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Pasos de «cosmonauta»

No vienen de la Luna ni son de otro planeta. Aún expuestos a contraer el letal coronavirus, toman todos los días varias muestras para cortar la propagación de la enfermedad

Autor:

Yahily Hernández Porto

CAMAGÜEY.— Con suma paciencia, Yanelis Capdevila Oms introduce el hisopo estéril en la boca del niño para tomar la muestra nasofaríngea que luego definirá si es positivo al nuevo coronavirus. A unos pasos, la otra microbióloga del equipo, Yordanka Toll Manso, se acerca a otra persona de la misma familia y repite la operación. 

La licenciada en Enfermería Blanca Rosa Guerra sostiene la cabeza del infante para ayudarlo a vomitar, pues el proceso le ocasiona arqueadas, seguidas de fuertes estornudos y una expectoración que casi cae en la cara de la seño.

Nada las detiene. Nada las asusta. Nada las hace desviarse de su objetivo: tomar muestras para garantizar el PCR en tiempo real de pacientes y sospechosos, aunque eso las haga más vulnerables al contagio cuando a sus manos y rostros se acercan las gotículas del fluido.

A cuatro metros de distancia, el personal de apoyo está a la espera de cada análisis. En la mesa, un termo y varios módulos sellados que solo las diestras microbiólogas manipulan, en su condición de especialistas del Laboratorio Sanitario del Centro Provincial de Higiene, Epidemiología y Microbiología, conocido como Pino Tres.

Con estudiada rutina ambas se desinfectan al concluir cada una de las pruebas diarias que recolectan y embalan. El joven doctor Lyan Prieto mantiene la serenidad durante el casi matemático registro de los datos de las personas pesquisadas.

Contactamos al equipo hace ya unos días, en una de esas intensas jornadas (más de 12 horas diarias) dedicadas a recorrer hospitales y centros de aislamiento. Apenas logramos divisar sus miradas tras el riguroso traje protector. Su «descanso» para charlar transcurre mientras avanzan de un cubículo a otro del preuniversitario de Ciencias Exactas Máximo Gómez Báez, devenido centro de aislamiento.

En uno de esos intervalos los atrapó la cámara de JR y accedieron a contarnos cómo ha sido su vida desde que entró en Cuba la pandemia, el pasado 11 de marzo, cuando su dinámica de trabajo se triplicó, muchas veces sin tiempo para sentarse a la mesa con sus seres queridos.

Sobre las precauciones que toman cuenta Yordanka: «Hay que desinfectarse cada vez que se toma una muestra, y entre familia y familia nos bañamos, para evitar complicaciones.

 «Luego nos uniformamos nuevamente para continuar. Cuando culminamos el día, todo lo que usamos, incluso nuestra ropa personal, se introduce en un nailon sellado para esterilizarlo en la madrugada».

Pero no se quejan de todo ese esfuerzo, porque hay momentos que quedan atrapados en el corazón: «Un día, luego de trabajar casi 14 horas, las familias internadas en la Vocacional se pusieron de acuerdo para regalarnos un aplauso cerca de la una de la madrugada —cuenta Yanelis—. Eso nos hizo llorar, como cuando nos graduamos».

Durante la madrugada

Mientras la mayor parte de la población duerme, un numeroso grupo de trabajadores de la salud aprovecha las madrugadas para comprobar, sellar, embalar triplemente y resguardar las muestras captadas por equipos de Microbiología de toda la provincia, que luego irán a los laboratorios de La Habana o Santa Clara para su análisis en tiempo récord.

Una de esas trasnochadas del departamento de Respiratorio del laboratorio Mártires de Pino Tres es la doctora Ninfa Oliva García, especialista de Primer Grado en Microbiología y médico general e integral hace 25 años.

Según cuenta, el trabajo es continuo porque cada kit tiene que cumplir estrictas normas de calidad, como el triple empaque, más el chequeo de su documentación. Luego son protegidos en cajas, también selladas, que a su vez se introducen en termos refrigerados para conservarlos hasta que llegan a los distantes laboratorios.

«Todo este proceso requiere tiempo y precisión. Muchas veces nos sorprende el amanecer esterilizando, a 121 grados de temperatura, los instrumentos y la vestimenta», detalla.

Cerca del amanecer, en uno de los departamentos localizamos a Yanet Basulto del Pozo, también microbióloga y jefa de Pino Tres, quien entonces ultimaba detalles para la instalación de la nueva tecnología SUMA —sistema ultramicroanálitico— para el diagnóstico de la COVID-19, notable aporte científico de Cuba al mundo.

En medio del ajetreo de una larga jornada, explicó a JR que además de ocuparse de miles de muestras chequeadas con rigurosidad, esta prestigiosa institución mantiene su dinámica de trabajo las 24 horas, para garantizar la estabilidad de sus programas habituales.

Varios de sus especialistas han permanecido durante 14 días en el hospital militar, donde están los casos positivos del territorio, y el resto se mantiene activo en los centros de aislamiento, como Yanelis y Yordanka, para asegurar el primer paso hacia la realización de PCR en tiempo real a la población aislada, además de asumir aquí el estudio de prevalencia de la infección, informado por el doctor Franciso Durán, director nacional de Epidemiología. 

En la comunidad

«Por ahí vienen los “cosmonautas”», alcancé a escuchar a un alborotado niño, mientras el padre lo sentaba en un banco del portalito de la humilde vivienda, ubicada en la calle Segunda del reparto Las Flores.

Y es que la pesquisa aleatoria en las comunidades tiene el don de despertar la curiosidad en personas de todas las edades, quienes saludan al paso a los profesionales enfundados en trajes protectores que exacerban la fantasía infantil.    

Yasmani Martínez Pérez, microbiólogo de 29 años, fue quien «rompió el hielo en Camagüey», con este estudio en uno de los barrios visitados: «En esta selección al azar puede caer cualquiera, lo mismo un bebé que un adolescente o un abuelito, y muchos retribuyen nuestro esfuerzo con palabras o gestos de gratitud y respeto», nos narra.

Alejandro Rodríguez y Amada Matos, un matrimonio del reparto Las Flores, se sorprendieron cuando su doctora de la familia, Marisleidi Solís Cabalé, comunicó su elección. «Habíamos dado nuestra disposición, como muchos vecinos. Que se acuerden de los más humildes es lo verdaderamente importante», dijo ella, y su esposo reconoció el esfuerzo de esos hombres y mujeres vestidos de blanco.

Otra experiencia reconfortante para JR en Las Flores fue llegar con la comitiva de salud a la morada de Reynier Verdecia y Yuniesky Acosta. Su bebé de 11 meses, Leinier, también se mostró intrigado ante los visitantes uniformados «como cosmonautas».

«Esto de venir a nuestras casas a tomarnos muestras sin tener síntomas ha dejado con la boca abierta a mucha gente. Mi familia también da las gracias», fueron las palabras de Yunieski, una de las muchas madres que valora los esfuerzos del sistema de Salud en Cuba para cerrar la epidemia.  

Voluntad de saber

Explica la doctora Nilda Alemañy Bueno, de la Unidad municipal de Higiene y Epidemiología en Camagüey, que el estudio científico de prevalencia de infección por SARS-CoV-2 en la población cubana, realizado a sugerencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluyó en esta provincia a los territorios de Minas, Florida, Jimaguayú, Najasa y Camagüey. En el municipio cabecera fueron pesquisadas 30 familias, y 15 en cada uno de los otros: 243 individuos elegidos de forma aleatoria. En caso de menores de edad y discapacitados mentales, los tutores legales debieron dar el consentimiento.

Alemañy significó la amplia disposición de la población agramontina para participar, si fuera necesario, en cada una de las etapas del estudio, y corroboró que unas 70 localidades participaron en la investigación a nivel nacional, para completar 4 000 personas en tres períodos de 21 días a partir de la muestra inicial.

Ese proceso permitirá detectar si en alguno de esos lugares ha tenido lugar algún contagio de SARS-CoV-2 que no haya salido en las demás pesquisas masivas y las personas no tengan síntomas, lo cual implica una intervención diferente… y nuevas visitas al microespacio.

El estudio incluyó a todos los miembros de las familias seleccionadas, sin importar edad, sexo o si tenían o no síntomas. Fotos: Yahily Hernández Porto

 

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