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La neblina del ayer

En esta ocasión aludimos a decisiones económicas que se adoptaron en su momento y que su impronta permanece en la mente de algunos actores económicos retrasando decisiones

Autor:

Silvio Gutiérrez Pérez

Hoy no me referiré a la famosa obra del novelista cubano Leonardo Padura, que tanto disfruté, ni es similar la neblina. En esta ocasión aludimos a decisiones económicas que se adoptaron en su momento y que su impronta permanece en la mente de algunos actores económicos retrasando decisiones.

El subsidio a productos, medida que permitió a las empresas cuando exportaban o vendían internamente en divisas recuperar sus gastos en condiciones de tasa de cambio injustificada económicamente, permanece aún como necesidad en la siquis de no pocos empresarios.

No hablamos del subsidio que es necesario aplicar a algunas producciones, incluidas las agropecuarias, y que temporalmente se mantendrá hasta que estas alcancen niveles de productividad y rendimiento similares a los del mercado internacional.

Esta neblina del pasado es aquella que no permite ver todavía, sobre todo, a entidades consumidoras de productos agroindustriales, que los precios requieren re-expresarse. Y es lógico que ocurra, porque durante años se adquirieron estas producciones con subsidios del Presupuesto del Estado que las abarataban, pero ya ese «anhelo» hay que desecharlo.

El subsidio a productos cubría en muchos casos no solo la diferencia entre el precio del producto en pesos convertibles (CUC) y el costo total, también permitía que los productores vendieran por debajo de los gastos reales en CUC y fueran más atractivas las ofertas que se realizaban.

En las condiciones de ordenamiento, para los clientes empresariales puede parecer incomprensible que los precios se incrementen por encima de los niveles de aplicación de la devaluación general, pero lo que realmente ocurre es que los gastos que antes se subsidiaban tienen una re-expresión en el precio nuevo hasta los límites máximos establecidos, provocando un crecimiento al partir de bases inferiores.

No hay dudas que la neblina, como ocurre en los días calurosos, desaparecerá en «las primeras horas de la mañana» del ordenamiento, pero se requiere de la necesaria comprensión de todos sobre estas y otras percepciones del ayer, para que su permanencia en el tiempo sea lo más breve posible.

El cerdo no vale solo por su carne

Recientemente tuve acceso a varios artículos de investigadores cubanos referidos a las alternativas que pueden considerarse en la producción de cerdo y el uso de los subproductos que este origina, después intercambié apreciaciones con Alfredo Ham, premio nacional de Economía y asesor del Ministro de Economía y Planificación, sobre los resultados en el municipio de Martí, de la provincia de Matanzas, que él asesoró.

A continuación relaciono mis consideraciones:

—Un cerdo necesita como promedio cuatro kilogramos de alimento seco para dar uno de carne en pie, de estos un kilogramo se gasta en energía necesaria para la vida del animal y dos se devuelven como excretas y líquidos

—Si esos dos kilogramos se vierten en un biodigestor, se produce metano y desechos líquidos y sólidos.

—El metano puede usarse como energía para consumo en el hogar, pero también puede almacenarse y comercializarse después de un proceso no complejo de refinación y venderse.

—Los desechos líquidos y sólidos pueden sustituir fertilizantes en una proporción aproximada de tres veces para producir maíz, moringa, morera u otro producto.

—Una hectárea de maíz u otro producto similar requiere algo más de 500 kilogramos de fertilizante, por tanto una tonelada y media de desechos sólidos.

—El maíz, la moringa, la morera, la yuca y la soya pueden ser la fuente principal de la dieta alimenticia del cerdo.

En resumen, cuatro kilogramos de alimento seco junto con el trabajo del hombre pueden producir un kilogramo de carne en pie y los fertilizantes y la energía necesaria para mantener y desarrollar su producción, así como mejorar el medio ambiente.

Este concepto sistémico de la producción de cerdo o de ciclo cerrado, que es aplicable al ganado vacuno, avícola y otros, es el que logra la eficiencia, pues permite reducir costos, alcanzar competitividad… y también disminuir los precios.

Algunos productores no aprecian el inmenso arsenal de valor de la producción de cerdo, así como el beneficio que estamos obligados a promover a favor del medio ambiente.

La Tarea Ordenamiento puso a la luz una ineficiencia autóctona en la producción, que ahora es más visible. Solo la aplicación de medidas eficaces que progresivamente eliminen estos resultados negativos permitirán la permanencia y desarrollo de algunos productores; no hay otra alternativa.

 

*Director de Agroindustria del Ministerio de Finanzas y Precios.

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