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¿Saqueadores sin control?

En un país que tiene en su cultura y su memoria histórica uno de los mayores tesoros, es doloroso que obras patrimoniales sigan siendo víctimas del irrespeto ciudadano, como ha ocurrido en Matanzas. Por suerte, dentro de las acciones por los 325 años de esta ciudad se prevén trabajos en varias tarjas y monumentos afectados

Autor:

Hugo García

Matanzas.— De nuevo le robaron la punta al asta de la bandera de bronce del conjunto escultórico Parque de La Libertad. No es la primera vez que la sustraen, y aunque la idearon con roscas ninguna de las más atinadas y modernas variantes para proteger dicho ornamento ha impedido que lo saqueen impunemente con frecuencia.

Lo que sucede ahí verdaderamente ya no tiene nombre. La idea de delimitar ese hermoso y llamativo sitio público se había postergado, pero las circunstancias de la dolorosa cotidianidad han inclinado la balanza hacia la controversial demarcación del área.

Un trabajador de Servicios Comunales ilustraba a JR hace unos días que los niños se trepan y se sientan encima de la escultura de la mujer que rompe las cadenas. Agregó que han puesto a personas para cuidar, y que la PNR ayuda, pero aún así siguen los maltratos.

Otra vez se han llevado la punta del asta de la bandera del conjunto escultórico Parque de la Libertad. Foto: Hugo García

«Esas son las medallas de latón que nos ganamos cada mañana al levantarnos, cuando apreciamos con tristeza que a la mujer de la estatua de La Libertad la embadurnaron con algún líquido o le pusieron cualquier objeto encima». 

Al igual que lo que sucede en el Parque de la Libertad, causa también dolor la pérdida y profanación de tarjas y obras monumentales en la misma Matanzas, una ciudad que ya se alista para cumplir 325 años. Este diario propone sondear, desde la Atenas de Cuba, las interioridades de un fenómeno de  saqueo y depredación a nuestro patrimonio que, en mayor o menor medida, se manifiesta a lo largo y ancho de toda la Isla.  

Ponerle cerca al irrespeto

Muchos se preguntan si se trata de una sabia o desesperada decisión, pero lo cierto es que ya se ha dispuesto poner una cerca perimetral en el conjunto escultórico Parque de la Libertad, para evitar que, como sucede ahora, los niños sigan jugando por todos lados, se suban encima de la escultura de la mujer que representa a la libertad, coman allí, lo embarren todo alrededor y deterioren las áreas verdes del sitio.   

Si antes no se había adoptado esta medida era porque atentaba contra el proyecto original, el ornato y el raciocinio de las personas. Se pensaba que llegaría el momento en que la ciudadanía comprendería la importancia de preservar estas construcciones monumentarias, explica Bielka Cantillo González, directora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural (CPPC).  

Sin embargo, el pastor no pudo solo con la melodía de su flauta y finalmente la opción ha sido circunscribir el área de valor y dejar alguna puerta para colocar ofrendas florales, como hacen los recién casados o se realiza en determinadas fechas históricas.

Se espera terminar la cerca para mayo y costará alrededor de 5 000 CUC, dice la directiva. Pero muchas personas honestas desearíamos solucionar, de una vez y por todas, este constante agravio.

Tanto el CPPC como la Oficina del Conservador de la Ciudad apuestan por la cerca perimetral, tal como se hizo recientemente aquí también con la escultura al soldado desconocido frente a la Plaza de la Vigía, igualmente irrespetados sus asientos, convertida en urinario público y en sitio para ingerir comidas ligeras.

Cantillo González da como posibilidad que, si las personas actúan de manera cuidadosa, diferente a lo que están haciendo ahora, la decisión de limitar el acceso puede ser reversible.

No sería efectiva ni duradera ninguna restauración si no se pone una cerca limítrofe, opina Gilberto Martínez Orgallez, restaurador de la empresa Atrios, del Ministerio de Cultura, pues la función de los procesos de restauración y conservación es atenuar y mitigar la acción del tiempo, el clima agreste, pero contra la acción del hombre no se ha podido, y en este caso ha sido fuerte. 

Como mismo han proliferado en nuestra ciudad las rejas en las fachadas, ventanas y puertas de las viviendas, y las cercas perimetrales cada vez más altas, no nos asombremos si en el futuro llegamos a tener otros obeliscos, monumentos y esculturas también cercados para que no sean  mancillados por personas inescrupulosas. Al menos aquí en Matanzas lo que está ocurriendo es bien complejo. 

Cuando la cultura se resiente

Al parque de Los chivos, en el costado de la vetusta Plaza de la Vigía, le falta desde hace tiempo una tarja de bronce con los 30 nombres de las ilustres familias canarias que fundaron la urbe. Su destino, nadie lo sabe; quizá fue a parar a manos de algún «coleccionista», pero todo indica que debe haber sido derretida para conformar artículos de bronce.

«Un buen día desapareció y hasta el sol de hoy no ha aparecido», nos dice Wendy Pérez, arquitecta y especialista del CPPC.

No es nada nuevo que desaparezca o sea dañada una placa o tarja de un parque, una pared de la fachada de una vivienda e institución estatal aquí en Matanzas. En la mayoría de los casos son sustraídas con fines de lucro, para fundir elementos utilitarios.

 Si bien no se trata de un caos, tampoco podemos afirmar que son esporádicas ni que se han respetado en toda su dimensión cultural, patrimonial e histórica, muchas de las construcciones conmemorativas o monumentos. Cada vez que toma un rumbo torcido una tarja, placa u otro tipo de construcción conmemorativa o monumento, la cultura se resiente en lo más hondo, porque ese es el homenaje citadino, diario, a nuestros precursores y a los hechos venerados.

 De acuerdo con la especialista del CPPC, «las de mármol sufren menos las consecuencias de los robos, pero si se las tratan de llevar también se dañan y acaban casi siempre fragmentadas». Un ejemplo de ello es la tarja a la memoria de Henry Reeve, El Inglesito, en un estado deplorable, dividida en varios pedazos, pero que, por suerte, pudo ser rescatada y ahora se protege en el almacén del Museo Provincial como parte de sus fondos.

 Una vez desapareció la tarja que rinde homenaje a Martín Dihigo que se hallaba en la Calzada que lleva su nombre, y que brinda acceso al estadio Victoria de Girón. Y hubo que reponerla con otra similar.

El licenciado en Derecho Alfredo Santana Alonso, historiador de béisbol, cuenta que esta fue una historia simpática, pero triste a la vez: «Al desaparecer la de 1989, para la cual se había hecho una colecta entre familiares y amigos de Dihigo y miembros de la peña deportiva de Matanzas, con el fin de sufragar los gastos de la compra del bronce y su posterior fundición, tuvimos entonces que mandar a fundir otra tarja. Y justamente el día de la “segunda inauguración”, el jardinero de las áreas verdes del estadio se acercó y nos dijo: “Compañeros, ustedes se han vuelto locos”. Y nos preguntó por qué estábamos poniendo una tarja parecida a la que estaba botada a pocos metros en un arrozal. 

 «Estaba tirada en una siembra de arroz cercana, tapada por el fango. La sacamos con mucho trabajo porque pesa más de 80 libras y la llevamos entonces para el museo. Yo denuncié personalmente aquel hecho, pero más allá de la denuncia, es doloroso ver cómo hay personas que destruyen sin compasión el bien público», concluye Santana Alonso.   

Otra tarja que hubo que restablecer fue la ubicada en la casa natal del Poeta de la Bandera, Bonifacio Byrne y Puñales. Felizmente, después apareció, y como ya estaba duplicada una se conserva en el Museo Provincial Palacio de Junco, y la otra está en la fachada de la vivienda del patriota.

Es bueno reponer, pero es más importante respetar y cuidar, destaca Mayra Hernández De León, directora de la Oficina Provincial de Monumentos y Sitios Históricos. La especialista asegura que para saber con exactitud la situación actual de lo que se ha perdido, haría falta un minucioso trabajo de campo.

Por su parte, Guillermo Díaz Delgado, director provincial de Servicios Comunales, admite que no existe una cultura de atención integral ni de cuidado a los lugares que atesoran parte de la memoria cultural e histórica del territorio.

«No hay mucho entendimiento ni apoyo. La población pudiera colaborar mucho más para evitar los maltratos y no lo hace. Los monumentos y tarjas son ensuciados, les ponen cosas encima, a veces hasta son pintados. Ya nadie nunca ve nada, nadie nunca sabe nada», lamenta Díaz Delgado.

Explica que son más frecuentes las afectaciones en los parques que en las tarjas y monumentos que tienen que atender los propietarios del lugar donde se encuentran enclavados. El Director de Servicios Comunales en la provincia insiste en que si no son autorizados, ellos no actúan en la limpieza de tarjas y monumentos, pues su entidad solo brinda el mantenimiento a las áreas verdes y el cuidado general a las áreas.  

Leonel Pérez Orozco, director de la Oficina del Conservador de la ciudad, expone que Matanzas, además de su patrimonio tangible, que se expresa en su arquitectura y sus monumentos, posee una gran cantidad de señalética, como placas de bronce y mármol en diferentes espacios, que fueron edificios públicos importantes donde funcionaron instituciones centrales de la ciudad, o vivieron en ellas personalidades del arte, la cultura, las ciencias o la política.

«Hoy las placas y monumentos se conservan en varios lugares, pero desgraciadamente una gran cantidad ha desaparecido, no solo por vandalismo, sino también por el desconocimiento de las personas que intervienen constructivamente las fachadas y no las restituyen».

 Hacen falta acciones integrales, mancomunadas, que permitan ponerle coto a la indisciplina ciudadana, y que ayuden a devolverles vitalidad a muchos de esos sitios con valor patrimonial que han sido afectados. Con vistas al nuevo cumpleaños de la urbe yumurina, hay buenos augurios.

 Matanzas 325

 En el contexto de las acciones y actividades de celebración por el aniversario 325 de la fundación de la ciudad de Matanzas, se ha trazado un plan de mantenimiento  de varias construcciones conmemorativas, en coordinación con empresas y organismos del territorio, y con el apoyo y la voluntad del Partido y el Gobierno en la provincia.

«La tarja de las 30 familias canarias que fundaron la urbe será restituida con la fundición de otra», comenta Pérez Orozco. Pero especifica que no será en su lugar original, sino en la pared sur de la torre de la catedral, junto al escudo de fundación de la urbe, una réplica del acta fundacional y el nombre de la ciudad».

Dijo que en la calle Medio se pondrá una tarja que desapareció hace muchos años, y que anunciaba la venta de las máquinas de vapor en 1862, en la ferretería La Vigía. «Esta placa ya la estamos diseñando exactamente como era la original, usando fotos de la época».

Arlet Belismelis García, historiadora del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, relata que tras el paso del huracán Irma el obelisco dedicado al último desembarco mambí, ubicado en la antigua carretera Matanzas-Varadero, fue destruido completamente, y el del mártir Julián Alemán sufrió daños.

Comenta que las tarjas fueron salvadas, pero el obelisco no se volverá a concebir tan cerca del mar para evitar perjuicios por las penetraciones.

Belismelis García explica que en el municipio de Matanzas, de las 225 construcciones conmemorativas y monumentos existentes, 193 tienen un estado técnico catalogado de bueno, 27 de regular y siete de mal. Se llevó a cabo la conservación y restauración de 60 construcciones conmemorativas, como tarjas, bustos y esculturas ubicadas en los parques de la ciudad.

En la sala de epigrafía del museo Palacio de Junco se tienen a buen resguardo varias tarjas. Foto: Hugo García

La provincia matancera cuenta en total con 822 construcciones conmemorativas; de estas 706 están bien conservadas, 101 están consideradas de regular y 15 están en mal estado, precisó la especialista. 

Es válido destacar, en función de la preservación, la labor de la sala de epigrafía del museo provincial Palacio de Junco, donde se muestran piezas que son el reflejo del desenvolvimiento económico de la ciudad, y que comenzó a formarse a partir de los fondos del primer museo histórico de Matanzas.

De acuerdo con el escritor e investigador Daneris Fernández Fonseca, hace ya un tiempo en la secundaria básica urbana Ramón Mathieu la bibliotecaria protegió una tarja de cuando ese centro se dedicaba a otro tipo de enseñanza. «Esa obra tenemos que ir a buscarla para llevarla para la sala del museo, al igual que otra que un trabajador de la antigua fábrica de cola de la ciudad nos llamó para que alguien fuera a recogerla porque fue retirada de las paredes de ese recinto».

En el museo provincial Palacio de Junco se atesora una gran cantidad de placas con nombres de calles, números de casas, carteles en mármoles, tarjas y una lápida. 

Narra Pérez Orozco que «afortunadamente se salvó la tarja de bronce que identificaba el lugar donde pintaba aquí  Fidelio Ponce de León, ubicada en una casa de la calle Las Mercedes. El dueño la retiró para reformar su fachada y se vendió a Materia Prima, pero fue recobrada por un colaborador de la cultura.

«Como esta, y muchas otras que se encuentran en la sala de epigrafía del museo Palacio de Junco, quisiéramos restituirlas a sus espacios públicos originales, de donde nunca debieron ser trasladadas», dice entusiasmado Pérez Orozco.

Por suerte, para el próximo aniversario de la Atenas de Cuba recibirán mantenimiento esas obras y volveremos a reverenciar en sus sitios de origen a varias de las tarjas o placas correspondientes a edificaciones, personalidades o hechos que fueron célebres en su época.

Pero más allá del esfuerzo gubernamental que se tiene en Matanzas por rescatar sitios patrimoniales heridos o maltrechos, urge un llamado de atención a la ciudadanía. Estamos ante un tema que pone en entredicho nuestra civilidad, nuestros valores, nuestros sostenes épicos. Hay que educar, pero al mismo tiempo ser más implacables en la exigencia de lo que merece respeto a todos los niveles de la sociedad. A nuestro patrimonio hay que aprender a distinguirlo y salvaguardarlo. Hay que quererlo por lo que encarna y representa para el presente y el futuro de cada lugar de Cuba.

Una obra especial

El conjunto escultórico Parque de La Libertad fue inaugurado el 24 de febrero de 1909, con las palabras del doctor Ramón Miranda, quien fuera amigo de Martí, con versos del poeta Bonifacio Byrne, y con las notas del Himno Nacional, ejecutadas por el eminente violinista matancero José White.

Fue el escultor italiano Salvatore Buemi (1860-1916) quien logró esculpir un rostro casi idéntico a la figura de Martí, en una escultura que muestra un anillo en la mano izquierda con la impresión a relieve de la palabra Cuba.

En La Libertad, como se conoce a la escultura de la mujer, Buemi usó el rostro de su esposa y el resto del cuerpo es de dos jóvenes italianas. No es una escultura posada, sino en pleno movimiento, que simboliza la ruptura, con nuestras propias manos, de las cadenas que subyugaban al pueblo cubano.

En otros momentos JR ha abordado la suerte de esta obra, primero en el reportaje Las tonalidades de la falta de rigor, publicado el 5 de diciembre de 2013, que denunciaba una inadecuada restauración que la deterioró gravemente. Tres meses después se retomó el tema con el reportaje Las tonalidades del rigor, en el que se recreaba la magnífica labor de restauración desarrollada.

¿Qué es la epigrafía?

La epigrafía es la ciencia cuyo objetivo es conocer e interpretar las inscripciones, las letras o signos de la escritura, grabados sobre una superficie que pudiera ser de piedra, granito, mármol, pórfido, jaspe, marfil, hierro, bronce, plomo, cobre...

Permite saber sobre hechos históricos, leyes, costumbres, ideas, ceremonias, necrologías, prácticas religiosas, pueblos, civilizaciones, reglamentos, organizaciones...

Entre los tipos de epigrafía se destacan las jurídicas o legales (contienen leyes, edictos, decretos o epístolas oficiales); las públicas o monumentales (se graban en construcciones de carácter público y oficial, por ejemplo edificios, arcos de triunfo, puentes y templos, y se recoge con frecuencia el nombre de sus autores o el motivo y fecha de su construcción); históricas (generalmente conmemoran hechos importantes, como los fastos); inscripciones religiosas (se ofrecen y dedican a las divinidades paganas, o a Dios y los santos cristianos; honoríficas (dedicadas a honrar la memoria de un personaje distinguido); sepulcrales (son epitafios que recuerdan la muerte y señalan el lugar de entierro de alguien); edilicias (en edificios públicos o de utilidad pública); y las menores (sobre objetos de uso común como cerámica, vidrio y marfil).

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