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Un no a la chapucería

 Con esta frase encabeza su carta Josefina Gómez García (Edif. 682, apto. 6, Zona 19, Alamar, La Habana del Este), quien escribe a nombre propio y de los vecinos de los edificios 681, 682, 683 y 684 de su zona. Describe una situación que considera una falta de respeto a la comunidad.

«Por más de 15 años —narra la remitente— en todas las asambleas del Delegado (del Poder Popular), hemos planteado como punto principal la necesidad de que se asfaltara el acceso y la calle de nuestros edificios, conocido como el cuadrante, ya que en tiempos de lluvia se hacía imposible salir con los niños y mayores sin enfangarnos todos».

Les consta a los lugareños que cada delegado tramitó el reclamo, pero no habían tenido una respuesta satisfactoria. Por ello solicitaron que asistieran a sus encuentros de electores funcionarios de la Asamblea Municipal del Poder Popular para, una vez más, «elevar» el asunto. Asistieron los representantes del órgano citado y se llegó al consenso de que en el primer trimestre de 2018 quedaría resuelto el problema, evoca la lectora.

Para alegría generalizada en el mes de febrero comenzó la pavimentación, «pero un viernes, sin terminar de tirar la mezcla asfáltica en un tramo de 150 metros de la calle, retiraron todos los equipos y la brigada. Según nos explicaron, habían sido llamados para concluir una obra priorizada en San Miguel del Padrón. Todos lo entendimos, y se comprometieron a regresar el martes siguiente. De esto hace un mes (la carta entró a JR el 13 de abril) y nada de retorno»…

La delegada actual de la circunscripción informó a los residentes que había visitado a los obreros de la obra, en San Miguel del Padrón y estos le manifestaron que regresarían a terminar el trabajo. Lo que se preguntan los afectados es cuándo. ¿Cuesta tanto concluir bien y sin chapucería lo que se emprende, máxime cuando se trata de solucionar un viejo reclamo de muchos?, se pregunta la habanera.

Un reclamo desde la Obdulio Morales

A Luis Alberto Aguirre Lugones (Barrio La Presa, s/n, Manicaragua, Villa Clara), le preocupa mucho que una obra que constituye un logro indiscutible de nuestro proceso social caiga sin más en el saco del abandono.

La secundaria Obdulio Morales Torres, del Plan Turquino manicaragüense, en la que han estudiado generaciones de lugareños sufrió afectaciones con el huracán Irma, rememora el lector; sin embargo, en la solución de dichos daños, considera él, se ha podido ser mucho más eficiente.

«No fue cuantioso el deterioro, pero la demolición casi total fue la solución inmediata, relata el villaclareño. Los padres de los alumnos que aquí estudian (en lo que quedó de la escuela), estamos muy disgustados, pues todavía a esta fecha (la carta llegó a JR el 17 de abril), nadie nos ha dado una explicación convincente de lo que será el futuro del centro».

Tampoco se ha informado a los    habitantes del sitio qué se hizo con los materiales que se extrajeron de la institución, y, en sentido general, ellos piensan que la información oportuna y clara sobre el destino de la edificación educativa ha brillado por su ausencia.

«El preuniversitario de aquí, con una excelente y bellísima construcción desapareció sin ninguna explicación hace años (…). Ahora los niños que quieran superarse y alcanzar su 12mo. grado tiene que viajar a lugares distantes y pasar muchísimo trabajo», recuerda el remitente. Y, como es obvio, nadie quiere que termine pasando lo mismo con la secundaria.

Los padres, alumnos y demás habitantes del lugar comprenden los problemas económicos que atraviesa la nación, pero creen que en el caso de marras se ha podido actuar más congruentemente.

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