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En cinco días lo que sobrepasaba los dos meses

El pasado 6 de diciembre, y desde el municipio habanero de Plaza de la Revolución, Orlando F. Alpízar Bello contó aquí los avatares desde que en septiembre pasado solicitó un certificado de defunción en línea al sitio web del Ministerio de Justicia, y supo que el documento lo podía recoger en ocho días.

Y la respuesta recibida el 19 de septiembre por esa vía fue que con el PIN 7467244 HVQC en el sitio https://certificaciones.minjus.gob.cu/, podía consultar el estado en que marchaba la gestión. Y ante varias consultas que hizo, siempre le respondían: «Está en manos de un tramitador, pero hay atrasos».

Por ello, Orlando en su carta consideraba que pasados 55 días hábiles, y sin solucionar su pedido, ya era suficiente para hacer pública su insatisfacción.

«Quienes atienden estas solicitudes deben y tienen que comprender que quien solicita un documento legal lo hace por un motivo específico, nunca por la posesión de algo innecesario», concluía.

Y este 11 de diciembre Orlando volvió a escribirme para informar que en la mañana de ese día se le notificó que ya los documentos solicitados estaban listos para ser recogidos.

«Agradezco infinitamente su gestión, afirma el remitente, lo que reafirma la importancia y prestigio de su columna para atender y resolver asuntos que atañen a la población; y le ofrezco disculpas por haber agregado más peso a su cargada agenda. Debo añadir que la persona que me llamó a mi casa tuvo un trato exquisito para con mi persona».

A Orlando solo puedo decirle que, al margen de su gratitud —una virtud no siempre presente en estos tiempos y que dice mucho de la virtud de una persona—, no he hecho más que cumplir con mi encomienda. Este es mi frente de trabajo, que asumo con gusto y consecuencia.

Ahora, esperemos que llegue la respuesta institucional a su queja. En ella, sería muy saludable que se esclareciera el porqué, algo que ya demoraba más de dos meses, aunque supuestamente debía solucionarse en ocho días, por obra y gracia de la publicación en esta columna tuvo un feliz desenlace en apenas cinco días posteriores. ¿Se podía o no se podía?

El amor también sana

«No todo es maltrato y desatención», afirma Orlando Olano Guevara desde René Ramos Latour No. 58, entre Maceo y Villamar, en el reparto Santo Domingo de la ciudad de Las Tunas.

«Como un agradecido más, prosigue, hoy quiero hacer pública y resaltar la encomiable labor de los trabajadores del área de Cura de Quemados del hospital Doctor Ernesto Guevara de la Serna de la ciudad de Las Tunas.

«En ese salón se respira dedicación y humanismo, pues el colectivo de trabajadores, médicos y otros profesionales, casi todos muy jóvenes, demuestra sentir placer por servir a los lesionados y a sus familiares.

«Satisface y genera confianza observar la ternura y el respeto con que atienden a los que allí hemos tenido que acudir, al ejercer una labor tan sensible y dolorosa a la vez.

«Sufren el dolor ajeno y tratan de mitigarlo con ese amor que también sana. La sección de Quemados de ese centro hospitalario le hace honor al nombre de Ernesto Guevara de la Serna», concluye.

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