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El maestro que buscamos

Profundos cambios en la formación de los docentes de todos los niveles de enseñanza se realizan en las Universidades de Ciencias Pedagógicas

Autores:

Dora Pérez Sáez
Margarita Barrios

A Rut Rivera siempre le gustaron los niños, por eso no dudó en escoger la profesión que hoy estudia. En su familia hay una persona con discapacidad, y por ello se inclinó hacia la Educación Especial.

«Pienso que los pequeños con necesidades educativas particulares necesitan más de nosotros, para ayudarlos y protegerlos».

Como Rut, Marcel Mendoza Zúñiga aspira a convertirse en un buen defectólogo. «Me gusta mucho, me siento útil cuando ayudo a ese niño que tiene alguna dificultad y puede ser discriminado por ciertas personas. Me gustaría integrarlo, para que no se sienta distinto a pesar de su incapacidad y pueda desarrollarse como todo el mundo».

Dayani Chirino quería ser cirujana, pero «me enteré de esta opción para formarme como maestra de preescolar y me decidí, porque me encantan los niños.

«La semana pasada visitamos escuelas y círculos infantiles. Me sentí muy emocionada; nunca me había acercado a ese mundo, a esa vida. Nada más entrar y ver a los niños, me di cuenta de que el ambiente era distinto. Fue una experiencia muy bonita».

Para Rut, Marcel y Dayani la Escuela Pedagógica Fulgencio Oroz, en la antigua Escuela Normal de La Habana, es «lo máximo».

«Resulta muy bueno saber que gracias al esfuerzo de muchos que colaboraron para que este centro pudiera surgir, yo voy a lograr ser lo que quiero. Todos nos llevamos bien, y quisiera aportar algo a mi país», expresó Dayani.

«Mis padres han venido a la escuela y les encanta. Dicen que he cambiado mucho, porque antes era muy tímida. Desde que estoy aquí he participado en actividades políticas, conversaciones con alfabetizadores, con compañeros de Fulgencio Oroz, y hasta soy dirigente de la FEEM de mi grupo. En fin, tengo una vida escolar muy activa».

Marcel reconoce que en el centro hay una disciplina fuerte. «Se exige mucho el uso correcto del uniforme, los valores que debemos tener, y sobre todo estudiar, para poder alcanzar una buena formación como maestros.

«Nos dieron zapatos, dos uniformes y un suéter. Eso me gusta mucho, porque todos estamos parejos».

Dagoberto Hevia es un joven profesor del centro. Se formó como maestro emergente de primaria en el 2000, en la escuela Revolución Húngara de 1919. Luego de ejercer todos estos años en diversos centros, algunos formadores de maestros, hoy imparte la asignatura Introducción a la especialidad en Enseñanza Primaria, en la Fulgencio Oroz.

«Es un reto formar a quienes luego continuarán enseñando. Maestro es el mayor calificativo que pueda recibir un hombre. Nadie obtiene más riqueza que un educador, porque es capaz de cultivar en el alma de sus discípulos. Si bien es cierto que no siempre es bien reconocido por todos, la patria no pasa por alto su aporte».

Hijo de una maestra, asegura que cuando un profesor llega al aula necesita un grupo de cualidades: «paciencia, buena presencia, ser buen comunicador… Pero sobre todo amor, porque toda obra sin amor está condenada al fracaso».

Volvieron las maestras de verde

Uno de los cambios fundamentales en la formación de docentes fue retomar la experiencia de las escuelas pedagógicas para graduar maestros de primaria, enseñanza especial y educadoras de preescolar, centros que tuvieron gran tradición en el país.

Con un plan de estudio de cuatro años, a partir de graduados de secundaria básica, el curso está dirigido a formar un maestro con la preparación necesaria para asumir esas enseñanzas, sin renunciar a la continuidad de estudios en las universidades pedagógicas.

Son 18 escuelas pedagógicas, con una matrícula de 7 306 alumnos. Una en cada provincia, con excepción de Ciego de Ávila y Sancti Spíritus, que tienen dos.

De estos estudiantes, 5 575 se forman como maestros primarios, 1 402 en enseñanza preescolar y 329 en la educación especial, esta última solo en La Habana, Matanzas, Camagüey y Las Tunas.

María Teresa Ferrer Madrazo, directora de la Escuela Pedagógica Fulgencio Oroz, asegura que para actualizar los cambios económicos —los cuales siempre tendrán su repercusión social—, los maestros deben lograr cambios en la mentalidad de cada uno de sus estudiantes, lo que no se obtiene sino con el conocimiento y con el ejemplo sistemático.

La antigua maestra Makarenko, graduada en 1968 y dedicada a la formación de docentes desde 1974, afirma que una invariante del proceso educacional cubano ha sido el principio ideológico y político que sustenta la preparación de los maestros, quienes son la columna vertebral para el desarrollo de la sociedad.

«Que se haya retomado la formación de maestros con egresados de noveno grado tiene la gran virtud de que son adolescentes en pleno proceso de desarrollo, y si bien decimos que a esa edad son contradictorios e inseguros, por otra parte tienen la posibilidad de apropiarse con facilidad de todo lo que se les da.

«Y no me refiero solo a la instrucción, sino a los elementos educativos, formativos, y también al ejemplo de aquellos que interactuamos con ellos. En esta escuela está prohibido mirar de una manera hostil al alumno. Porque así es como luego ellos van a actuar en el lugar donde vayan a trabajar».

María Teresa precisó que los 642 estudiantes —solamente hay 79 varones— tienen entre 14 y 15 años. Solo diez cumplieron 16. «Eso nos permite verlos crecer, compartir con ellos las fotos de sus 15».

—¿El régimen semiinterno es una limitante o una ventaja?

—Es una fortaleza. La familia es un baluarte incalculable. Estamos convencidos de que vamos a seguir contando con las reflexiones oportunas de los padres, incluso de los vecinos e instituciones aledañas a la escuela.

«Es bueno que el alumno cada día le cuente al padre cómo le fue en la escuela. Es vital el contacto con la familia si los educadores lo sabemos utilizar consecuentemente, porque ellos, como nosotros, tienen responsabilidad y obligaciones en la formación de sus hijos.

«Comenzamos a las ocho menos cuarto con el matutino, hasta las cuatro, y luego hay una hora más por si se necesita alguna actividad de consolidación, o de la UJC o la FEEM. Cuidamos de que no lleguen tarde a sus casas. Y yo me quedo aquí hasta las siete de la noche, por si alguna mamá llama diciendo que el muchacho no llegó. Los maestros somos padres también, y nos desesperamos si se demoran».

Rolando Forneiro, viceministro de Educación, apuntó en un encuentro con la prensa que quienes acudieron a estas escuelas fueron seleccionados, y uno de los requisitos fundamentales fue tener 80 puntos como mínimo en su promedio de estudios de secundaria básica.

«En estos centros nos esforzamos por formar maestros bien preparados. Para ello acudimos a los docentes que tuvieron experiencia en las antiguas formadoras de maestros. En los claustros contamos con un total de 264 que fueron alumnos y profesores de esas escuelas en etapas anteriores».

La enseñanza media no se queda a medias

Una de las canteras fundamentales para formar licenciados en Educación son los institutos preuniversitarios vocacionales de Ciencias Pedagógicas, de los cuales hay 50 en todo el país, con más de 3 000 estudiantes cursando el grado 12.

Maricel Rodríguez González, directora de Preuniversitario a nivel nacional, explicó que estos jóvenes tienen como única opción para continuar estudios superiores las carreras de perfil pedagógico, a las cuales accederán luego de aprobar el bachillerato y los tres exámenes de ingreso: Matemática, Español e Historia.

Con respecto a la cobertura docente de los preuniversitarios, argumentó que la apertura de los centros urbanos ha permitido contar con más profesores.

«Muchos han regresado, incluyendo jubilados de gran experiencia, pero mientras tengamos estudiantes en formación impartiendo docencia debemos reconocer que hay déficit de maestros.

«En general tenemos mejor cobertura. Las mayores dificultades están en La Habana, donde un grupo de docentes tienen que asumir tres grupos de estudiantes, y en asignaturas con frecuencia elevada de clases, como Matemática, lo cual constituye una fuerte carga para el profesor.

«Hemos priorizando el grado 12 con los profesores de mejor experiencia, muchos de ellos jubilados reincorporados, para preparar bien a los alumnos y lograr que pasen con éxito las pruebas de ingreso a la universidad».

La educación técnica profesional (ETP) es una de las más complejas en la fuerza docente, debido a que se necesitan profesores que sean especialistas de las diversas ramas técnicas.

Alexander Manso, director de ETP a nivel nacional, explicó que esa es la única educación que forma a la totalidad de sus maestros en la modalidad de curso para trabajadores.

«Hemos instrumentado variantes para acceder a esta enseñanza. Los que son graduados de técnico de nivel medio reciben una preparación previa y comienzan el primer año de la licenciatura en curso para trabajadores en la Universidad.

«La otra fuente son los cursos de habilitación. El primero fue el año pasado, y este curso habrá otro. Son estudiantes del cuarto año de la ETP, que se preparan de marzo a julio en Matemática, Español e Historia, y además reciben una preparación en la asignatura en la cual se están habilitando: Electricidad, Transporte y Agropecuaria, entre otras.

«El curso pasado graduamos por esta vía a unos 2 000, los cuales se incorporaron en septiembre a impartir clases en los politécnicos. Para continuar su desarrollo, una semana de cada mes la dedican a estudiar, con dos objetivos fundamentales: superarse en la asignatura que imparten y prepararse para los exámenes de ingreso a la Universidad de Ciencias Pedagógicas.

«Solo pueden impartir docencia en los dos primeros años, y no más de diez horas-clase semanales, para que tengan tiempo para su autopreparación».

La instrucción universitaria se fortalece

«Desde el curso anterior se introdujeron un grupo de transformaciones dirigidas a aumentar la calidad tanto en la preparación inicial como en la formación de los maestros ya en ejercicio, que han tenido continuidad en este curso, y que tienen que ver con una nueva estructura de carreras y la conformación de nuevos planes de estudio, entre otras medidas», explicó Rolando Forneiro en diálogo con la prensa.

Refirió que las universidades de ciencias pedagógicas (UCP), una en cada provincia del país, tienen una matrícula actual de 67 935 estudiantes, de ellos 28 404 en el curso diurno.

Además, señaló que a partir de la experiencia que tuvieron otras universidades de llevar estudiantes de grado 12 a cursar ese último año de bachillerato para luego continuar en carreras de Ciencias Exactas, las UCP se sumaron este curso a esa modalidad.

«Son 322 estudiantes de grado 12 y están en las UCP de 12 provincias. Ellos tienen preotorgadas la Licenciatura en Educación en la carrera de Matemática y Física. Cuentan con un claustro seleccionado y deberán aprobar su bachillerato, las pruebas de ingreso y continuar esos estudios superiores con una mejor preparación».

Al preguntarle acerca de la formación de los docentes en las UCP, explicó que se retomaron experiencias de etapas anteriores, en las que se formaba un profesor para dar clases lo mismo en secundaria, en preuniversitario y en politécnico.

«Lo hacemos sobre la base de que la preparación se realice en combinaciones de dos asignaturas: Matemática-Física, Biología-Química, Biología-Geografía, Español-Literatura, Marxismo Leninismo-Historia y Educación Laboral-Informática.

«Además, se mantienen las carreras para la Licenciatura en Educación Preescolar, Primaria, Especial, Logopedia, Pedagogía-Psicología y Lengua extranjera».

Forneiro significó que en todas las carreras se continúa elevando la docencia universitaria con carácter presencial.

«Desde el curso pasado logramos que todos los estudiantes estuvieran el primer año a tiempo completo en la universidad antes de incorporarse al trabajo en las escuelas, y para este curso se extendió hasta segundo año; incluso algunas provincias como Guantánamo y Pinar del Río, en correspondencia con su favorable cobertura docente, lo pudieron llevar hasta el tercer año».

«Y para los años en que ya están incorporados a los municipios en las escuelas como micro-universidades, pues los estudiantes tienen un incremento de la docencia que reciben; es decir, con determinadas fórmulas organizativas logran estar un tiempo del curso incorporados a las UCP para recibir su docencia».

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