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Huele mal desde hace años

Ha corrido tanta tinta en esta página sobre los vertimientos de aguas albañales... Pero el maloliente asunto sigue desbordado y la alerta pública debe mantenerse. Así lo evidencia la misiva del espirituano Julio A. Santos Gutiérrez (Céspedes 887-A Norte, reparto K-12), quien escribe a nombre de su suegra Ángela Rosell Tamayo, vecina de Ancha del Norte No. 2 entre Julio A. Mella y Carlos Roloff, en el propio municipio cabecera.

Resulta que por debajo de la acera de ella «pasa una tubería de aguas negras, la que por los años que tiene de construida y la falta de mantenimientos está tupida y rota por partes. (…) Dicha tubería vierte sus fétidas aguas y restos de heces fecales por varios tramos de la acera, y frente a la vivienda de mi suegra, por donde hay que entrar y salir cuantas veces sea necesario al día, hay uno de estos indeseables manantiales».

Sobre el apestoso vertimiento —refiere el lector— se ha hablado en las reuniones de rendiciones de cuentas del Poder Popular y se le ha comunicado a Acueducto y Alcantarillado. Empleados de esta entidad han venido, supuestamente resuelven el problema; y a los pocos días, «reflota».

«El sábado 3 de febrero vinieron con el carro especializado y destupieron la cañería, y el viernes día 9, ya estaba tupida de nuevo, vertiendo agua con sus inseparables heces fecales. Este problema data de más de cinco años sin dársele una solución definitiva», se duele el yayabero. ¿Cuánto más ha de esperar la hediondez y el riesgo epidemiológico?

¿Inseguro el seguro?

La pregunta viene en voz de Ramiro Báez Aguilera (Calle General Reyes No. 174, Jiguaní, Granma, quien se considera víctima de indolencia y desinformación en cuanto a los procesos del Seguro de Vida correspondiente a su esposa, fallecida el pasado 7 de enero. 

Ella, Miriam Aliaga (62 años), «estaba asegurada desde 2002. En 2015 fue operada de un adenocarcinoma de Colon y se practicó una colostomía. En octubre 2017 es ingresada en el Hospital Carlos Manuel de Céspedes de Bayamo (…), con diagnóstico de recidiva tumoral y estenosis de colostomía. A los 13 días de ingreso se ocluye y es intervenida por urgencia. Se descubren segmentos en la pared abdominal que infiltra colostomía e intestino delgado. Se hace resección del tumor», narra Ramiro.

A partir del 21 de octubre y hasta el 30 —añade— debió ser «reintervenida en seis ocasiones con urgencia por peritonitis fecaloidea generalizada y fuga de sutura intestinal de asa delgada imposible de movilizar para exteriorizar (…). Se produce laceración del borde de la yeyunostomía que no permite suturar por edemas de asas. Se ocluye con balón de la sonda y se lava la cavidad con tratamiento antimicrobiano de amplio espectro»...

Posteriormente, y luego de varias complicaciones, permanece en Terapia Intermedia por 102 días, en la cama 16 del cubículo 4, con falla intestinal irreversible, mantenimiento de la vida con nutrición enteral, fracaso de órganos múltiples… hasta que se emite pronóstico crítico y fase terminal. Muere el 7 de enero, detalla el esposo.

«Los certificados médicos —precisa— fueron entregados el 4 de noviembre, el 6 de diciembre, y el 26 de diciembre resumen clínico y fase terminal. Cuando reclamé al Asegurador que la atendía, llamé a la provincia y (…) fue que se inició el proceso después de cinco meses sin darme una orientación. Ahora se espera que peritos e investigadores hagan el proceso».

«Mi inquietud está dada en que consideran que mi esposa no fue ingresada por urgencia», demanda el granmense, y se pregunta entonces: «¿Por qué fue necesario reintervenirla con urgencia en seis ocasiones con peligro para la vida?».

Concluye el lector enfatizando que espera se investigue y analice su caso y se le den las respuestas de rigor.

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