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A los migrantes ilegales: recuerden que el mar no perdona (+Fotos, Videos, Infografía y Tuis)

Un nudo en la garganta interrumpe el testimonio del joven capitán Oranis Pérez Burgos mientras narra los episodios que debió enfrentar, junto a su tripulación, para salvar la vida de quienes se lanzan a las aguas en busca de mejor fortuna personal

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Veintiún años. Esa era la edad que tenía el hoy capitán Oranis Pérez Burgos cuando se enfrentó por vez primera a una salida ilegal del país. «Eran 32 personas a quienes se les había virado una embarcación rústica y algunos ya estaban ahogándose cuando llegamos. Estaban prácticamente unos encima de los otros, sin seguridad y casi sin agua potable. Había niños y mujeres embarazadas. El mar tenía una fuerza tremenda».

El nudo que a veces ahoga el recuento en su garganta resulta suficiente para imaginar la angustia vivida por el entonces comandante del Buque Guardacostas 060 de las Tropas Guardafronteras (TGF) cuando le dijeron «te toca, llegó tu día». «Esas escenas estremecen y hay que mantener la ecuanimidad para tomar decisiones correctas, pues cualquier acción de rescate resulta de alto riesgo.

«Uno tiene la experiencia de participar en misiones de este tipo como segundo a bordo de una unidad de superficie, pero ya como comandante las tensiones suben y entraña más responsabilidad. Te toca organizar la seguridad de esa maniobra, el embarque del personal y tomar las decisiones más correctas. En ese minuto tienes que estar al tanto de todo, en especial de proteger esas vidas humanas que están a la deriva en el mar».

—¿En qué se piensa en ese momento?

—En la familia, uno siempre piensa en la familia que uno tiene. Se identifica con algunas de esas personas que van a bordo, pues detrás de esa salida ilegal siempre hay un grupo de familiares de los ciudadanos que en casa están preocupados de si llegan o no, si están vivos o muertos.

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Oranis y sus compañeros, como integrantes de las TGF, son los primeros que actúan directamente para rescatar a esos ciudadanos que se encuentran tratando de abandonar el país en medios que no reúnen las condiciones para la navegación. «Tras recibir la orden y la posición conocida desde el puesto de mando central nos preparamos y partimos rápido al encuentro con esas personas.

«Cuando nos encontramos con ellos utilizamos todos los métodos y procedimientos establecidos para las operaciones de salvamento y rescate, diseñados para que no se pierda una vida humana. Al llegar no nos aproximamos al medio rústico donde se encuentran, con el objetivo de garantizar una distancia segura que nos permita maniobrar, identificar y reunir los datos necesarios para transmitirlos hacia los puestos de mando.

«Nosotros tratamos de persuadirlos para que desistan en sus intenciones. Si lo hacen, procedemos a rescatarlos; si no sucede los acompañamos hasta las 12 millas y transmitimos la información que tenemos al Servicio de Guardacostas de Estados Unidos para que ellos organicen su sistema de búsqueda y exploración, los intercepten y, a través de las operaciones de retorno, los hagan llegar nuevamente a Cuba.

«Es importante aclarar que bajo ningún concepto está previsto el empleo de armas de fuego, ni de ningún tipo de medio que pueda afectar la salud o la vida humana de estos ciudadanos. Nuestro objetivo es convencerlos. Hay veces que me dicen que me acerque, que quieren subir, que el motor está roto, que se sienten cansados y mal. En otras, la mitad de la tripulación quiere abandonar sus intenciones y la otra no. Entonces es un poco complejo.

«Cada salida ilegal tiene su dinámica y nosotros tenemos que, con nuestra profesionalidad y a través de nuestro trabajo, adaptarnos al momento y tratar de garantizar la operación de rescate lo más rápido posible, porque una vida que nosotros logremos rescatar es una vida que estará a salvo».

—¿Qué tipo de situaciones son más frecuentes?

—Entre tantas experiencias hemos encontrado embarcaciones que se están hundiendo, otras hundidas con 15 o 20 personas flotando en el agua, agarrados de un corcho, de un chaleco salvavidas… A veces nos encontramos con un cúmulo de 33 personas a bordo de medios que no reúnen las condiciones. Duele que hayan muchos niños y mujeres, personas enfermas.

«Los artefactos que se utilizan son de diferente tipo de construcción. Estas son travesías que pueden durar hasta 48 o 72 horas en alta mar. Nuestra experiencia nos dice que muchas veces quienes viajan no conocen hacia donde van, simplemente con una brújula o un GPS, pero el mar es muy traicionero. Por eso, muchas veces la fuerza del mar los arrastra y hay muchos desaparecidos, sobre todo en alta mar».

—Ustedes se preparan para esos sucesos y su ecuanimidad seguro permite que no afloren las emociones…

—En ese momento uno nada más piensa en el ser humano que vas a salvar, en la familia que no sufrirá, en el cubano que no morirá… Las emociones vienen después, cuando estás tranquilo, cuando ves que todas las personas están a bordo de la embarcación, cuando te das cuenta que salvaste a un padre de familia, un hermano, un hijo. Ahí es que afloran las emociones entre la tripulación y uno se siente contento porque cada vida humana vale mucho.

«Generalmente estos ciudadanos intentan abandonar el país por la situación económica que estamos atravesando y que se acrecienta más debido al injusto bloqueo y la política hostil del Gobierno norteamericano para promover una migración irregular, insegura y desordenada».

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El color blanco del uniforme de la marina fue lo que más conquistó a este joven natural de Villa Clara para elegir su profesión. Pero hoy, graduado como oficial de Cubierta de las Tropas Guardafronteras y licenciado en Ciencias Navales, a Oranis quizá le parezca ingenua aquella motivación primera que lo comprometió con la noble y arriesgada misión de salvar vidas en el mar hace casi un lustro.

«Yo nunca me había montado en un barco, no sabía qué era esto. Poco a poco le fui cogiendo más aprecio a la carrera. Más allá de las condiciones adversas que uno deba enfrentar. No hay nada más importante para un marino que salvar una vida, a riesgo incluso de perder la suya».

Oranis, con sus 29 años, junto a un excelente colectivo que no sobrepasa su edad, no solo ha enfrentado embarcaciones rústicas con gran número de personas que se lanzan al mar; también ha acometido peligrosas misiones para evitar el secuestro de embarcaciones, naufragios, persecuciones y participó de la protección  de hechos de carácter internacional celebrados en Cuba.

«Prestamos servicios en cualquier contexto meteorológico, a cualquier hora del día, en un amplísimo espacio marítimo, muchas veces muy lejos de nuestras costas y con pésimas condiciones de navegación, bajo fuertes vientos, en medio de tormentas y el desafío de las olas».

—¿Has sentido miedo?

—Navegar es un factor externo para el que el cuerpo humano no está acostumbrado. Hay que prepararse, estudiar, buscar los métodos para emplear de forma novedosa los medios nuevos recién adquiridos, muy costosos, aunque imprescindibles que tenemos. En cualquier escenario, como comandante, uno tiene que darle ánimo a quienes te acompañan. Y casi nunca hay tiempo para pensar en el miedo, aunque lo sienta.

—¿Y la familia?

—A veces la situación operativa está tan compleja que nos mantenemos en la unidad hasta tres meses. Es un poco complicado dejar de ir a la casa durante tanto tiempo, pero esto lleva horas de estudio, abnegación, resistencia… porque más que cumplir con el trabajo es tener vocación por lo que haces.

«Tengo esposa y dos hijos. Ellos, pese a la distancia y los peligros, también se sienten orgullosos de mi trabajo, como también lo han estado siempre mis padres desde que elegí este camino. Eso es lo más importante. El poco tiempo libre que tengo se lo dedico a ellos, a compartir con los amigos y a jugar béisbol porque soy un pelotero frustrado».

Oranis, el progenitor de Darlyn y Oranys, a quien las circunstancias le ha limitado dedicar todo el tiempo deseado su rol de padre —como asegura—, envía un mensaje a todos los que están en planes de salir de forma ilegal del país: «El mar no perdona y las personas se arriesgan sin dominar el peligro que puede representar. Nunca olviden que lo más valioso que hay es la vida».

Con una moderna tecnologia y con métodos y procedimientos establecidos se realizan las operaciones de salvamento y rescate.

Las Tropas Guardafronteras son las primeros que actúan directamente para rescatar a esos ciudadanos que se encuentran tratando de abandonar el país en medios que no reúnen las condiciones para la navegación.

 

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