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Promesas, y nada

Coralia César Bellet tiene 87 años, y vive sola en San Antonio 580, apto. 2, entre Cisneros Betancourt y Avenida Oeste, Los Pinos, Arroyo Naranjo, La Habana. Padece de artrosis generalizada que le impide hacer fuerza; además de hernia hiatal, gastritis, reflujo, neuralgia del trigémino. Como si fuera poco, tiene un quiste en el hígado y le falta visión de un ojo.

Me escribe porque la calamidad que le aqueja irrumpió el 10 de agosto de 2022, cuando se le presentó una tupición en el baño. El agua no bajaba y brotaban aguas albañales por la bañadera. Y ante tal situación, buscó por sus propios medios un plomero, quien levantó la taza del inodoro, pasó cinta y llegó a un nivel que ya no podía continuar.

Se dirigió entonces a la delegada de su circunscripción, quien le explicó que tenía que dirigirse a Edificios Múltiples de Arroyo Naranjo, que es la entidad facultada y tiene todos los medios y planos para poder revisar las conexiones de su apartamento hacia el del piso inferior del edificio.

Coralia fue allí el 12 de agosto de 2022, y quien le atendió le dijo que en un plazo de 15 a 20 días la visitarían, pues los especialistas estaban en una obra.

Al ver que no iban, volvió allí el 9 de septiembre de 2022, y entonces le anunciaron un plazo de 15 días más para visitarla. Volvió el 14 de septiembre y solicitó ver a la Directora, hablarle y entregarle por escrito su queja. Le dijeron que no estaba y nadie quiso recibirle la carta.

«Al ver que no recibía la visita, dice, y que todo era  un engaño, me dirigí el 22 de septiembre de 2022 a Atención a la Población del Gobierno municipal. Allí le plantearon que ya la brigada  había concluido el trabajo, y que su caso sería atendido por Edificios Múltiples.

«Pasaron los días y nada. Decidí volverme a presentar en Edificios Múltiples el 12 de octubre de 2022. Y de nuevo recibí la misma respuesta: que irían a visitarme.

«Llevo meses bañándome en la cocina de mi casa y haciendo mis necesidades en un cubo, o en casa de algún vecino, por lo que solicito que sea analizada mi situación, y se me dé solución. No quiero más peloteo», concluye.

¿No debe tener prioridad?

Liyan Pintado (Central Amistad, edificio C, apto. 16, Güines, Mayabeque) cuenta que su padre de 76 años está operado de prótesis de cadera desde hace 12 años, y lleva cinco meses con ella desprendida, y una parte de la prótesis se le enterró en la pelvis, con dolores insoportables.

El señor no puede caminar, solo lo hace con muletas y arrastrando el pie derecho. Ha tenido sepsis urinarias, con fiebre alta. Y siente como golpes en el pie. Ha ido dos veces a consulta al hospital Frank País, en La Habana. Desde Güines eso representa un gasto de 5 000 pesos cada viaje.

En la consulta, el médico le informó que había que operarlo nuevamente y le ordenó los análisis preoperatorios. Le explicó que las prótesis están en el país, pero no se habían distribuido. En la segunda consulta, le indicó que se viera con la hematóloga y que enseguida que tuviese el resumen clínico de hematología lo llamara, que habían entrado unas cuantas.

El señor terminó con todos sus análisis y al llamar al médico este le dijo que había más de 300 personas esperando para operarse y le dio turno para verle los análisis.

«Por favor, ¡un hombre que no puede ni caminar y que vive en otra provincia!», exclama Liyan. Y agrega: «Reconozco que la situación es crítica para dar respuesta a todas las personas pendientes, pero tiene que existir un nivel de prioridad. No es lo mismo el que está esperando por operarse por primera vez al que ya lo está, pero con condiciones que ponen en riesgo su propia existencia. Y la calidad de vida de mi papá está muy deteriorada», termina.

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