieron. La señora comenzó en el magisterio con solo 16 años y dedicó 40 a esa noble profesión, pero problemas de enfermedad no le permitían laborar ya a tiempo completo. Y hoy siente nostalgia de aula, de pizarrón y tiza. Hasta de alumnos traviesos. Lo más triste es que hoy percibe que el sector educacional, al cual entregó su juventud y buena parte de su vida, ya no la recuerda. «Quizá lo haga cuando ya no lo necesite», refiere. Y acto seguido confiesa que le queda un enorme orgullo. «No existe un solo día en que, cuando salgo a la calle, no deje de escuchar de algún alumno que tuve: ¡Adiós, profesora! ¿Qué tal? ¡La queremos mucho! ¡Vuelva al aula, profesora! La extrañamos y no la olvidamos nunca… Estas exclamaciones me hacen muy feliz. No hay mayor satisfacción que esa… ¿No lo cree usted?», manifiesta Emilia. Pues claro que sí, profesora. Usted ha alcanzado lo más grande. Los infelices son precisamente quienes soslayan ese tesoro suyo. Esos olvidadizos no aprendieron la lección de la vida.

¿Protección?: Alberto Ordaz (Calle Primera número 63, entre Altura del Rosario y Avenida Primera, Arroyo Naranjo, Ciudad de La Habana) es un consumidor descontento por las arbitrariedades y disposiciones draconianas de quienes supeditan al cliente, en vez de hacer lo contrario. El 1ro. de julio, él compró un DVD Parker, por valor de 80 CUC, en la TRD de La Güinera, sita en Altura del Rosario, entre Güinera y Segunda. El dependiente le atendió muy bien en la compra, se probó el equipo. Y cuando llegó a su casa, que está prácticamente frente a la tienda, conectó el DVD y este no funcionaba. Empacó el mismo y retornó a la tienda. Al entrar a esta, el dependiente, antes de que Alberto pronunciara palabra alguna, le manifiesta que si es para hacer un cambio o devolución, no se puede. Alberto se asombró, pues hacía solo 20 minutos que lo había adquirido. El empleado arguyó que la única solución era llevarlo al taller. Fue cuando apareció la Comercial, quien le reiteró, de una forma un tanto autoritaria, que si era para cambiar o devolver el DVD, tenía que ir al taller. Alberto intentó argumentarle la lógica de la garantía en cualquier sitio del mundo… La Comercial no lo dejó concluir: Aquí no era así… «Varios usuarios hemos tenido este tipo de problemas, apunta, y nos preguntamos: ¿Dónde está la protección al cliente? ¿Por qué se dictan medidas que maltratan a nuestro pueblo? ¿Usted se imagina un equipo acabado de comprar, que uno tenga que ir al taller de Galiano, para que te lo supervisen; y en muchos casos ir reiteradas veces? Nos sentimos mal por el malestar que traen estas arbitrariedades».

Viaje a la excelencia: Arsenio Valdés (Calle L No. 53, apto. 1, entre 11 y Calzada, Plaza, Ciudad de La Habana), hizo con su esposa una excursión a la excelencia y la cordialidad, previa reservación en la agencia de Viajes Cubamar. El viaje duró tres días y dos noches, con estadía en instalaciones hoteleras, y disfrutando de las bellezas de Cienfuegos, Trinidad y Santa Clara. Destaca el esmero del chofer Andrés González y el guía turístico Raúl Pérez, desde el mismo recibimiento en el ómnibus; su puntualidad y amabilidad. La atención cordial en los sitios históricos visitados y en los restaurantes, compaginaba perfectamente con la calidad del servicio del joven colectivo de la Villa Guajimico, donde se hospedaron. Tanto Arsenio como su esposa contrastan este feliz viaje con las experiencias lamentables en materia de servicios que cotidianamente se viven, de lo cual da fe constantemente esta columna. Por ello Arsenio necesita hablar «de los buenos que participan y deciden en esta sociedad». Y lo hace, «para que continúen así, como tanto nos hace falta». Enhorabuena, amigo, que ya he viajado con usted a la excelencia, por unos minutos.

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