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Infierno en casa

Gazette, un periódico de Colorado Spring, localidad de la base militar de Fort Carson, publicó una serie de trabajos bajo el título Casualties of War (Víctimas de guerra), basados exclusivamente en el 2do. Batallón del 12mo. Regimiento de Infantería de esa instalación, cuyos resultados traen al conocimiento público otras víctimas colaterales de las guerras contra Iraq y Afganistán, iniciadas por George W. Bush y continuadas por Barack Obama.

La esencia de la investigación periodística está en las dificultades por las que atraviesan los veteranos a su regreso a la vida civil, luego de haber sido «entrenados para matar», el término empleado por Democracy Now, que entrevistó a Dave Philipps, el reportero autor de la serie: dos extensos trabajos donde expone cómo los soldados de esa brigada se han visto envueltos en peleas, golpeaduras, actos de violencia doméstica y violaciones; han delinquido por conducir borrachos, traficar drogas, protagonizar tiroteos, apuñalamientos, secuestros y suicidios.

Todo en un índice 114 veces mayor que la tasa de Colorado Springs en la etapa 2007-2008. ¡Casi nada en el prontuario del Batallón! Y nada alejado del sobrenombre con que se le conoce: «guerreros letales». Sí, porque esta unidad ha participado en algunas de las batallas y combates más sangrientos de la guerra en Iraq: Ramadi en su primer despliegue; los barrios más peligrosos de Bagdad en su segundo viaje; y desde mayo, nuevamente en el escenario bélico, esta vez en el Paso de Khyber, Afganistán, en la guerra potenciada por Obama.

Pero como demostró el periodista del Gazette, los efectivos de esa unidad han llevado el infierno de la guerra a sus hogares: desde 2006, diez soldados de infantería han sido arrestados o acusados de asesinato o intento de homicidio, o de premeditarlos; otros han cometido crímenes violentos y algunos veteranos se han suicidado.

Ya se repite la historia de Vietnam, que arrojó a la calle a miles de veteranos seriamente afectados en su equilibrio mental, convertidos muchos en drogadictos y en detritus de la calle. Ahora también llegan iracundos, confundidos, paranoicos, depresivos, y estallan. Protagonizan una resaca guerrerista que lleva los horrores del infierno a casa, por cuya tranquilidad supuestamente combatieron y combaten en misiones bélicas que incrementan el oprobio imperial.

Anthony Marquez, Louis Bressler, Bruce Bastien, Kenneth Eastridge, Rudolfo Torres-Gandarilla, Jomar Falu-Vives, John Needham, Josh Butler, Thomas Woolly y los que vengan después, no son los únicos culpables, ni sus terroríficas y dolorosas historias se limitan a los «guerreros letales» de Fort Carson, que fueron a la guerra en nombre de la libertad y la democracia, y ahora pagan el precio en sus celdas carcelarias. Ellos son también víctimas colaterales...

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