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Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Héctor Luis de Posada, un utópico más

«Estoy entre la espada y la pared / al borde de un abismo / sentado con mi viejo corazón / tratando de encontrar la solución / que siempre da lo mismo...» Quien así se expresa en una canción es el trovador moronense Héctor Luis de Posada, protagonista de la más reciente emisión del espacio A guitarra limpia. De seguro, al concluir la función, él pensaría en aquello de que a la tercera va la vencida. Y es que el concierto había sido programado en dos ocasiones anteriores y por diferentes razones no había logrado concretarse. En febrero, fecha inicial para llevarse a cabo, una imprevista disfonía le impidió cantar por un tiempo que para Héctor Luis resultó la eternidad.

Luego en julio, cuando todo apuntaba a que la presentación tendría lugar y por fin, a sus 50 años de edad y más de 30 en el quehacer de la música, podría contar con un primer disco publicado de manera modesta pero de forma oficial, tras apenas interpretar siete de las canciones programadas para la función, un aguacero —como pocos se recuerdan en el patio de Muralla 63— vino a dar al traste con el sueño que Posada había tejido durante meses, mas en el que tanto él como la gente del Centro Pablo persistirían en su realización.

Por lo anterior es lógico suponer lo feliz que Héctor Luis debe haberse sentido al recibir el aplauso de despedida al concluir su concierto, que no en vano llevó el nombre de Utopía y donde tuvo como invitados al guitarrista avileño Oscar Solís y a los trovadores Augusto Blanca y Pepe Ordaz, quien también se desempeñó como tresero, con lo cual me hizo evocar sus tiempos de ejecutante del tres en el grupo Guaicán.

Por razones que mucho tienen que ver con la deficiente promoción musical que se da entre nosotros, estoy convencido de que para la inmensa mayoría de los lectores de estas líneas, Héctor Luis de Posada les resultará un total desconocido. Sin embargo, él no es un novato en las lides artísticas pues desde la ya lejana fecha de 1976 está vinculado al variado universo musical de nuestro país.

Es probable que muchos de los seguidores de la Nueva Trova, aún se recuerden del grupo Turiguanó, formación creada en Ciego de Ávila y de la cual Héctor Luis fue integrante. Esta agrupación, muy activa en los festivales de dicho Movimiento e incluso con experiencias en escenarios foráneos, devino la gran escuela creativa para Posada.

Héctor Luis ha sido frecuente triunfador en concursos de composición e interpretación, como el festival Channy Chelacy, evento en el que varios temas suyos han sido premiados, entre ellos El amor se quedó y Cuenta el silencio, ambos en coautoría con el poeta Pedro Assef, y A capa y espada, compuesto con el también trovador avileño Clodoaldo Parada. Igualmente, él resultó galardonado con el tercer premio del concurso Una canción para Miguel, en homenaje al centenario del natalicio del poeta español Miguel Hernández, y obtuvo la beca de creación Noel Nicola.

En su reciente concierto Utopía, Héctor Luis de Posada evidenció que es alguien aferrado al lirismo más auténtico de la trova cubana de ayer, de hoy y de siempre. Con un notable dominio de la técnica guitarrística, que le permite explotar los distintos recursos que dicho instrumento pone a disposición de quien lo sabe tocar bien, en la presentación en el patio de las yagrumas interpretó un repertorio en el que figuraron canciones compuestas en diferentes momentos de su carrera artística.

Así, se pudieron disfrutar piezas escritas de la etapa en que integraba binomio autoral con el ya mencionado Pedro Assef, hasta otras muy cercanas en el tiempo, como la titulada Me recuerda a ti, hecha en el período en el que se quedó sin voz. Ese puñado de melodías, que en unos meses podrán ser escuchadas por los interesados en este tipo de creación musical gracias a la edición discográfica que el Centro Pablo realiza de cada concierto A guitarra limpia, deja claro que Héctor Luis de Posada es un trovador consciente de que, como él afirma en su tema Utopía: «Aunque los senderos no sean luminosos / y al encender la antorcha no parezca hermoso / hay que seguir arando por viejos caminos / y llegar al futuro con la fe que vivo...».

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