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Joaquín Borges-Triana

Los que soñamos por la oreja

Trivium: Entre thrash y metalcore

Los que gustan de hacer headbanging y un buen mosh estarán de plácemes ante el nuevo disco de Trivium, el álbum titulado The sin and the sentence, y que es el octavo grabado en estudio durante la carrera de esta banda estadounidense. Por mi parte, debo decir que me encantó la propuesta del grupo del vocalista y guitarrista Matt Heafy, porque ella me retrotrae a la época dorada del thrash metal, estilo surgido en el decenio del 80 en la corrosiva y maravillosa ciudad de San Francisco, sitio de suma importancia para la historia del rock y del metal.

Publicado por el sello Roadrunner Records, el CD contiene 11 piezas a través de las cuales apreciamos una muy llamativa mezcla entre elementos de Thrash Metal y componentes del metalcore, lo cual le confiere al fonograma una sonoridad bien moderna y en la que se consigue la unión entre llamativas líneas melódicas y el sentido oscuro característico de las tendencias extremas del metal. Según mi parecer, he ahí la clave de un material como The sin and the sentence, resultado también de los buenos oficios del productor Josh Wilbur.

Para ese nuevo disco, la alineación de Trivium la conforman el ya aludido Matt Heafy como figura frontal de la agrupación, Corey Beaulieu en los trabajos vocales y como integrante de la mancuerna de guitarras el bajista Paolo Gregoletto y una nueva adquisición, Alex Bent en la batería. La entrada de este instrumentista da otros aires a la banda, pues se trata de un baterista sencillamente fuera de liga, con asombrosa técnica al golpear los parches.

Aunque no fui de los que criticó de manera negativa anteriores CD del grupo, como Silence in the snow o Vengeance falls, sobre todo porque en ellos Matt Heafy optó por cantar con una voz limpia y renunció en cierta medida al uso de los growls y screams típicos del canto gutural, me veo obligado a reconocer que ahora en The sin and the sentence hay una magia que no estuvo presente en las dos propuestas previas del piquete.

En sentido general, hay rasgos del modo de hacer de Trivium que se mantienen en su octavo álbum, como por ejemplo, esos pasajes a dúos de guitarra en los puentes de cada tema, ritmos rápidos y trepidantes, poderosos riffs, alternancia de solos, frecuentes cambios de tiempo y textos bien facturados en un discurso que propone ideas.

Antes de la publicación del disco se promocionaron tres sencillos de la grabación. El primero fue el que da nombre al CD,  The sin and the sentence. El corte es de lo mejor del material en conjunto y destaca porque en él encontramos un par de solos guitarrísticos muy distintos en su concepción, mientras que Alex Bent enseña sus credenciales como notable baterista. Para los que echaban de menos la vocalización gutural de Matt Heafy, aquí vuelve a esa técnica pero sin renunciar a la utilización de la voz limpia por la que se ha decantado.

El segundo tema que la compañía y el grupo escogieron para distribuir con mayor énfasis fue The heart from your hate y que en particular, me hace evocar los mejores instantes del fonograma Silence in the snow. Hay aquí predominio de riffs un tanto más lentos, ideales para un headbanging. Por su parte, Betrayer, tercer sencillo del disco, es un magnífico ejemplo del empleo que la agrupación hace de los cambios de tiempo y de dinámica al tocar, de nuevo con una batería a todo piñón por momentos.

Dos piezas a las que recomiendo prestar especial atención son The revanchist, para mi gusto personal lo más logrado en la grabación desde el punto de vista del desempeño técnico de los cuatro miembros de la banda, y Thrown into the fire, descarga de pura adrenalina y con eficaz uso de la pedalera (particularmente el wah wah) en el solo guitarrístico

En cuanto a los restantes temas del fonograma, pudiera aludir a The wretchedness inside, poseedora de una sonoridad que hace recordar el estilo de la gente de Korn, o a Beauty in the sorrow, evidencia de lo mucho que ha madurado Matt Heafy como vocalista; y así hablar de cada uno de los 11 cortes de la grabación, pero no hay espacio para ello. Lo fundamental es expresar que The sin and the sentence resulta un CD que deja a las claras que en el presente Trivium constituye una banda indispensable en la escena metalera internacional, dueños de un saber hacer que partidarios o detractores deberían estudiar.

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