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Que nada supere el interés de la nación

La empresa estatal socialista tiene que pensar cómo aporta más al presupuesto, cómo genera más utilidades y no en hacer cosas que quizá resuelvan en un momento pero al final se convierten en una desgracia económica y financiera

Autor:

Agnerys Rodríguez Gavilán

En la capacidad organizativa y de dirección, en los recursos humanos que tenemos, y en el conjunto de transformaciones que se están dando como parte del proceso de institucionalización que está llevando a cabo el país, están las mayores fortalezas para enfrentar el fenómeno de la corrupción y rescatar la disciplina económica.

Con esa convicción inició la Contralora General de la República, Gladys Bejerano, la última parte de su diálogo con este diario. (Ver primera parte)

«Toda esa transformación, que le va a dar un contenido más sólido, de mejor organización, no solamente a las empresas, sino también al país, debe y tiene que dar un cambio favorable, empezando por la responsabilidad de las personas que están al frente de estas y sus colectivos de dirección», recalcó.

«Si los directores trabajan mejor en su función de administrativos, y también con un sentido más político de su responsabilidad, ese desempeño redundará en fortaleza para asumir las tareas y los objetivos asignados.

«Y si además rinde cuenta, es transparente, consciente de su función y aprovecha todo el potencial de su colectivo, es millonario; puede hacer todo lo que se proponga para el bien de la nación. Pero tiene que asumirlo venciendo muchos malos hábitos, y dejando también de hacer muchas cosas que todavía se hacen sin medir cuánto cuestan, sus riesgos. Así no se puede seguir trabajando.

«Hay que darles más facultades a las empresas, más amplitud para desarrollarse más eficientemente, que no quiere decir en ningún caso que esas atribuciones se puedan utilizar para que cada cual haga lo que mejor le parezca.

«Para que exista un orden, todo el mundo tiene que seguir una línea. Como conocemos se estudian las normas sobre cuál debe ser el funcionamiento de la empresa cubana, a partir de todas las experiencias. Tenemos el Sistema de Perfeccionamiento Empresarial, que ha aportado un conocimiento que se está sistematizando. Con un espíritu muy crítico y con la voluntad de modificar lo que haya que modificar, de hacer estructuras menos burocráticas, eso indudablemente se revertirá en fortalezas.

«Por delante tenemos también el problema de la planificación. Las maneras en que hoy se está concertando la planificación, la inmediata y la perspectiva, debe traducirse en beneficio para la empresa, para el país; igual lo que está aconteciendo con el presupuesto, esa decisión de que la empresa tiene que aportar a la nación, y que no puede ser que el presupuesto del Estado subvencione a la empresa, coloca a los empresarios y a los trabajadores en una posición diferente, de aportadores.

«El escenario donde se desarrolla la dirección administrativa en la actualidad está cambiando y se están tomando medidas para que así sea. Y esa convicción, y esa firmeza de que cada cosa tenga su análisis, creo que es lo primero que va a ayudar a que todo el mundo comprenda que tenemos que cambiar, que hay que pensar, trabajar con responsabilidad, dar frutos, resultados.

«La empresa cubana ha tenido y tiene una fortaleza que quizá no siempre hemos sabido aprovechar al máximo, y siempre hablamos del material que nos falta, que es cierto, pero el capital humano que tiene este país es innegable. Cuando se hace un negocio mixto, los socios extranjeros aprecian mucho que tenemos personas preparadas profesional e integralmente, y eso es un potencial real, una riqueza. Creo que esa es la primera fortaleza.

«Otro elemento que se debe tener en cuenta es que estamos concentrando a las empresas cubanas en el interés de los objetivos estratégicos, despojándonos de cosas que no necesariamente tienen que estar a nivel de una empresa».

—Y las debilidades…

—La debilidad primera que para mí puede tener una entidad, sea empresa o una unidad presupuestada, es que quien la dirige, su colectivo de dirección, anteponga los intereses de la entidad, los de su colectivo, y peor aún, los personales, a los intereses de la nación.

«Lo primero es pensar como país, cómo aporta más al presupuesto del país, cómo genera más utilidades, cómo logra ganar un prestigio si es para exportar o sustituir importaciones, cómo disminuir gastos; no puede estar pensando en buscar dinero, en hacer cosas que quizá resuelvan en un momento, pero al final no son sostenibles, se convierten en una desgracia económica, financiera y, en algunos casos, hasta socialmente. Esa pudiera ser la peor debilidad.

«Otro asunto es que a veces tendemos a las exageraciones. Creo que hay que tratar de llevarlo todo al justo medio. El hecho de que la empresa debe tener todas las facultades que requiera para cumplir bien su misión, no es sinónimo de libre albedrío. El hecho de que hay determinadas facultades que están a otro nivel, de acuerdo con los intereses y la estrategia del país, no tiene porque limitar la capacidad de pensar y proponer.

«Para que existan posibilidades no debemos interpretar que todas las facultades deben estar en la empresa. A veces tengo la sensación de que hay compañeros, algunos empresarios que actúan como si estuvieran solicitando una carta de libertad o su total independencia, “sueltos y sin bozal”, para hacer lo que quieran… En nuestras condiciones eso es inadmisible. Tiene que haber una armonía, tiene que haber una concertación, un equilibrio. Un ejemplo claro: el país debe dar libertades para que la empresa pueda cumplir su producción; sin embargo, hay productos o servicios que no dan tanta utilidad, pero les hacen falta al pueblo, y hay que producirlas con el máximo de eficiencia y de ahorro. Siempre hay que pensar como país.

«En la misma agricultura, y con los campesinos, por ejemplo, si solo se produce lo que más rápido se dé y mayores ganancias reporte, hay productos que la gente no verá nunca más, ni en un museo. Tiene que haber un plan nacional, tiene que haber intereses nacionales, y todos tributamos a lo nacional, con la flexibilidad y con el margen de descentralización posibles para que el pequeño agricultor, el cooperativista, el de la empresa, puedan actuar.

«Es cierto, y existe conciencia respecto a las trabas burocráticas que hay que quitar, que sí existen todavía, y que están también en la prohibiciones innecesarias. Es un proceso complejo y lleva tiempo; las modificaciones tienen que ser pensadas, razonadas.

«También hay otros que dicen que se les controla mucho. Y yo digo que el dirigente administrativo que actúa con honestidad y transparencia, debía desear y solicitar una auditoría una vez al año y, si su complejidad lo requiere, un auditor interno, para revisarlo todo y tener claro en qué tiene que mejorar. Cuando alguien nunca encuentra la oportunidad, el momento para que lo controlen, una piensa: ¿cuál es el problema? No confías en lo que estás haciendo.

«En nuestra planificación de las acciones de auditoría y control, tratamos de conciliar que a una entidad no le corresponda más de una auditoría en el año, eso es lo correcto, lo perfecto. Sin embargo, todavía tenemos entidades que pasan más de dos años sin ser auditadas, por falta de personal, y también por disímiles pretextos. Además, suceden otras situaciones, por ejemplo, pasa una auditoría y, a los tres meses, por un informe de la Policía, se detiene un vehículo con mercancías de aquella unidad ya auditada, y se presume un hecho delictivo; entonces, tenemos que entrar nuevamente para investigar, comprobar y elaborar el informe especial que sustenta el proceso penal, dado que el auditor actúa como perito.

«A quien le han realizado tres auditorías, como se quejan algunos, es porque algo no está bien. A los que dicen que no los dejamos trabajar, yo les digo que también existen algunos que no actúan con honestidad y nos roban tiempo que podríamos dedicar a la realización de auditorías de gestión y otras acciones encaminadas a buscar las mejores prácticas, ejemplos que muestren cómo lograr mayor eficiencia. Hay causas objetivas y subjetivas en ese modo de reaccionar.

«Elaboras muy fácilmente una resolución, pero para que ese instrumento legal se cumpla tiene que ser asimilado por las personas que la van a cumplir, y eso lleva un tiempo. Y puede ser además que se necesiten ajustes que en la práctica no estaban, y hay que mejorarla.

«Como ha dicho el compañero Raúl, tenemos que tener capacidad para hacer, para normar y para rectificar lo que tengamos que rectificar, tratando de equivocarnos lo menos posible».

—¿Cómo se inserta la Contraloría en el proceso de implementación de los Lineamientos?

—La Contraloría tiene, en primer lugar, que educar, ayudar, contribuir y exigir para que exista orden, disciplina, respeto a la legalidad. Si la implementación no la hacemos como está prevista, los resultados podrían convertirse en negativos.

«Hay lineamientos que nos competen a todos y, por tanto son de estricto cumplimiento para empresas, unidades presupuestadas, organismos e instituciones, como es el caso del sistema de control interno. Como entidad fiscalizadora superior supervisamos el cumplimiento de lo que se establece para su implementación.

«Están, por ejemplo, los referidos a las inversiones. Hacemos auditorías o inspecciones a las inversiones, y allí vemos si se están cumpliendo las indicaciones del Ministerio de Economía, si se hicieron los estudios de factibilidad, si ese proceso fue con calidad, si no se violó nada… Y los resultados: si estaba previsto que esa obra o inversión se terminara este mes, porque tenía que empezar a producir y no se cumplió, cuál es la razón del incumplimiento y la afectación económica, de qué dependió eso, si fue por un problema objetivo real o si fue por problema de desorganización…

«Estamos capacitando a las administraciones, y los cursos se han diseñado a partir de los problemas encontrados en cada sector. Interesa darles herramientas, habilidades, métodos, para que no anden improvisando cuando ya existen normas, cuando ya existe un sistema.

«Nos estamos preparando, además, para hacer una auditoría a todo lo referido a la venta de materiales desde la producción, la distribución, la comercialización y los créditos que se le están dando a la población; todo eso para ver cómo se cumple en el terreno una medida de tanto impacto social.

«El sentido de los Lineamientos y de los acuerdos no es cumplir por cumplir, sino poner en práctica las nuevas decisiones, las nuevas medidas para desarrollar el país y mejorar las condiciones de vida de la población.

«Durante todo el año está previsto que evaluemos el plan y el presupuesto, que son sagrados».

—¿Cómo la Contraloría ejercerá sus funciones de fiscalización superior a las nuevas figuras que aparecen en el escenario económico cubano?

—Volvemos al principio. Cada organismo, según su misión,  propone la política al país y, una vez que se apruebe, es su responsabilidad implementar, orientar y exigir su cumplimiento. Por ejemplo, la ampliación del trabajo por cuenta propia está bajo la rectoría del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), y como tal presenta la política, se aprueba, se discute, la implementa y la fiscaliza. En el trabajo por cuenta propia, aunque el MTSS es el rector, intervienen también los ministerios de Transporte, Comercio Interior y Salud Pública. Estos se ocupan de las actividades o áreas de su competencia.

«En ningún caso realizamos el control directo a esas actividades ni sustituimos el control del organismo. Hacemos el control superior. Eso quiere decir que evaluamos, en un momento, por muestra, cómo marcha la implementación de esa medida, para poder sentarnos con nuestros compañeros a analizar aquellas cuestiones que ellos no vieron o que nosotros vemos desde otro ángulo. No estar en la tarea operativa de todos los días nos permite identificar y percibir fenómenos o problemáticas que ellos no advierten, o aprecian de otro modo.

«Cuando haces una cosa directamente es muy difícil que uno mismo vea cualquier problema. Y sin embargo, cuando te separas un poquito, tienes otra mirada. Eso pasa ahora con la Contraloría. Somos, en un sentido positivo, la contrapartida.

«Igual sucede con la entrega de tierras en usufructo. ¿De quién es la responsabilidad? Del Ministerio de la Agricultura. Están las leyes, decretos, disposiciones y ellos tienen el sistema; por tanto, ellos tienen que hacer bien lo que les corresponde.

«Pero nosotros tenemos entradas, en determinados momentos, y eso nos permite comparar si la visión y valoración que tiene el Ministerio está en correspondencia con lo que realmente está sucediendo, o con la visión que tenemos, o si hay cosas que no hemos visto.

«En algunos temas, por ejemplo, como el de la comercialización, vamos a realizar un diagnóstico más profundo, porque algunos problemas son repetitivos, lo cual indica que no se ha llegado a la raíz del asunto, a las causas.

«Te pongo otro ejemplo: cada ministerio que cuenta con una entidad que es patrocinadora de una empresa mixta tiene el deber de garantizar que funcione bien, pero el Ministerio de Comercio Exterior y Colaboración Económica, que es el rector de la política de importación, exportación, inversión y la colaboración, velará por eso. Sin embargo, y no hay contradicción alguna, nosotros, en nuestra condición de entidad fiscalizadora superior, tenemos en nuestro plan la realización de auditorías que van dirigidas a las inversiones de mayor compromiso del país, de mayor estrategia, de mayor envergadura. Porque son de interés del Estado y el Gobierno.

«Y entonces podemos realizar un análisis integral, en el que participen el Banco, los ministerios de Comercio Exterior y Economía y Planificación. Así sucede en los controles estatales. Los convocamos a todos y nos sentamos a escuchar el punto de vista de uno y de otro, y en la contradicción o el punto de vista diferente está la idea que pudiera desarrollarse de otra manera.

«Pero siempre será en ese orden: el que ejecuta la actividad de manera directa, el que tiene la función estatal, es el organismo rector. Nuestra actuación tiene que ver con la supervisión superior».

—Háblenos de ese «nosotros» que trabaja por cumplir con la orientación que dio Raúl.

—El trabajo es intenso. Nuestros compañeros trabajan mucho. Nuestras contraloras y auditoras, porque son mujeres la mayoría, son muy abnegadas, aunque también en nuestro colectivo tenemos hombres, compañeros muy valiosos.

«El trabajo del auditor no siempre es bien comprendido. Muchas veces nada más se ve que es el que dice el problema, porque le toca decirlo, pero para llegar a esos problemas creo que es también un obrero, un trabajador, porque tiene que estar ahí, gastar horas buscando papelitos, revisándolo todo, porque muchas veces llegamos a lugares que si estuvieran organizados, la auditoría fuera mejor.

«Pero a veces tenemos que organizarles el trabajo y después hacerle la auditoría. Y eso lleva mucha dedicación. Por tanto, creo que el trabajo de la Contraloría está sustentado sobre la base del colectivo que tiene, de su compromiso. Son personas muy revolucionarias, dispuestas a defender nuestra obra.

«De manera que nuestra respuesta al compañero Raúl en esta lucha, yo diría que en primer lugar, es cumplir su orientación. Segundo, garantizar lo que él nos ha pedido: propiciar una mejor coordinación entre todos los organismos, armonizar, cumplir nuestras funciones, que lo hacemos con la Fiscalía General de la República y el Ministerio del Interior, pero también con las administraciones.

«Si trabajamos con responsabilidad, modestamente, sin querer prevalecer por encima de otros, sin subestimar el trabajo de los demás, creyendo que el nuestro es importante, pero que también es importante el de los otros; y si, como siempre, mantenemos la unidad entre todos sobre la base de los principios y el respeto, y no la de pasarnos la mano ni la de las componendas, creo que estaremos cumpliendo el mandato de la Asamblea Nacional y las orientaciones del compañero Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros».

—Podría afirmarse que todo este proceso de cambios ha creado un ambiente favorable para el control en el país…

—Ha creado retos y un ambiente positivo. Retos porque es una etapa de muchas decisiones, de cosas nuevas, de cambios, que obligan a repensarnos en el orden de cómo ser más efectivos, más oportunos y, además, proponer y encontrar soluciones, y toda solución entraña riesgos y nuevas situaciones que hay que analizar.

«Pero eso es positivo. Todo lo que sea para hacer más, para superar, para desarrollarnos resulta positivo. Lo malo es que tengamos un concepto estrecho del control. Si creemos que hasta que no haya control no se pueden hacer cosas, nos morimos de inanición.

«Hay que hacer, y hacerlo como se está ordenando, con disciplina, con legalidad. Cada vez que se va a cambiar, transformar, actualizar o implementar algo, primero se estudia, se experimenta, y después se elaboran la norma y los procedimientos y se capacita a la gente… Hay quien dice: “Oye, cómo nos demoramos”; gente en Cuba, en el mejor sentido, y algunos de afuera, que quieren que nos desesperemos.

«Si te demoras un mes, dos meses, seis meses, eso es correcto, significa que lo vas a hacer bien, que empezarás bien. Porque si comienzas de una manera desordenada en la aplicación de algo nuevo, cualquier distorsión es un problema en todos los sentidos.

«Y creo que tenemos el derecho de reclamar y exigirnos hacer las cosas bien hechas, y con orden, para que den resultados, y no locuras, para complacer. No estamos para complacer a nadie, estamos para garantizar que el país tenga un mejor desarrollo.

«Es un buen momento. Pueden existir diversos criterios, contradicciones, puntos de vista, pero si somos capaces de conducir el proceso como nos han indicado el Presidente y el Congreso del Partido, vamos a tener buenos resultados. Sin saltos espectaculares, pero más sólidos y seguros.

«Lo que tenemos por delante es mucho más grande que esa fanfarria de los que siempre nos critican por todo, porque odian a la Revolución. Pero nosotros vamos avanzando y con la disposición de hacer las cosas bien. Como cubana, como ciudadana de este país, como revolucionaria, me siento estimulada. Sé que tenemos que trabajar mucho, que puede haber riesgos —siempre los hemos tenido—, porque nadie como Cuba ha tenido y tiene esa persecución implacable de cinco décadas de bloqueo imperialista, ya enfermizo; y a pesar de todo aquí estamos… desarrollándonos en temas principales del país. Y si cada uno trata de hacer su pedacito y hacerlo bien, las cosas deben salir mejor».

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