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Yasel Hernández Calderón: Para tirar es vital una buena concentración

Este soldado de Villa Clara es uno de los tiradores de lanzacohetes de una escuadra de infantería que se prepara con esmero para enfrentar a los blindados y helicópteros

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— El cuerpo inmóvil, encajado de tal manera en posición de acecho, que solo se puede descubrir a unos metros. Del rostro le aflora la serenidad, mientras su vista de águila está fija en el tanque que arrasa en su avance hasta que resulta detenido por el cohetazo.

De súbito brota el premio en un aplauso y, cuando este languidece, le dicen: ¡Buen tiro, soldado! Entonces Yasel Hernández Calderón mueve casi la cabeza sin decir una palabra. Está bañado en sudor.

Él es uno de los tiradores de lanzacohetes de una escuadra de infantería que se prepara con esmero para enfrentar a los blindados y helicópteros.

Ahora, luego de la preparación teórica, cursa la especialización en esa arma que requiere de muchos días de práctica, tantos que nunca acaban. Es la única manera de aprender y mantener siempre la forma para batir al enemigo.

Como ninguno de sus compañeros, Yasel llegó a tirador de lanzacohetes por inspiración. Lo seleccionaron por buen tirador con fusil, tener una complexión fuerte y ser ágil, lo cual equivale a moverse prácticamente como un lince.

A estas alturas reconoce que aquellas cualidades resultan medulares para desarrollar con éxito su función en la escuadra, porque después del disparo hay que moverse rapidísimo. El tanque posee un sistema computarizado destinado a localizar, en corto tiempo, el lugar desde donde vino el ataque.

Al tirador, emboscado a una distancia de unos 200 metros, considerada ideal para que el ataque tenga efectividad, tampoco le resulta fácil batir al blindado. A este debe impactarlo en el tren de rodaje o en la unión entre la torreta y el chasis, sus partes más vulnerables.

Cuenta Hernández Calderón que determinar la distancia hasta el blanco requiere de extrema pericia. La mira facilita los datos, pero sobre la base de estos uno tiene que calcular la distancia hasta el objetivo. Si hay viento fuerte la situación es más complicada, por las correcciones que deben realizar. Y todo ello con exactitud y rapidez, mientras la mole de acero avanza hacia ti.

Confiesa que su posición preferida para tirar es la de pie. De esta manera, subraya, nada puede obstaculizar la visión, lo cual sí puede ocurrir de rodillas o tendido en el suelo, la ideal, porque se logra mejor apoyo.

«Para mí es vital una buena concentración y, en los instantes en que estoy colimando el blanco, aguanto la respiración. Cuando el disparo me sorprende sé que el blanco voló», revela.

Cuando le comenté que en su rostro no había signos de fatiga a pesar de la marcha, el constante movimiento y hacer varios buenos disparos con un arma bastante pesada, sonrió antes de responder: «Nuestra preparación, fuerte y constante, nos permite alcanzar y mantener esa cualidad. Si uno se fatiga son mayores las posibilidades de errar el tiro».

—¿Has imaginado tener de verdad un tanque yanqui avanzando hacia ti?

—Cada vez que aprieto este disparador —levanta el arma desde el suelo para que la vea— lo que tengo en la mente es uno de sus blindados. Si llega el momento real, ojalá que nunca ocurra, estoy seguro de que voy a realizar un buen disparo. Pero si yo fallara, de todas maneras les caerá desde la emboscada el cohetazo de uno de mis numerosísimos compañeros de arma. ¡No tengas la menor duda!

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