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Primero, siempre… el ser humano

En un viernes de dolor provocado por la explosión del Hotel Saratoga en el municipio capitalino de La Habana Vieja, donde no ha faltado ante el siniestro la preocupación de la dirección del país –encabezada por el Presidente Díaz-Canel Bermúdez, quien se personó más de una vez en el lugar de los hechos- queda en pie una verdad compartida, en estas horas, por el mandatario: lo más importante, lo urgente, es atender a las personas   

Autores:

Alina Perera Robbio
Yaima Puig Meneses

 

Poco tiempo transcurrió desde que el Presidente Díaz-Canel Bermúdez se despidiera en la mañana de este viernes de los pobladores del Tejar, en el Barrio Husillo perteneciente al municipio de Marianao, hasta que llegase a las inmediaciones del Hotel Saratoga en La Habana Vieja, donde a media mañana —casi a las once— se produjo una terrible explosión que ha cobrado vidas y ha dejado el saldo de decenas de lesionados.

Ante un escenario devastador y que olía a quemado, donde el hermosísimo rostro del Saratoga se había convertido en un amasijo de columnas y paredes deformes, el Jefe de Estado —acompañado de los miembros del Buró Político, Manuel Marrero Cruz, Primer Ministro; Roberto Morales Ojeda, secretario de Organización del Comité Central; y Esteban Lazo Hernández, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular— conversaba con dirigentes del Partido y del Gobierno en la capital, así como con autoridades del Orden Interior y de Salud Pública.

Preguntaba detalle a detalle, intercambiaba, recordaba la necesidad de informar a la población y de actualizar todos los datos posibles acerca del siniestro.

Sobrecogedora imagen del Hotel Saratoga, tras la explosión de este viernes 6 de mayo. Foto: Estudios Revolución

El Presidente cubano contempla conmovido la imagen del hotel a poco tiempo tras conocer de la explosión. Foto: Estudios Revolución

Ya la triste noticia se había expandido veloz por todos los espacios comunicacionales —velocidad consustancial al cambio de época que nació de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación—; y con la evidencia del doloroso suceso, también toda la avalancha de suposiciones e incertidumbres que inevitablemente acompaña a una información tan impactante y en desarrollo. 

Por eso, ante un grupo de periodistas que pasado el mediodía ya era bien nutrido, Luis Antonio Torres Iríbar, Primer Secretario del Partido en la capital, declaró: «Estamos hablando de forma preliminar (…), aproximadamente a las once menos cinco surgió una explosión, y esa explosión condujo a una situación de derrumbe, de lo que se observa aquí».

Autoridades del país y la provincia de La Habana se actualizan sobre toda la información disponible en el lugar de los hechos, tras la explosión que derrumbó buena parte del hotel Saratoga, en la capital cubana. Foto: Estudios Revolución

Hasta ese minuto había, según detalló, 13 personas lesionadas en los hospitales de la ciudad, y cuatro fallecidos –las cifras, con el paso de las horas, irían creciendo. «No todos son del hotel», comentó, «como se darán cuenta hay escombros en la parte de las aceras y se presume que haya personas que fueron afectadas al derrumbarse las estructuras».

Como dijo el dirigente partidista, los bomberos, los grupos de salvación y rescate, la Cruz Roja, trabajaban «arduamente para tener toda la información de lo que puede estar sucediendo y poder rescatar en el menor tiempo posible a las personas que» puedan estar atrapadas.

Bomberos y rescatistas luchan por hallar sobrevivientes bajo los escombros del derrumbado hotel habanero. Fotos: Estudios Revolución

Luego de permanecer un tiempo durante el cual intercambió con las autoridades allí presentes, el Presidente cubano tomó rumbo al Hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Ameijeiras. Allí estaban siendo atendidos, pasada la una de la tarde, tres niños y tres adultos víctimas de la explosión. A esas alturas de los sucesos sumaban cinco las víctimas fatales.

El siguiente punto en el itinerario del Jefe de Estado fue el Hospital Universitario Clínico Quirúrgico General Calixto García. Allí, cuando Díaz-Canel llegó, estaban siendo atendidas 35 personas. Los pasillos internos del centro asistencial eran una verdadera vorágine; el mandatario entró a más de un recinto; a los médicos y paramédicos pidió darlo todo: «Hay que salvar a nuestra gente», dijo.

Presidente cubano, Primer Ministro y Ministro de Salud se reúnen junto a las autoridades de La Habana para conocer de primera mano la información de los doctores sobre los lesionados tras el accidente del Saratoga. Fotos: Estudios Revolución

Al filo de las dos de la tarde ya sumaban 40 los pacientes en los hospitales, y 9 los fallecidos. A la salida del emblemático Hospital Calixto, Díaz-Canel ofreció declaraciones a la prensa: «En ningún caso ha sido una bomba, ni ha sido un atentado, como ya salieron medios internacionales de manera muy perversa a confundir y a tergiversar. Ha sido sencillamente un accidente lamentable, muy lamentable».

También valoró: «Se actuó muy rápido por parte de los bomberos y de toda la fuerza especializada». Lamentablemente, enfatizó, tenemos personas fallecidas y los hospitales están en función de la atención a todos los lesionados.

Se sigue trabajando en las actividades de rescate para después poder evaluar los daños y ver qué tratamiento lleva la estructura del hotel, detalló.

«Lo más importante –recalcó el mandatario- es permitir que los médicos, los paramédicos, las fuerzas de rescate, las fuerzas el Orden Interior puedan jugar su papel, junto con los bomberos».

Volvió el Presidente Díaz-Canel Bermúdez a las inmediaciones del Saratoga. Allí hurgaba en cada detalle, juntaba toda información. El sol que daba fuerte era ya el de la tarde. Desde horas antes habían comenzado a encadenarse, como la intensidad del astro, las voluntades de muchas personas, de hombres y mujeres, de jóvenes que habían hecho explícita la decisión de tender el brazo y dar la sangre necesaria a los hospitales.

Las redes, consternadas, amplificaban imágenes y mensajes de dolor. Otra vez el Presidente Díaz-Canel compartió reflexiones al filo de las seis de la tarde, cuando los partes confirmaban que por culpa de la explosión había 18 fallecidos -17 adultos y un niño-, y 64 lesionados.

Lo primero: atender a las personas. Fue el mensaje central de las declaraciones del mandatario. Y esa filosofía fidelista, según la cual el ser humano está al centro de todo -necesitando compañía o irradiando creación y esfuerzo-, es algo de alivio en medio del dolor, de tanta pérdida que no va a paralizarnos sino todo lo contrario: nos compulsa a rehacer lo que se nos deshace, y a seguir, con las heridas adentro, y nuestra inmarchitable tozudez, dibujando cada mañana los horizontes de una faena que busca parecerse al Hombre, y hasta mejorarlo.   

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