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Los que soñamos por la oreja

De cero

Vuelves a nacer / de lo que quedó de mí, / las cenizas del ayer, / ya ves, / me han dejado así. Diego Gutiérrez  

Vas a contestar / que antes nada sucedió, / que el mundo es recién de hoy, / ya ves, / puedo ser real.

Aunque te estrelles sola / inútilmente / contra mi edad. / Aunque hayas nacido / de lo que ha sido mi vida.

Puedo comprender / que me asignes un lugar. / Los parajes que yo sé, / ya ves, / no puedes entrar.

Sabes resistir / la tentación de volar. / Cuando lo intento sin ti, / ya ves, / me haces regresar.

Aunque el ayer se quede / tras la puerta / sin mi mitad, / has guardado los restos / de lo que ha sido mi vida.

Aunque te estrelles sola / inútilmente / contra mi edad. / Aunque hayas nacido / de lo que ha sido mi vida.

Lo anterior es el texto de Sin mi mitad, una de las piezas del repertorio de Diego Gutiérrez que más disfruto y que él decidió incluir en su primer disco, el álbum titulado De cero y que viese la luz hace unos meses a través del sello Unicornio. Dentro de un panorama discográfico caracterizado en el 2006 en nuestro país por una evidente reducción en el número de prensajes, creo que uno de los mejor realizados en su conjunto resulta el acreditado a este cantautor amante de la lectura, el béisbol, el cine y sobre todo, de los casting.

Al asumir su ópera prima, Diego se enfrentó a la alternativa de hacer un álbum que luego pudiese ser reproducido en vivo tal cual o grabar uno que tuviese recursos con los que él sabía que no iba a poder contar, pero que le garantizaban dejar para el futuro un testimonio de sus sueños musicales. Esa segunda opción fue por la que apostó Gutiérrez y así, para realizar su CD llamó a Élmer Ferrer a fin de que asumiese la producción del material y contar con el respaldo sonoro de los miembros de la Elmer Ferrer Band. Tal vínculo llevó a que en el fonograma salga a flor el costado más rockero de Diego y a que en una que otra pieza se detecten cambios con respecto a la armonía original con la que estas canciones se conocieron.

Uno de los primeros rasgos que sobresale en De cero es la funcionalidad de las orquestaciones, en las que la presencia de la guitarra tiene un rol protagónico. Es este un CD con una sonoridad muy guitarrera y en el que brilla la calidad de la grabación y las mezclas, que posibilitan la escucha de cada detalle o intención, tanto del cantautor como de sus acompañantes. Un tercer aspecto que se aprecia de inmediato es el acabado de las composiciones, dueñas todas de una excelente factura y en las que el componente letrístico deja huellas claras de que su hacedor ha consumido mucha y muy buena poesía.

Entre los cortes que sobresalen en el disco, yo mencionaría al que da inicio a la grabación, Próximo zarpazo, con una guitarra eléctrica punzante en sus solos; En la luna de Valencia, que en esta ya definitiva versión acentúa el aire reggae de la pieza y hace pequeñas modificaciones en la línea melódica del coro, si se le compara con las interpretaciones que hasta ahora le habíamos oído a Gutiérrez del tema; Sabor salado, en la cuerda de ese híbrido tan frecuente en nuestro contexto entre el son y la trova; Adriana, la maravillosa nana escrita para la hija del también cantautor Alain Gutiérrez; Sin mi mitad, ejemplo de los cambios armónicos a los que me referí con anterioridad, y Quien, con una coda a cargo del trompetista Alexander Abreu sencillamente deliciosa.

Lo único que yo le señalaría a este fonograma, para mí uno de los más completos entre los que en nuestro contexto se han editado en lo que va de año, es que su nombre De cero, no se corresponde exactamente con la realidad vivida por su protagonista. Cierto que la frase está queriendo indicar que este es el momento de despegue, de partida, pero eso no es tan así, pues el trovador ya lleva más de doce años en el bregar de la música en nuestro país y si antes no había grabado un fonograma a su nombre, no se debe a que careciese de materiales para ello sino a la poca o nula atención que nuestros sellos prestan a trabajos como los llevados adelante en la escena de la canción cubana contemporánea, manifestación en la que Diego Gutiérrez resulta uno de los exponentes de mayor valía.

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