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Madre amor y coraje

Falleció este domingo, a los 105 años de edad, quien diera a luz a los mártires cuyos nombres han llenado de orgullo, durante tres décadas, a los jóvenes escritores y artistas cubanos que han integrado la Asociación Hermanos Saíz

Autor:

José Luis Estrada Betancourt

Llegaron a verla con vida, aunque nunca imaginaron que el viaje que tanto habían anhelado para sostener el encuentro soñado por todo joven que integra la Asociación Hermanos Saíz (AHS), terminaría con un desenlace tan fatal. No era la primera vez que intentaban, sin conseguirlo, escuchar la voz de Esther Montes de Oca, en su casa de San Juan y Martínez.

Ese espacio fue convertido en museo desde 1982, y en él habitan las historias de amor a la Patria que protagonizaron sus hijos Luis y Sergio.

Aquel que pretendía ser un largo trayecto para la tropa de la AHS de Camagüey, vencido con el objetivo de festejar, con auténtica alegría, al lado de esta cubana ejemplar, las tres décadas de la organización de vanguardia de los más noveles creadores de la Isla (se cumplen el venidero octubre), terminó siendo, tristemente, el viaje para el último adiós y el último abrazo.

Consuela que, al menos, hubo tiempo para asegurarle a Esther que la nueva generación de asociados no permitirá jamás que sus hijos murieran en vano, a manos de la tiranía batistiana. Desde temprana edad ellos se dispusieron a conquistar la libertad de su Patria o a morir; y los visitantes le expresaron que la organización continuará portando como bandera la poesía y el testamento político de Luis y Sergio y, como denominación, sus nombres.

Se lo aseguró también a Esther, como si lo estuviera haciendo todo su pueblo, Rubiel García González, presidente de la AHS, quien partió de inmediato a acompañar a esa otra madre, «que aprendimos a amar no solo porque parió a esos dos gigantes que vieron truncas sus vidas con apenas 17 y 18 años, sino también porque nos permitió descubrir su esencia eminentemente martiana; a la maestra dulce, íntegra y exigente, a la esposa amorosa, a la madre ejemplar», le dijo este diseñador a Juventud Rebelde por vía telefónica.

«Conocerla y vivir de cerca su historia fue un privilegio que nos dio la vida. En mi mente quedará grabado cada segundo que pasamos juntos, tratando de escudriñar el origen de esa fuerza descomunal con la que pudo reponerse de los duros golpes que enfrentó en su centenaria existencia. Cada visita a su casa —por cualquier motivo—, comenzaba y terminaba con esos poemas que le dedicaba al amor, o con los que nos provocaban la risa con su criollísima y picaresca gracia. Mas, sus preferidos eran los del Apóstol, que gustaba recitarles a sus hijos porque quería que fueran hombres de bien».

El privilegio al que se refiere Rubiel lo tuvo en reiteradas ocasiones este cronista, cuando se unía a los asociados, pioneros, federadas (durante 12 años Esther integró el Comité Nacional de la FMC), a su gente de San Juan y Martínez, que querían verla muy feliz ese agosto en que cumplía años y que permanecía en su memoria como el mes de su pérdida más amarga, por aquel fatídico día 13, de 1957, fecha a partir de la cual esta mujer se unió más a la causa revolucionaria, al punto de que, luego del triunfo del 1ro. de enero de 1959, su casa sirvió de cuartel de los miembros de la guerrilla que operaron contra la tiranía en la Sierra de los Órganos durante tres meses.

En nuestras visitas nunca faltaba el ramo de rosas rojas que ella colocaba en las camas impecablemente arregladas de sus muchachos, para luego decirnos: «Ustedes también son mis hijos, parte de mi ser; sin ustedes no hubiera podido vivir... Sean siempre buenos, dignos herederos...», y últimamente la frase quedaba inconclusa porque así son las trastadas que hacen los siglos.

Pero Esther se las arreglaba para después de velas sopladas, de poemas y cantos, atrapar de un golpe esa lucidez que siempre la prestigió, y con las que nos dejaba boquiabiertos. Estoy convencido de que por mucho tiempo sus palabras permanecerán intactas en nuestras mentes: «Todo está bien cuando se da cariño, cuando se da amor... Cuiden la Patria. Hay que luchar por ella, vivir por ella. Eso honra...».

Justo por ese motivo, la Patria honró con numerosas distinciones y reconocimientos a esta gran mujer, madre y revolucionaria de ejemplar ejecutoria, que este lunes, a las 11:00 a.m., será escoltada hasta el cementerio de su natal San Juan y Martínez por su pueblo, que le rendirá merecido tributo en nombre de su Cuba amada.

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