Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Ángel y una «candela» de todos los días

Un joven que reposa muy poco en su comunidad ha aprendido a crecerse y a estar inconforme desde su puesto de delegado de circunscripción

Autor:

Osviel Castro Medel

BAYAMO, Granma.— Es como un remolino. Parece no parar en sus trajines en el barrio o el trabajo. Choca con problemas a menudo, escucha quejas impensadas, gestiona, «se faja» por los vecinos y no deja de atender a su hermosa familia.

A sus 30 años, ha tenido que crecerse en tiempos de pandemia porque no son pocas las complejidades de la circunscripción 130, en el reparto bayamés El Valle, donde funge como delegado del Poder Popular.

«Hay que tener voluntad para tratar de ayudar a la gente; es una tarea estresante, aunque muy bonita. No recibes nada material a cambio y necesitas ecuanimidad y paciencia», dice Ángel Ramírez Medina, quien labora como cuadro profesional del comité provincial de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en Granma.

«Mi día comienza generalmente a las seis de la mañana, pero nunca sé cuándo va a terminar», comenta en diálogo con Juventud Rebelde este joven nacido el 12 de octubre de 1990 y quien durante 12 años fue integrante de equipos provinciales de tiro deportivo en distintas categorías.

Por sus fatigosas ocupaciones no han faltado quienes le «aconsejaron» apartarse de tales responsabilidades en la comunidad, pero él siempre responde con una máxima: «no se puede defraudar a los que me eligieron».

Conversador, amante de la lectura y seguidor de la obra de José Martí, este licenciado en Cultura Física (2015) reconoce que las complejidades de esta época obligan al delegado a enrolarse en encargos antes impensados, como organizar una cola o explicar por qué un producto de primera necesidad no alcanzó para todos en una primera vuelta. «Es difícil, pero la mayoría de la gente te entiende cuando explicas de frente y con la verdad», sentencia.

—Habías dirigido antes en la Federación Estudiantil Universitaria y en tu CDR. ¿Pueden compararse esas experiencias con la de ser delegado?

—Cada una de estas tareas ha sido muy diferente. En la FEU aprendí mucho como vicepresidente de mi universidad. Jamás olvidaré el hecho de haber sido seleccionado para participar en el año 2013 en el octavo congreso de la organización.

«Fui presidente de mi CDR durante tres años y ahí empecé a conocer cuáles son los conflictos, problemáticas y sueños del barrio. Pero ser delegado te da la oportunidad de profundizar más en eso, te ayuda a comprender la sociedad, a saber que existen personas con muchas necesidades que uno ni imagina y esperan mucho de ti. En ocasiones estás lejos de resolver esos problemas, pero cuando logras aliviar uno solo te sientes realmente útil».

—¿Qué es lo que más te ha impactado durante esta tarea?

—Ir a las casas de vecinos que antes veía caminando por las calles y hoy están en una cama, sin poderse valer. Las atenciones a ellos deben crecer, aunque es cierto que estas no dependen solo del delegado.

—¿Por qué crees que una parte de la juventud no desea asumir cargos de este tipo?

—Tal vez sea porque no la enamoramos lo suficiente. O porque ven al delegado como un comecandela y una persona llena de reuniones. Lo mejor sería que muchos jóvenes asumieran estas tareas, en las que hacen falta ímpetu y energía. A mí me gusta porque mis padres siempre me inculcaron la responsabilidad y la necesidad de asumir retos. Otros padres enseñan lo contrario.

—¿En qué medida ayuda la familia a vencer tales desafíos?

—Mi padre, Oscar Ramírez Rodríguez, se sentiría orgulloso de verme. Él falleció en 2011, a los 49 años. Había sido combatiente internacionalista en Angola y dirigente de base en los CDR; su memoria me inspira a muchas cosas. Mi madre, Mileisi Medina Verdecia, es otra de las que me impulsa, porque cuando niño me iba tomado de su mano a las reuniones que daba como presidenta del comité. Pasó casi diez años en esas funciones y lo hizo con orgullo sano. Y mi esposa, Adriela Martínez Fuentes, me anima siempre, me dice que sí se puede. Tenemos un niño precioso llamado Ángel Oscar.

—¿Cómo puedes conjugar esta responsabilidad con tu trabajo?

—Lo más importante es planificarte bien, aunque no tengas tiempo. Soy cuadro profesional de la Juventud y en épocas de normalidad debo ir a municipios, preparar actos, visitar comités de base, en fin… Pero sé que al regreso a mi casa puedo encontrarme con uno o varios electores. Si esas personas me están esperando o tocan después a la puerta debo atenderlas, jamás darles la espalda. Un delegado tiene que ser de todos los días, no es solo el de la rendición de cuentas o el de los despachos planificados con los electores.

—¿Cuáles aspectos pudiéramos mejorar para hacer más creíble la labor del delegado?

—A menudo estamos en una posición incómoda, como mediadores entre la masa y los que toman decisiones. Algo clave es que los representantes de los organismos den la cara a los electores. A veces nos desgastamos para que un directivo explique o resuelva un problema, pero este no aparece y así le hacemos daño a nuestro sistema de Gobierno.

«Por otro lado, hay que darles mayor participación a los electores, que integren comisiones y vayan a la panadería para saber por qué el pan sale tan malo, y por qué el consultorio o el policlínico no atienden con excelencia a los ciudadanos. Estas cosas las podemos resolver desde la base y no tienen que ver con el bloqueo».

—¿Satisfecho, inconforme o en sitio medio respecto a tu gestión?

—Estoy inconforme. Si pensara que he hecho lo suficiente sería algo facilista. Mi zona tiene muchas vulnerabilidades y problemas arrastrados durante años que me hacen admirar a quienes me antecedieron. A muchos no los comprendía antes. Hoy sé cuánto significa ser delegado. Es una tarea social, una batalla hermosa, un compromiso verdadero con el pueblo.

 

Angel (en el centro) en el estadio Hermanos Blanco, después de un tope de softbol entre el equipo juvenil femenino de Bayamo y la selección de la UJC provincial, de la cual también él forma parte. Foto: Tomada de su perfil de Facebook.

 Meses atrás, Angel (a la izquierda) conversando con personas de su comunidad, en el reparto El Valle.Foto: Osvile Castro Medel

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.