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Cien años de un congreso

Un año colmado de acontecimientos trascendentes fue aquel de 1923. El 18 de marzo tuvo lugar la llamada Protesta de los Trece, cuando 15 jóvenes, encabezados por el poeta Rubén Martínez Villena, salieron a la palestra pública para denunciar el turbio negocio de la compra del convento de Santa Clara por la administración del presidente Alfredo Zayas, hecho que pasó a la historia, al decir de Juan Marinello, como «la primera expresión política de nuestros intelectuales, como grupo definido».

Es en ese año que se celebra (del 1ro. al 7 de abril) el 1er. Congreso Nacional de Mujeres, que entre otros acuerdos demanda, tras acalorados debates, la igualdad de derechos con el hombre, y se pronuncia sobre los derechos de los hijos ilegítimos y la protección de la madre soltera, el sufragio femenino y la igualdad de salarios para ambos sexos.

En ese lejano 1923, hace ya cien años, tiene lugar —16 de octubre— la apertura del 1er. Congreso Nacional de Estudiantes y la inauguración de la Universidad Popular José Martí. Ambos acontecimientos tienen como figura central a Julio Antonio Mella. Antes, el 27 de noviembre del año anterior, aparecía el número inicial de la revista Alma Mater, que lo tiene como administrador y redactor, y al constituirse, el 20 de diciembre, la Federación de Estudiantes Universitarios, es electo secretario de su Directorio.

Mella iniciaba su extraordinaria carrera de líder. Loló de la Torriente, entonces estudiante de bachillerato —llegaría a ser una de las periodistas cubanas más notables—, lo conoció en los días del congreso estudiantil, y lo vio «alto, fuerte, muy atrayente», como un joven dios. Precisa la autora de Mi casa en la tierra (1956): «Le miré a la frente y la tenía ancha, espaciosa, preocupada. Los ojos, color castaño, eran de pupilas dilatadas y profundas y la boca, muy recia, daba carácter a aquel rostro grave… Poseía, como los hombres que Platón buscaba para mantener su república, fortaleza, templanza y hermosura». Añade Loló que comenzó como «agitador estudiantil, partidario de una reforma universitaria… para terminar en líder de un movimiento nacional por un mundo mejor».

El atleta hecho líder

El 30 de septiembre de 1921 matricula Julio Antonio Mella en la Facultad de Derecho y estará en el centro de todos los acontecimientos, consciente de que la situación de la Universidad es reflejo de la realidad del país.

La Universidad de La Habana, la única que había entonces, está que arde desde que los estudiantes impidieron que se concediera el Doctorado Honoris
Causa al procónsul norteamericano Enoch Crowder. Reclaman la depuración de profesores incapaces y botelleros, la participación estudiantil en el manejo administrativo de la Casa de Altos Estudios y la presencia de los estudiantes en los claustros. Abogan por la autonomía y ocupan y clausuran la Universidad, que terminan devolviendo al rector para poco después declararla Universidad Libre, con Mella como rector interino.

Logran la construcción de un terreno para la práctica del baloncesto, pero la Comisión Atlética, de la que Mella forma parte, aspira a disponer del estadio universitario. Por lo pronto se determina que todos los equipos universitarios se denominen Caribe, y que los estudiantes compitan en representación de los colores de la Universidad y no a nombre de las sociedades de recreo a las que puedan pertenecer. Amante de los deportes y con condiciones para su práctica, Mella compite en carreras de 400 metros y en partidos de fútbol americano, y está en el equipo de remeros. Será precisamente en la casa de remos, ubicada en el torreón de la Chorrera, donde organice la Fraternidad de los 30 Manicatos, en la que, por su condición de jefe-fundador, recibe el título de Hermano Mayor. En lengua arahuaca, manicato es «enérgico, valiente y decidido». Sociedad secreta que defendía con los puños los reclamos estudiantiles.

Un futuro mejor

El detonante de la explosión del movimiento estudiantil cubano fue la presencia en La Habana del médico argentino José Arce, rector de la Universidad de Buenos Aires y a quien se designó Rector Honoris Causa de la Universidad de La Habana. A petición del
estudiantado impartió el 4 de diciembre de 1922 en el Aula Magna su conferencia sobre la reforma universitaria en la Argentina, en la que, luego de señalar las debilidades de la educación en América Latina, dijo que para los estudiantes cubanos dicha reforma debía asumirse como una tarea de rango nacional.

Para dar idea de cómo estaban las cosas, Mella señalaba entonces que en los modernos y tecnificados centrales azucareros de la Isla apenas trabajaban químicos e ingenieros cubanos, «por lo que no era de maravillarse que de la Universidad no hubiese egresado un solo ingeniero eléctrico en los tres años precedentes».

Desde las páginas del número inicial de la revista Alma Mater, en la que fungía como administrador y redactor, Mella llamó a la unidad de todos los universitarios, no solo en pos de demandas estrictamente estudiantiles, sino en la solución de los problemas nacionales, y ya el 1ro. de enero de 1923 la FEU empezó la campaña por la reforma. Entre el 15 y el 25 de octubre, el 1er. Congreso de Estudiantes de la Enseñanza Media y la Universidad, que sesionó en el Aula Magna, constituyó el punto culminante del movimiento estudiantil de entonces. Mella, ya como presidente de la FEU, encabeza el congreso, al que asisten 128 delegados con una representación verdaderamente nacional.

Mella, con la colaboración del grupo marxista Renovación, presenta un programa de carácter político. Sesiona el evento bajo el lema «Todo tiempo futuro tiene que ser mejor», ideado por
Mella, y en sus acuerdos más importantes refleja el pensamiento político del líder estudiantil, aunque el elemento conservador presente en el cónclave tuvo, al decir de Raúl Roa, la mayoría en importantes cuestiones.

La niña querida

El congreso saludó la propuesta de crear la Confederación de Estudiantes de Cuba y aprobó la Declaración de deberes y derechos del estudiante, que enfatizaba en el derecho universal a la educación y la responsabilidad del estudiante de transmitir sus conocimientos a obreros. Pidió Mella la derogación de la Enmienda Platt y la condena a la Doctrina Monroe, así como la fundación de una liga latinoamericana de estudiantes. La propuesta de derogación de la Enmienda encontró oposición entre los conservadores, que sí aprobaron la iniciativa de una campaña de
alfabetización, aunque se opusieron, y de qué manera, a que dicho empeño siguiera en Cuba el modelo soviético. Hubo rechazo asimismo a la propuesta de que la Isla diera a la URSS el reconocimiento diplomático.

Por mayoría aprobó el congreso la creación de la Universidad Popular José Martí, manera de destruir, en opinión de Mella, «el monopolio de la cultura»; un proyecto que el líder estudiantil llamó «la niña querida de mis sueños», y que perseguía el fin de fortalecer la cooperación entre obreros y estudiantes y crear a la larga un frente unido entre obreros e intelectuales. Una manera de romper con el pasado y contribuir al surgimiento de una cultura moderna que sirviera como elemento emancipador, y que nucleó a Mella, al anarquista Alfredo López y al poeta comunista Rubén Martínez Villena.

El 3 de noviembre de 1923, apenas dos semanas después del congreso estudiantil, se inauguraba, de manera solemne en el Aula Magna, la Universidad Popular José Martí. La animaba una concepción abierta y acentuadamente antidogmática. Impartiría sus clases de manera gratuita, sin tomar en cuenta el color de la piel, el sexo ni la ciudadanía del alumnado. Sus cursos se programaron por niveles (analfabetos, estudiantes de primaria, nivel secundario…) y se auspiciaron actividades abiertas, como el ciclo de conferencias sobre los problemas de Cuba. Sus cuatro años de existencia estuvieron llenos de toda clase de escollos. Su espacio en la Universidad fue saboteado de continuo, y la ruptura de Mella con la FEU y su renuncia a la presidencia de esa organización obligó a su salida de la Casa de Altos Estudios. Fue, a la larga, un centro de actividades oposicionistas, que se transformó en un espacio social de vinculación entre obreros organizados, estudiantes y la vanguardia artístico-intelectual de Cuba.

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