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Cambiar métodos, de eso se trata

Las reuniones de secretarios generales de comités de base de la UJC en centros de producción de alimentos puso en evidencia la voluntad de la organización de suplir convencionalismos y estereotipos por métodos más novedosos que le permitan dar respuestas certeras

Autores:

Osviel Castro Medel
Odalis Riquenes Cutiño
Juana Carrasco Martín

«Las cosas no caen del cielo», expresó Ayala, secretario del comité de base de la Cooperativa de Producción Agropecuaria José Santiago Ercilla, de Las Tunas, al hacer referencia a que solo el trabajo resolverá nuestras necesidades materiales. Y su sentencia de auténtica raigambre campesina caló hondo entre los presentes.

La reunión de secretarios generales de comités de base de la UJC en los centros de producción de alimentos puso algo en evidencia: la voluntad de la organización de suplir convencionalismos y estereotipos por métodos más novedosos que le permitan dar respuestas certeras a las exigencias de los nuevos tiempos.

El primero que abordó el tema fue Hilder Torres Escalona, miembro del Buró Nacional de la UJC. «A veces separamos de las filas a un joven por no cotizar o por inasistencias a las reuniones, sin haberlo educado antes. Sin embargo la principal razón de ser sería evaluarlo por cómo cumple con su trabajo y cuál es el extra que pone».

A la luz de los desafíos actuales es preciso buscar más efectividad en el funcionamiento de la militancia. Las contribuciones a la producción de alimentos y la responsabilidad en el desempeño de las tareas afines deben erigirse como principales parámetros al evaluar trayectorias y resultados, según quedó refrendado en el análisis.

La atención a la militancia en el sector azucarero y agropecuario mereció atención especial y sobre este tema intervino Ismael Cruz, primer secretario de la organización en Las Tunas: «¿Cómo se atiende a un joven que trabaje en horarios nocturnos? ¿Quién se preocupa por los ordeñadores que laboran en las madrugadas? A veces solo los vemos el día de la reunión. Eso hay que solucionarlo».

Situaciones de esta naturaleza claman por urgentes cambios de métodos. Son espadas de Damocles que penden sobre la existencia misma de la organización. Un joven que no se sienta tenido en cuenta, se desmotiva.

Por una UJC robusta de cara al surco

En tiempos en que el país eroga millonarias sumas en la importación de alimentos, urge aprovechar todos los mecanismos y espacios que tiene en sus manos la Unión de Jóvenes Comunistas para elevar el protagonismo de los nuevos cubanos en producir con calidad y eficiencia todo lo que sea posible desde aquí dentro.

Ese fue el espíritu que animó en Santiago de Cuba un intercambio de experiencias con dirigentes de estructuras juveniles vinculadas a los sectores que tributan a este fin desde el MINAZ, el MINAGRI, el MINAL y el movimiento cooperativo y campesino.

Los asistentes coincidieron en que hoy son muchos los jóvenes que en esta provincia aportan su sudor, con resultados, en la producción de viandas, hortalizas y granos y el impulso a la actividad forestal, cafetalera, ganadera o la industria alimentaria. Sin embargo, aún la UJC no logra llegar a todos ellos y motivarlos para acercarse a sus estructuras.

Tras definir el encuentro como una continuidad de los análisis del IX Congreso de la organización, Hilder Torres explicó que el número de militantes y comités de base en estos sectores disminuye en comparación con años anteriores, cuestión que limita la posibilidad de contribuir a la preparación política de los jóvenes y compulsarlos hacia metas superiores con la celeridad que requiere el momento.

Norberto Vinent, integrante del Buró Municipal de la UJC en Songo-La Maya, enfatizaba que la necesidad de que la organización de vanguardia de la juventud cubana ocupe su lugar en el reto de producir los alimentos que necesita hoy la nación, pasa ante todo por funcionar mejor, por elevar la preparación de los cuadros que atienden la actividad y usar de manera creadora los mecanismos y movimientos que tiene a su alcance, como las Brigadas Técnicas Juveniles y las Brigadas Juveniles Campesinas, en el caso de los vinculados a la ANAP.

Lograr que los mejores entre los buenos ingresen a la organización allí en los sitios donde las cifras son más bajas, y que luego extiendan su influencia al resto de los jóvenes que puedan rodearles, quedaron entre las prioridades del trabajo juvenil aquí, tras analizar experiencias como las de la Empresa de Cereales Santiago, responsable de la producción de la harina de trigo que consume el oriente cubano y donde a pesar de existir un alto número de jóvenes, solo unos pocos militan en la UJC.

El intercambio de criterios propició igualmente conocer de experiencias positivas, como las de la Empresa Forestal Integral Gran Piedra Baconao, sede del encuentro, donde el accionar coordinado de todos los factores, entre estos la UJC, y el rigor aparejado a la atención al hombre, les permiten exhibir altos resultados productivos y políticos, que los convierten en referencia obligada.

Pensando también en el futuro y la sostenibilidad de estos sectores productivos, en la reunión se hizo énfasis en la necesidad de trabajar con niños y adolescentes para incentivar en ellos el amor por la tierra y la inclinación por especialidades afines a tales objetivos. Al respecto se insistió en que esa batalla se gana estrechando los vínculos entre la escuela y los centros productivos más cercanos.

Símil de la vaca y la computadora

El comentario de Alemnis Jiménez Guerra, de 29 años, generó risa, pero también la meditación en medio del activo de los jóvenes del sector productivo en la provincia de Granma: «La vaca es como una computadora, no puedes apretarle los botones indebidos porque… se pierde».

Él, integrante de la cooperativa manzanillera Carlos Manuel de Céspedes, agregó que ha visto a menudo cómo se maneja inadecuadamente el horario del ganado y a la vaca «hay que tenerla como un reloj para que rinda la mayor cantidad de leche posible. Si la sacamos y la trancamos a cualquier hora no nos va a dar nada».

Expresó que hace poco más de un año él pidió tierras en usufructo y después de desbrozar varias hectáreas de marabú, compró 16 novillas y ahora tiene nueve reses en ordeño, a las que mensualmente les está sacando unos 1 700 litros de leche, «por el manejo que les estoy haciendo.

«Pero he visto por ahí ganaderos que las ordeñan tarde y a las 4:00 de la tarde ya están encerrando a los animales por tal de salir de eso», dijo Jiménez Guerra.

Su intervención generó el debate entre los jóvenes de cuatro sectores presentes: ANAP, MINAZ, MINAGRI y MINAL. Y varios recalcaron que en ocasiones se trabaja a ciegas, no solo en la ganadería.

«Hay que aplicar todos los conocimientos, recordar que el trabajo del campo requiere técnica y ciencia», había expuesto Jiménez Guerra, quien es técnico de nivel medio en Agronomía.

El ingeniero agrónomo Alfredo Santiesteban García, de la cooperativa Omar Rivero, también de Manzanillo, se refirió a varias de las producciones logradas en esa entidad con la aplicación de los adelantos tecnológicos.

Hizo también una precisión que resultó oportuna en medio del debate: «Si en esa pelea no se mete la Juventud estamos perdidos; no nos haremos notar», señaló desde la experiencia que le ha brindado ser el secretario del comité de base.

Esta alusión hizo que más adelante Hilder Torres Escalona, hablara de un fenómeno palpable en muchos centros laborales: no se invita a la Juventud a los consejos de dirección.

«No estamos hablando de un favor, sino de un derecho; si nosotros, como organización política de vanguardia, no participamos en las decisiones fundamentales de un organismo o de una empresa, a qué podemos aspirar, a qué papel nos están relegando», se preguntó el miembro del Buró Nacional de la UJC.

En la reunión volvió a llover sobre mojado: los estímulos morales a los jóvenes que trabajan en la producción de alimentos. Y en consonancia con esa preocupación, Hilder Torres subrayó que son mínimas todavía las condecoraciones estatales entregadas al sector, algo que habrá que enmendar en el futuro… pero no lejano.

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