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Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

La luz es música en la garganta de la alondra

En un contexto general, en el que en el plano internacional la industria discográfica está desapareciendo y en Cuba no se ha logrado hacerla rentable, el año que ahora termina es de los que menos sorpresas en materia fonográfica nacional me ha deparado en los últimos tiempos. No pocos discos de compatriotas me dan la impresión de que nuestra gente ha perdido el rumbo, con el consiguiente estancamiento de sus poéticas y la entrega de álbumes escasamente experimentales desde el prisma artístico, y signados en muchos casos por un enfoque bastante convencional, que solo busca complacer el lado comercial del mercado.

Uno de los materiales discográficos que en el 2011 rompe con la tónica predominante es el álbum titulado La luz es música, acreditado a la joven violinista y compositora Tanmy López y que surgiera a partir de ser Premio de Creación Ojalá 2010 en un concurso de musicalización de poemas de Rubén Martínez Villena. Aunque me fue imposible asistir a su presentación el pasado viernes 21 de octubre en un concierto llevado a cabo en el cine Yara y, por tanto, no pude adquirir el CD, mi hermana Darsi Fernández —sabedora de mi interés por esta clase de materiales— me hizo llegar una copia quemada del mismo.

Conozco el trabajo de Tanmy desde que fuese integrante de la Camerata Romeu y luego miembro de agrupaciones como Warapo e Interactivo o del dúo Dádiva. Incluso, tengo que decir que la primera vez que la escuché cantar en función de corista durante un concierto de William Vivanco, pensé que era mucho mejor que solo se dedicase a tocar violín, dado lo bien que lo hacía. Debo admitir que entonces me equivoqué y que la voluntad de López, así como la ayuda recibida por ella de figuras como Bobby y Roberto Carcassés, la han convertido al paso del tiempo en una vocalista que ya no transmite el miedo y la ansiedad que en sus comienzos hacía llegar al oyente, y hoy da muchísimo gusto escucharla.

Si bien el sentido de crecimiento artístico de Tanmy López empieza a apreciarse en su maqueta denominada Cambios y en el quehacer al frente de la banda que denominó Pura Cepa, el momento que en mi opinión marca su madurez musical es el disco La luz es música. Su acercamiento a los poemas del mítico líder comunista resulta de esos que lo dejan a uno boquiabierto. Estoy convencido de que ni el propio Martínez Villena jamás imaginó que uno de sus textos podría convertirse en un muy sabroso guaguancó, al corte de lo realizado por Tanmy en Celos eternos, una de las creaciones literarias de Rubén que lo bajan del inaccesible pedestal en que la mala propaganda suele colocar a figuras como él y nos acerca al hombre común, ese que como cualquier mortal tiene sentimientos posesivos hacia su pareja.

Aunque las diez piezas registradas en el álbum me atrapan, siento especial gusto por algunas. Ello me sucede, por ejemplo, con El faro, uno de los poemas de Rubén Martínez Villena por el que siempre he experimentado mayor predilección, gracias a la singular elegancia con la que en el texto se sugiere lo erótico. Tratado musicalmente con los aires de un afro en 6x8, el tema resulta en la interpretación de Tanmy una hermosa muestra de la armoniosa conjunción entre la tradición y lo contemporáneo, además de ser modélico en cuanto a cómo la autora resuelve la estructura musical de un soneto de forma irregular. Algo por el estilo cabría afirmar de Motivos, concebido como un son, o de Ironía, trabajado como un chachachá.

Con producción a cargo de Roberto Carcassés, orquestaciones en que las cuerdas de los violines están tratadas a la usanza de la música de cámara y a tres voces, otra sorpresa del CD es la inclusión de géneros latinoamericanos como el tango y el bambuco, que son perfectamente asimilados y traídos a nuestros días. No falta en el disco un danzón, el soneto Insuficiencia de la escala y el iris, toda una declaración de arte poética de Rubén Martínez Villena y cuyo primer verso dice: «La luz es música en la garganta de la alondra», interpretado a dúo con Silvio Rodríguez para finalizar un fonograma que nos deja la sensación de que hay mucho mundo interior en Tanmy López, encantadora mujer que acaba de revelarse como una notable compositora.

 

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