Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Al tibio amparo de la humanidad (I)

A hogares de ancianos de instituciones religiosas y de asociaciones fraternales de la Isla llega la voluntad amorosa de la Revolución. No son solo palabras: es el apoyo, en acción, que se hace tangible en medio de no pocas adversidades

Autores:

Marianela Martín González
Alina Perera Robbio

Al pequeño cuarto, con tres camas y tres taquillas, Lino González, de 65 años de edad, nos lleva con naturalidad que enternece. Miramos bien el lugar, que no es cualquier espacio para Lino: es allí donde duerme una noche tras otra de su vida y donde tiene sus pertenencias más necesarias.

Él es uno de los 34 inquilinos del Hogar de Ancianos William Booth, ubicado en el capitalino municipio de Marianao.

«¿Por qué está aquí si es usted tan joven?», preguntamos a Lino, quien no demora en responder: «Sí, soy joven, pero las piernas no me responden bien, por el azúcar, por la diabetes. Aquí llevo cerca de un año».

—¿Qué hizo en su vida?

—Era chofer.

—¿Aquí se siente bien?

—Encantado de la vida. Soy interno. Duermo y todo aquí.

—¿Tiene familia?

—Tres hermanos.

—¿Y los que duermen con usted?

—Uno de ellos es Lorencito, debe de estar en el comedor.

—¿Pueden dormir todo lo que deseen?

—Hay horarios. El baño, por ejemplo, comienza a eso de las cinco y media de la tarde. Yo me baño a esa hora, pues puedo hacerlo solo. Otros necesitan ayuda.

—¿Con agua tibia?

—Sí. Tenemos agua caliente, directa desde la ducha.

—¿Pueden salir a pasear?

—Muchos ancianos lo hacen. Pero yo no, porque tampoco veo bien.

Antes de llegar al cuartito de Lino hemos recorrido el hogar donde todo luce limpio y ordenado. En el portal, en la mañana, los ancianos nos han recibido jugando dominó, o sentados tranquilamente, algunos con la mirada buscando no se sabe qué paisaje en la memoria.

Otros, en un espacio más interior, miran el televisor. En alguna esquina está apostado un cuidador pendiente de ellos, que son la sumatoria de múltiples historias y fragilidades.

El Hogar pertenece a la iglesia protestante Ejército de Salvación en Cuba. El comandante divisional de esa institución cristiana, mayor Julio Antonio Moreno, nos explica que la misión del Ejército a nivel mundial es predicar el evangelio y preocuparse por las personas sin distingo alguno.

Sobre el hogar de ancianos, nos explica que este conforma la parte de la obra social del Ejército. «Trabajamos —dice— con las comunidades; tenemos en Cuba, oficialmente, este hogar que es nuestra obra representativa nacida en 1944, que comenzó siendo muy pequeño y ha ido creciendo. Contamos, además, con un comedor mediante el cual, apoyados por el Hogar, damos alimentos a un grupo de personas en la barriada de Párraga».

El Ejército cuenta en la carretera de Vertientes, Camagüey, con un hogar que, también apoyado por el Consejo de Iglesias de Cuba (CIC), atiende a personas adictas al consumo de alcohol. Ya se proyecta un nuevo hogar de ancianos en la ciudad de Santa Clara, donde habita la población más envejecida del país; y se suma el sueño de crear otro en la ciudad de Holguín.

—¿El Estado cubano destina fondos para apoyar esos proyectos?

—Existe en nuestra iglesia un trabajo muy coordinado con el Estado cubano que destina fondos para los presupuestos de atención alimentaria, mejoría de las condiciones de vida de los ancianos, compra de medicamentos y mantenimientos constructivos.

—¿Cuentan con otras entradas financieras?

—Donaciones que nos hacen entidades internacionales.

—¿Se sienten apoyados por el Gobierno?

—Profunda, satisfactoriamente apoyados y con excelentes relaciones de trabajo. Damos gracias a Dios por esta excelente relación que coadyuva al bienestar de los seres humanos.

Historia de buena voluntad

Desde los siglos XIII y XIX le nacieron a Cuba entidades religiosas y asociaciones fraternales cuyo objeto social era el amparo de los grupos más vulnerables, constituidos fundamentalmente por enfermos psiquiátricos, prostitutas y huérfanos de esa etapa colonial.

A la altura de la república mediatizada comenzó la aparición de instituciones destinadas a la atención de los ancianos. Algunas de ellas eran financiadas por organizaciones religiosas y donaciones caritativas.

Actualmente, del universo de las entidades religiosas y asociaciones fraternales, existen 18 hogares de ancianos, de los cuales 14 están registrados por el Departamento de Economía del Ministerio de Salud Pública (Minsap). De tales instituciones, 12 pertenecen a órdenes o congregaciones católicas, cinco a iglesias protestantes y una a la Gran Logia Masónica.

Ese panorama es descrito para nuestro diario por el doctor Alberto Fernández, responsable de la Dirección de Atención al Adulto Mayor en el Minsap. Es él quien nos explica que los hogares de ancianos de las instituciones religiosas y asociaciones fraternales forman parte del sistema cubano para la atención al adulto mayor. «Están los hogares de ancianos —dice— y también hay casas de abuelos».

«Normalmente estas instituciones han sido vistas como privadas. Ese, sin embargo, no es el término apropiado, porque el Estado cubano destina para ellas un presupuesto anual».

—¿De qué envergadura es el presupuesto?

—Históricamente se ha hablado de 12 millones que se han mantenido estables durante los últimos cinco años. Es una cifra sobre la cual se tiene concebido un incremento en este año.

«Las entidades de las que estamos hablando cuentan con otras vías para su financiamiento: donaciones y lo que les pagan los beneficiarios».

—¿Qué porciento podría estar ocupando el presupuesto estatal dentro de la disponibilidad financiera de estas instituciones? ¿Es importante?

—Sí, es importante. El presupuesto estatal les sirve para la compra de alimentos y de medicamentos; y estos últimos son adquiridos a través de Salud Pública, a precios subsidiados.

«Ese presupuesto también sirve para el pago a los trabajadores. Hasta ahora la atención médica en esas instituciones ha sido fundamentalmente a través de prestación de servicios; o sea, con médicos que pertenecen a otros centros laborales y prestan sus servicios allí. El Minsap planteó a esas instituciones y asociaciones que hicieran sus propuestas de plantillas de recursos humanos a partir del reglamento oficial vigente para casas de abuelos y hogares de ancianos pertenecientes al Estado.

«El pedido tuvo la intención de asignar un presupuesto para el pago a los trabajadores, el cual incluye el incremento salarial de los pertenecientes al sector de la Salud. Al finalizar 2014 la cifra del presupuesto aumentó justamente para que en esos lugares pudiera asumirse el incremento del salario a los trabajadores del sector de la Salud.

«Lo otro a lo cual estamos prestando particular atención es a la capacitación de los médicos y de las enfermeras que trabajan en ese tipo de centros en las especificidades de la atención al adulto mayor, lo cual redundaría en la calidad del servicio que prestan».

El doctor Alberto Fernández comenta que también se han hecho más expeditos los mecanismos para la entrega de materiales de construcción a las instituciones religiosas y asociaciones fraternales: El Minsap y los consejos de las administraciones provinciales han estado al tanto del otorgamiento de los recursos para las acciones de reparación.

¿Cómo funciona el amparo?

La capitana Sandra de Ramírez, administradora del Hogar de Ancianos William Booth, nos detalla que en el centro trabajan cuatro enfermeras, tres de las cuales son licenciadas, y un médico. «Ellos cumplen de manera excelente con su trabajo», expresa.

—¿Ese médico lo escogieron ustedes o se lo asignaron?

—Nuestro personal de Salud Pública está en calidad de prestación de servicio. Ellos pertenecen al policlínico docente Carlos Manuel Portuondo Lambel. El médico trabaja todos los días de ocho a cinco de la tarde, y las enfermeras lo hacen en turno rotativo: trabajan 24 horas cuando les corresponde.

Sandra hace énfasis en la labor realizada por el Sectorial de Salud Pública de Marianao. «Ellos, todas las semanas, llaman o vienen para controlar la salud de los ancianos y para supervisar el trabajo que realizan el médico y las enfermeras de este lugar. Vienen tanto la jefa de enfermeras del policlínico, como la jefa de Salud Pública en el municipio de Marianao.

«Estamos satisfechos con el trabajo de Salud Pública. Los ancianos reciben muy buena atención médica y por todo el personal que aquí trabaja. Los médicos y enfermeras trabajan por mantener una calidad de vida adecuada en estos ancianos, de los cuales algunos están inmovilizados y otros encamados».

—¿Cuál es el criterio de selección para que los 34 ancianos internos puedan permanecer en el hogar?

—La secretaria del hogar hace una lista a través de la cual clasificamos a los ancianos. Los que estén en sus hogares y quieran entrar para vivir aquí no deben tener demencia senil, porque cuando ellos llegan, entre la tristeza, la necesidad de adaptarse al lugar y todas las cosas que van enfrentando, tienden a debutar con demencia senil. No está estipulado por el personal médico ingresar a aquellos que padezcan de esta enfermedad. Tampoco tenemos los cuidadores suficientes para atender a este tipo de anciano.

«Los que tenemos aquí en el hogar con demencia senil es porque han debutado en el lugar, y es una cosa ilógica devolverlos a sus hogares. Los tratamos, les ofrecemos una mejor calidad de vida y seguimos trabajando con ellos.

«El personal médico hace aquí una clasificación de los ancianos que se deterioran. Los que no se pueden mover por sí solos son atendidos por los fisioterapeutas. Aquí se les ofrece el tratamiento hasta el final, al igual que a quienes se les declaran tumores malignos. Y a quienes debutan con una isquemia o con un problema cardiovascular, se les da el tratamiento de inicio aquí, y si surge el criterio médico de mandarlos al hospital, son remitidos hacia allá.

«Lo importante es que aquí se atiende a todos los ancianos hasta el final. No se manda a ninguno para la casa, no se le rechaza, no se le dice al familiar “Mira, llévatelo…”».

—¿Qué convenio tienen con la familia?

—La familia se integra cuando los ancianos debutan con alguna enfermedad. Asimismo cuando ellos son remitidos al hospital se les avisa a sus seres cercanos, porque eso está incluido dentro del convenio cuando se recibe a los ancianos. El que esté hospitalizado debe ser atendido por su familia, y en el caso de quien no tenga ningún familiar, nosotros nos hacemos cargo de él.

—¿Qué aporta la familia cuando uno de sus integrantes entra al hogar?

—Cuando los ancianos ingresan a este lugar deben presentar la baja de la libreta de abastecimiento, porque los alimentos empiezan a venir por aquí, por el hogar. Cuando el anciano entra, si tiene chequera —porque no todos la tienen—, la entregan al hogar. Creo que el 80 por ciento de ese dinero es para el beneficiario, y el 20 por ciento para el hogar.

«Ellos tienen necesidad de comprar sus galletas, su pastel… Por eso les damos su dinero, a los que están conscientes, y ellos compran sus cositas, sus cigarros, su café… El anciano viene para acá, pero eso no significa que sea un bulto».

—¿Cuántas horas al día usted trabaja?

—¿Nosotros? No sé cuántas….

—¿Tiene familia?

—Sí. Vivimos aquí en el hogar mi esposo y mis tres hijos.  No les pudiera hablar de horario, porque estamos pendientes de los ancianos y de todo lo que pasa con ellos durante las 24 horas del día.

La familia

Carlos Ramírez Galván, capitán del Ejército de Salvación, lleva adelante, junto a su esposa Sandra, los destinos del Hogar de Ancianos William Booth.

—¿Qué estudiaron ustedes?

—Los dos somos enfermeros formados por el sistema cubano de Salud.

—¿Cómo se conocieron?

—Gracias a Dios mi esposa me enamoró —dice Carlos con picardía—. Nos conocimos en el Hospital Frank País.

—¿Cuánto se parece Dios a la Revolución?

—Se parecen en la entereza, en el altruismo que pueda tener un ser humano. Un día, por ejemplo, surgió la Operación Milagro. Si usted lee la Biblia verá que allí se habla de cómo los ciegos ven, de cómo a los pobres se les anuncia el Evangelio: La Operación Milagro ha devuelto la vista a muchos pobres. Eso es Evangelio. Lo mismo que queremos nosotros es lo que quiere la Revolución.

«La Revolución quiere que los ancianos tengan una vida más duradera y con mejor calidad. Por eso da finanzas en nuestro hogar. El Estado piensa en sus viejos y nosotros también. Es un credo común».

—¿No hay desvío de los recursos disponibles?

—Donde está el ser humano, están sus imperfecciones propias. Todo depende del amor con que se miren las cosas. Creo que si no hay amor, de nada valdrá lo demás, esté quien esté al frente. Puede existir desvío de recursos cuando existe mala administración, cuando hay poco control, cuando se deja de dar algún tipo de información.

—¿Aquí también llegan las auditorías?

—A nosotros también nos auditan.

Sandra se suma a la respuesta de Carlos: «Nos reunimos todos los meses. Vemos las dificultades en colectivo; no faltan los de servicio, ni el médico, ni la jefa de enfermeras, ni el que atiende el almacén… Valoramos cuanto acontece dentro del hogar. Trabajamos en equipo».

Un rato después el adolescente Riubens Ramírez Saldívar, hijo de Sandra y de Carlos, nos describe qué ha significado para él crecer dentro del Hogar: «Vivo aquí desde que soy un niño. Todos los ancianitos me conocen. Soy testigo de cómo nació todo esto que hace años tenía otra estructura. El hogar ha ido creciendo. Ahora estoy pasando el Servicio Militar, trabajando en la campaña contra los mosquitos».

—¿Cuál es tu filosofía?

—Que hay que ser bueno, porque eso entra en los principios no solo de una religión sino del ser humano. Y a veces no se trata de ayuda material: Hay personas necesitadas de ayuda moral, espiritual, porque hay mucho trastorno del carácter hoy en día.

Su hermano Noel Ramírez, también adolescente, describe como «acogedor», como «muy familiar» el ambiente del Hogar de Ancianos: «A veces me digo que quisiera llegar a la edad de muchos ancianitos que están aquí. Estoy muy orgulloso de lo que hace mi papá, y cuando sea mayor de edad quisiera, como él, hacer obras de caridad, ayudar a muchos ancianos, a muchos necesitados, incluso a los animales. A mí me gusta ayudar. Creo que ese deseo es genético, y de eso me siento orgulloso».

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